XXXIII. Visitas

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La habitación que BaekHyun ocupaba en la clínica, era bastante bonita. Parecía más un hotel, que una habitación para locos. O, eso era lo que el barista pensaba. Había bonitos jarrones de plástico en los rincones, sosteniendo coloridos ramos de flores. Una televisión que solo transmitía dibujos animados y documentales, cualquier programa que pudiera causar estrés, estaba bloqueado. También había un pequeño aparato de sonio, donde el barista podía escuchar su música favorita. Los muros estaban pintados de un brillante color crema, igual al de las cortinas que enmarcaban una ventana grande que daba al jardín de la clínica. BaekHyun estaba de pie, mirando a través de ella. Sus ojos estaban hinchados y rojos, debido a las lágrimas que derramó toda la noche. Se veía pequeñito, vistiendo su pijama a cuadros y su cabello medio revuelto. Ahora, la mañana parecía más brillante para él, aunque estaba asustado por un futuro incierto, se sentía más seguro de sus decisiones.

—No puedes estar hablando en serio —SeHun estaba sentado en la cómoda cama matrimonial. Miraba a su esposo con el rostro descompuesto en una mueca de completa extrañeza.

—SeHun... —BaekHyun dijo su nombre casi en un susurro. Sabía que no podría conversar civilizadamente. Sabía que SeHun pelearía. Aun así, decidió seguir—. No podemos seguir así. Debemos terminar con esto. Sólo nos hacemos daño.

—¿Esto es por ChanYeol?

La sonrisa en los finos labios de BaekHyun parecía irónica. Dio media vuelta para encarar a su esposo.

—Sí, es por ChanYeol... Y por la secretaria de tu empresa, y por el chico francés que te coqueteó descaradamente frente a mí, y porque tú no hiciste nada para detenerlo.

SeHun suspiró frustrado.

—¡Estás loco!

—Sí, lo estoy.

—No... No quise decir eso —SeHun se apretó el puente de la nariz con los dedos—. No sé por qué insistes con la idea de que te engaño. Desde que estoy contigo, nunca he mirado a nadie más.

—¡No mientas! —BaekHyun inclinó la cabeza hacia un lado. Sus ojos oscuros estaban enojados—. Sé que imagino cosas, pero esos mensajes en tu teléfono eran reales. Deja de negar algo que es verdad. Fuiste descubierto. Ríndete.

—Bien. Sólo fueron mensajes... Yo, nunca te faltaría al respeto... Yo prometí cuidarte y...

—Ese es el problema. No puedes estar conmigo sólo por una promesa —BaekHyun se acercó a la cama—. Sé que me amas, yo también te amo. Pero... nuestro amor no es lo suficientemente fuerte. No puedo culparte. Después de todo, yo lo inicié todo... si no me hubiera obsesionado contigo así.

—Baek... Si yo hubiera sabido que estabas enfermo... no te hubiera tratado como lo hice. Si hay un culpable aquí, soy yo.

—Basta, basta... Por favor, deja de pensar así —BaekHyun se acercó a su esposo y puso las manos sobre sus hombros. Sus miradas se encontraron en un pequeño campo de batalla—. Yo, de verdad pensé que esto estaba bien. Pensé que casarme contigo nos haría felices a ambos. Imaginé mi vida contigo, con un niño, quizá. Nos imaginé siendo los mejores padres, viviendo en una linda casa, con un gran árbol en el jardín. Tendríamos dos perros grandes y peludos, que nos recibirían al llegar. Pero, seamos honestos... Tú llegarías tarde algunas noches, después de enredarte con alguien más. Yo no podría soportar el estrés de criar a un hijo y de saber que me engañas. Tendría episodios psicóticos cada semana. Quizá, termine asesinándote a ti, o a los perros.

SeHun dejó escapar una risa breve. BaekHyun sonrió también. Era tan guapo. El empresario no podía evitar que su corazón latiera fuerte, cada vez que su esposo sonreía. Tomó una de las manos ajenas que descansaban en sus hombros y la besó.

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