5. Bajo la luz de la Luna

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Daliah observaba a través de la ventana de la cocina a su tia, sentada sobre una de las sillas que tenían junto al pequeño rio que circulaba cerca de la casa. Emily se encerró en el dormitorio, mientras que Ian se encontraba junto a su prima, muerto de ganas por acercarse a su madre.

Las estrellas se podían ver en aquella noche despejada, haciendo que lo sucedido durante todo el día, pareciera como si hubiera sido una mera ilusión. Jackeline siempre habia aprovechado aquellas noches para observar las estrellas, y de paso enseñar a sus hijos las constelaciones. Pero esa vez, era distinto...

―Emily solo necesita tiempo... - Daliah observó curiosa a su primo, al mismo tiempo que este seguía observando a su madre por la ventana.

―¿Como es que estas tan tranquilo?

El pequeño se encogió de hombros y sonrió.

―Tengo seis años, pero no soy tonto... Siempre sabia que ocurría algo.

―¿A que te refieres? - la castaña se sentó en el suelo de la cocina y se llevó una de las manos a la cabeza.

― Era extraño que siempre que me escapaba aparecía el mismo lobo y me traía de nuevo a casa... ahora tiene sentido. - Ian miró a su prima y se sentó junto a ella. ― Por mi hermana no te preocupes, estará bien.

La adolescente asintió. Unos pasos comenzaron a escucharse a través de las escaleras de la casa, y del piso superior bajó el hombre rubio. Tenia puesto esta vez una camisa blanca, con pantalones negros y el pelo largo recogido en una coleta; llegó a la cocina y observó a los dos que se encontraban sentados en el suelo. Como si se hubiera quemado en una hoguera, Ian se levantó de un brinco y se quedó observando al hombre con una mirada feliz, y un rostro serio.

―¿No tendríais que estar ya en vuestros dormitorios? - La voz de Gabriel sonó enfadado.

―Las chinches me hablan.... y es terrorífico - Daliah se levantó despacio mientras se cruzaba de brazos. El rubio le miró con mala cara porque sabia perfectamente que le estaba tomando el pelo; se encogió de hombros. ― No pienso irme a dormir hasta estar segura que Tia Jacky y Emily están bien.

El pequeño pelirrojo llevó su mirada desde Daliah hasta su padre y después se dirigió a la puerta de la cocina, sabia que si se ponía la castaña de esa forma, seria complicado convencerla de que se callara. Observó como su madre no estaba ya sobre la silla del jardín y se preocupó.

―¡MAMÁ NO ESTA!

La castaña se colocó rápidamente junto a su primo y se dió cuenta de que en efecto, habia desaparecido Jacky.

―¡MIERDA! ¿Donde puede estar? - la castaña comenzó a ponerse nerviosa.― ¡TIA JACKY!

―¡MAMÁ!

Salió al jardín junto Ian y comenzaron a mirar a su alrededor. Lo único que eran capaces de ver sin alejarse de la iluminación que proporcionaba la casa, era la silla en donde hacia unos minutos habia estado sentada la pelirroja, y un poco del riachuelo. Gabriel salió calmado al jardín y se apoyó sobre el marco de la puerta, observándoles.

―¡¿QUE ESTA OCURRIENDO?¡

Los gritos desesperados de Ian provocaron que Emily bajara a gran velocidad para saber que sucedía. Ian en cuanto vió a su hermana, corrió a abrazarse a su pierna y comenzó a llorar. La rubia le acarició la cabeza y se arrodillo hasta ponerse de la altura del pequeño.

―¿Que sucede? ¿Porqué tanto grito?

―Mamá.... no está. ―el pequeño sorbió por la nariz mientras que Daliah se aproximaba a los dos.

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