VII

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Despertó con un resoplido, el despertador aún no había sonado, pero sentía que se asfixiaba, el cuerpo de Dylan lo estaba aplastando por completo, incluso las sábanas del futón eran demasiado gruesas para soportar tanto calor.

Intentó quitárselo de encima, pero el chico no se movía, lo zarandeó repetidas veces hasta despertarlo, el chico gimió a modo de queja y a Mike le pareció que tenía la voz muy grave.

- Dylan...- Lo llamó para cerciorarse de que lo había despertado.

- ¿Dylan?- El chico se removió sobre él y salió de debajo de las sábanas.- ¿Ahora me llama así, doctor?- El rostro del sujeto estaba distorsionado, pero la voz era inconfundible.

- ¡Chester!- Gritó asustado.

Abrió los ojos de golpe saltando de la cama quedando incorporando sobre el futón, jadeaba de forma entrecortada, podía sentir el sudor correr por su sien y el centro de la espalda, un sudor frío que le ponía el vello de punta. Miró a su lado para asegurarse que todo había sido una pesadilla, ya que estaba vacío el hueco libre. El despertador entró en juego en ese momento consiguiendo que el cerebro le bailara dentro de la cabeza, lo apagó de un golpe seco y volvió a tumbarse un momento para recuperar el alma.

Cuando por fin pudo pareció más calmado se levantó del la cama, la arregló metiéndola en el armario y él se marchó a la ducha, necesitaba despejarse. Apoyó las manos sobre los azulejos de la misma y dejó que el agua le cayera directamente sobre la cabeza rodando por todo su cuerpo, destensando cada uno de sus músculos.

No entendía nada, ¿por qué ahora soñaba con él? Era cierto que había pasado una semana algo movida con sus repetidas molestias, pero después, el fin de semana con Dylan consiguió que se olvidara de él por completo y estuviera tranquilo. Había pasado dos días increíbles con su novio, porque ya podía llamarlo así, y ahora lo abordaban sueños con Chester.

No llegaba a comprender nada.

Más tranquilo, salió del baño rodeándose la cintura con una toalla y con otra se secaba el pelo sacudiéndolo con energía. Buscó algo de ropa que ponerse y cuando estuvo listo desayunó cualquier cosa que pillo en la nevera, se hizo un sándwich mixto que casi se comió de dos bocados, bebió del propio brick de zumo, lo dejó de nuevo en la puerta de la nevera y cogiendo la bandolera se la cruzó por la cabeza y salió de casa para ir al trabajo.

Una vez en el hospital, no se olvidó de saludar a Myriam que lo notó un poco alterado, pero no le dijo nada. Entró en su consulta dispuesto a encerrarse en su trabajo, en ignorar su alrededor, en olvidarse que cinco pisos más arriba había un hombre, cuyo aspecto aún no conocía, que se metía en su mente atormentándolo día tras día, segundo a segundo.

Se pasó ambas manos por el pelo aún húmedo y dejó caer la cabeza contra la mesa dándose un buen golpe, pero no sintió el dolor.

Su idea había sido esa, ayudar a sus pacientes durante las horas que tenía previstas con ellos, ordenar informes, tomarse un café o fumarse un cigarro para despejarse un poco. Pero cuando volvió a su despecho encontró a Joe sentado en su sitio, custodiado por Phoenix y Brad, que lo miraban como si fuera el día de su entierro. 

Incómodo por la mirada de sus amigos, carraspeó para llamar la atención de su jefe. Este levantó la cabeza y sonrió apoyando los codos sobre la mesa y la barbilla en las manos cruzadas en puño. Mike prefirió esperar a que hablara antes de anticiparse a lo que vendría.

- Mike, he estado mirando tus casos de hoy y me consta que ya has terminado.

- Sí, iba a enseñarte un par de notas interesantes ahora mismo y...

SyquiatricDonde viven las historias. Descúbrelo ahora