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Mi teléfono vibró en mi bolsillo, haciéndome dar un respingo y lo saqué.

"Nuevo mensaje en tu bandeja" decía. Alcé una ceja, ¿Quién me estaba escribiendo? Yo no tenía contactos, mucho menos en Instagram.

Abrí el mensaje.

>Hola.

¿Pero qué?

>¿Por qué se estás comunicando conmigo?

No podía creer que el malcriado hijo de un magnate me estuviera escribiendo. El mismo caballero que había acribillado en mi columna, el que le había ofendido, por decirlo así, su frágil ego.

>Quería escribirte.

>Vale. ¿Se puede saber el motivo?

<<Fríamente, eso>>

>Porque sí.

>Interesante respuesta. ¿Podría "hablar conmigo" en otro momento? Estoy ocupada.

>Qué pena.

>Una lástima. Mire, no quiero ser grosera, pero no me convertiré en una de sus tantas chicas de entretenimiento, no pierda su tiempo conmigo, no estoy para nada interesad en usted.

>Si es así, ¿Por qué me esta siguiendo?

¿A qué se refiere? Yo no lo estaría siguiendo, a menos que...

Stephany...

Esa chica entrometida, metiéndose en mis asuntos sin autorización.

Cerré los ojos y mordí mi labio. Detestaba cuatro cosas;
la mala educación, el que me juzgarán, los engaños y a Santiago Borges y para colmo de mis males, todas esas cualidades insoportables se juntaban con él.
Desprendía petulancia y arrogancia, un chico que no sabía como afrontar la vida y su desinterés total hacía ella me sacaba de quicio.
Con una vida que aparentaba ser perfecta, aunque podías leer entre líneas que no le gustaba, pero era tan cobarde que no lograba decir lo que sentía en realidad.

Di por terminada esa charla sin sentido apagando el móvil y continué redactando mi columna.

"Un insoluto caso de abandono estatal se ha dado lugar en Washington D.C cuando una victima de violencia domestica, termino asesinada por su ex esposo el pasado miércoles 6 de marzo del presente año"...

Este caso era interesante, apasionante, intrigante, mientras iba profundizando en la historia me cautivaba más
¿De qué me estaba privando la vida?

Este clase de tipos y el editor, Rixon, mi jefe.
Se negaba rotundamente a que mis columnas 'tan frías y crueles', como solía llamarlas, aparecieran en el diario matutino ¿Por qué no?
Claro, por algún sensible que había pagado mucho para detenerme de seguir escribiendo.
Mis deseos de investigar no cesaban, hasta que él por fin me dio el chance gracias a la patética columna de Santiago Borges, que increíblemente, le gustó a la audiencia y pedían más de mis reportes.

El sonido de la puerta me sobresaltó pero me quedé estática, esperando por el parloteo de Stephany.

─¡Por Dios, Sofí! ¡Ese magnate te sigue en Instagram!

Suspiré.

─Basta Steph, no necesito tus gritos ahora.

─¡Oh, vamos hermanita! La vida es muy corta como para lamentarse, pero no me molestaría llorar sobre esos músculos.

─Eres asquerosa─ rió ante mi expresión.

─Deja de ser una amargada.

─Trato con todas mis fuerzas de no darte una tunda, bien que la necesitas, chica malcriada─ la acerqué a mi asiento y la empuje para que se acomodará en mi regazo, ─siempre serás mi malcriada favorita.

No suelo tolerar muchas cosas en esta vida, pero ella, ella era la única que tenía excepciones.

─¿Te permitieron seguir haciendo tus columnas?

─¡Claro! Ese tonto de Borges ayudó un poco en mi situación, ahora muchas personas quieren leer lo que escribo.

─Me alegra mucho, por fin estás haciendo lo que más te gusta─ sonreí.

─Muchas gracias, Steph. Espero que tú también estés haciendo las cosas bien.

-Son pocas, pero me gustan.

-Lo sé, pero te hacen feliz y eso es lo que importa- me sonrió.

-Bien, odio matar el momento, pero tengo deberes por hacer- salió de mi habitación dandome la espalda, girando con elegancia, haciendo de su salida dramática.

Giré los ojos e hice una mueca.

¿Que sabía yo sobre los placeres de la vida? No había vivido lo suficiente como para pensar de esa manera, los únicos pasatiempos que tenía eran estar en el trabajo, escribir columnas y sacar al perro.
No había nada de emocionante en eso.

El teléfono de la cocina empezó a sonar, di otro respingo, asustada.

-Sofí, querida. Es para ti- la voz de mi madre me llamó, entusiasmada.

-¡Ya voy, mamá!- salté de mi cama y me apresuré a bajar las escaleras, atravesé la sala de estar y me dirigí a la cocina, encontrame a mi madre con una sonrisa de oreja a oreja, mientras sostenía el teléfono inhalambrico en dirección hacía mi. Su mirada era traviesa. Confundida lo tomé -¿Hola?

-No te puedes escapar tan fácil de mi, Sofía.

Oh, no. No, no, no.

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⏰ Última actualización: Aug 21, 2021 ⏰

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