Epílogo

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Tres años después...

Una suave brisa de aire frío se coló por dentro del cuello de su abrigo haciendo que se estremeciera. Respiró con fuerza mirando la pequeña tumba que había frente a sus pies, entre las manos jugaba con una florecilla que había comprado especialmente para ese momento. Se agachó depositándola en el lugar, acariciando la piedra.

"Dylan"

- No entiendo por qué vienes todos los años.- Escuchó a sus espaldas.

Se dio la vuelta despacio viendo que Chester lo miraba unos metros más atrás, con la boca tapada por una bufanda y las manos dentro de los bolsillos del abrigo, el gorro de lana protegía su cabeza de congelarse.

- Supongo que siento algo de lástima.

- Pues no deberías, por su culpa casi morimos los dos.- Se colocó a su lado y le pasó un brazo por los hombros.

- Ya lo sé, pero no puedo evitarlo... Era muy joven, Chester... Aunque estuviera enfermo no merecía morir de esta manera...

- Mejor así que encerrado, al menos ahora tiene libertad, aunque no creo que lo esté pasando muy bien.

- Eso no lo sabemos.- Suspiró.- Quizás en el infierno le hagan repetir su muerte una y otra vez y antes de morir él se de el gusto a dispararme hasta desgastarse el dedo.

Chester sonrió ante la ocurrencia de su pareja, lo acercó un poco a él y lo besó en la cabeza apretándole el hombro.

No se acordaba mucho de lo que había ocurrido aquel día. Había quedado inconsciente por la perdida de sangre y la ambulancia había tardado lo suyo en llegar, tuvieron que operarlo de urgencia, no había dañado ningún órgano importante, pero la sangre acumulada empezaba a saturar sus funciones dejándolo casi en coma. La operación de Mike fue algo más rápida, consiguieron quitarle la bala y el músculo dañado se regeneró sin muchos problemas, a veces aún le dolía cuando el tiempo cambiaba muy bruscamente o hacía demasiado frío.

Según el médico le había contado, en cuanto salió del quirófano subió a la planta dónde él estaba ingresado, a esperar que se despertara, fue exactamente a él lo primero que vio el día que por fin pudo volver entre los vivos, llevaba una pierna vendada con un camisón horrible de color azul desgastado, se paseaba por la habitación arrastrando su propio gotero, cojeando con debilidad.

El siseo de molestia por parte de Mike le hizo regresar a la realidad y verlo frotarse el muslo con cierto fastidio.

- ¿Te duele mucho?

- Lo normal, ya sabes.- Suspiró.- Vamos a casa, necesito un baño caliento.

- ¿Puedo tomarme eso como una invitación?

- Si eres tú el que me lo prepara, sí, estás invitado.- Sonrió y compartieron un pequeño beso que fue cortado por Shinoda.- No deberíamos hacer esto aquí.

- Venga, Mike... No se va a quejar.

- No hables así, Chester... Puede que nos jodiera, pero merece un respeto.

- Siempre has sido demasiado bueno... e inocente.

- No lo puedo evitar.

Chester suspiró y lo abrazó, después se dieron la vuelta alejándose de la tumba del chaval. Le echó una última mirada por encima del hombro viendo el sitio apartado, sin ninguna tumba más, aislado, marginado del resto, cerró los ojos un momento y siguió caminando hacia casa.

Después de lo ocurrido y tras la rehabilitación de ambos decidieron seguir con el intento de socializarlo, aunque no necesitaron mucho de ello ya que, después de pasar casi un mes en una camilla para recuperarse, soportando a médicos, enfermeras, Joe, Phoenix, Brad, conoció a la mujer de Brad y el novio de Phoenix, la prueba estaba más que superada.

También decidieron cambiarse de vivienda, Mike no se sentía cómodo allí, a pesar de que habían limpiado el apartamento y él le había dado otra pasada en cuanto volvieron, pero no podía, todas las noches sentía el impacto de aquella bala contra su pierna y despertaba impregnado de sudor, asustando también a Chester, así que decidieron comprarse una pequeña casa entre los dos.

Chester amplió sus estudios con ayuda de Shinoda y se puso a trabajar casi después de ello ya que se sentía como una carga para Mike y no quería darle esa impresión a su pareja.

Ninguno había hecho la mención de hacer mucho más formal su relación, pero sus amigos más cercanos los denominaba como "el matrimonio" y la madre de Mike actuaba con Chester como si se tratase de una nuera, y por su puesto, su padre siempre tenía alguna pullita guardada para lanzarse, aunque con el tiempo había aprendido a encajarlas y devolvérselas con elegancia.

Mike volvió a trabajar en el hospital como le había prometido a Joe que haría cogiendo también la rutina de marcharse todos juntos después de trabajar a echarse unas copas, sólo que decidieron cambiar de destino. 

SyquiatricDonde viven las historias. Descúbrelo ahora