V. Una semana con Byun BaekHyun (Parte 1)

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ChanYeol intentó pasar el resto de la semana sumergido en su rutina. No quería pensar más en los asuntos de su amigo. Decidió que lo apoyaría cuando lo necesitara y punto. Ya no era una adolescente hormonal. Después de todo, era un hombre de veintidós años, capaz de lidiar con sus propios sentimientos. Y SeHun también era lo suficientemente maduro, como para tomar grandes decisiones.

El domingo llegó por fin. Era el único día que el músico podía aprovechar para dormir hasta tarde. Usualmente, solo dejaba la cama para buscar comida en el refrigerador y para ir al baño. Por eso, el domingo era su día favorito. Se despertaba cerca del mediodía. Comía algo ligero y tocaba la guitarra un rato, luego veía alguna película y buscaba más comida. Era el día en el que se alejaba de todos y de todo, sumergiéndose en su propio mundo. Era el día en el que podía ser él mismo, sin sonrisas forzadas o conversaciones banales. Sí, ChanYeol amaba los domingos.

El sábado por la noche, había tenido una breve conversación con SeHun, para despedirse. Le deseó un buen viaje y le pidió que le trajera algún suvenir decente.

Te traeré un dildo de Londres.

—¡No te atrevas, imbécil! Juro que si lo traes, te lo meteré por el culo.

(Risas.)

—¡Lo digo en serio!

Está bien, está bien. ¿Qué tal un llavero para las llaves de tu nueva pocilga?

—No puedes ser más lamentable. Te pudres en dinero y sólo me traerás un llavero... —ChanYeol suspiró.

(Risas.) Despreciaste el dildo, amigo. Lo siento, te quedarás con el llavero.

—Bien. Sólo procura entregármelo tú mismo, ¿está bien?

Sí. Regresaré sano y salvo, no te preocupes.

—Buen viaje.

Cuida a Baek.

—Sí.

ChanYeol colgó, apagó su teléfono y se fue a dormir.

***

Domingo. Siete de la mañana. Alguien toca el timbre del apartamento de ChanYeol insistentemente. Al no obtener respuesta inmediata, el recién llegado utiliza sus puños para golpear la puerta en desesperadas y repetidas ocasiones.

—¡¿Qué pasa?! ¡¿Quién es?! —ChanYeol se aproximó a la puerta con pereza. Tenía el cabello revuelto en pequeños remolinos que apuntaban hacia arriba. Sus ojos apenas se estaban abriendo, como un cachorro recién nacido que no se acostumbra a la luz. Además, estaba envuelto en su edredón con estampados de su animación japonesa favorita, como un enorme taco de más de uno ochenta de altura.

Así, ChanYeol abrió la puerta, solo para encontrarse con el hombre más adorable que hubiera visto jamás.

BaekHyun estaba de pie allí, sonriéndole con dulzura. Sí, en la fiesta se veía increíble con aquel traje azul. Pero, su apariencia aquella mañana, era igual de espectacular, aunque menos ostentosa. BaekHyun llevaba una gorra negra, con la visera hacia atrás, una playera blanca demasiado grande para él, quizá le pertenecía a SeHun; pantalones de mezclilla que se ajustaban perfectamente a sus piernas, y un par de zapatos deportivos rojos, que, seguramente, costaban más que la renta del departamento de ChanYeol. Cargaba un folder azul y una pequeña mochila.

—¡Hola! —saludó el recién llegado, agitando una mano en el aire con entusiasmo.

Se veía demasiado despierto. O, quizá, ChanYeol seguía demasiado dormido. ¿Quién sonríe de esa manera tan vivaz, un domingo a las siete de la mañana? ChanYeol se quedó completamente inmóvil por un momento, observando al chico. Tal vez, aquello era un sueño.

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