III

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Aquella mañana, cuando sonó el despertador, le costó un poco más levantarse. Estiró el brazo parando el impertinente sonido, con un resoplido se puso boca arriba en el futón y se quedó mirando el techo del salón. Cerró los ojos de nuevo restregándoselos con pereza, recordando el día anterior y sobre todo la noche.

Sonrió de manera ladeada y un poco más animado se levantó de la cama, la guardó bien plegada en el armario y sacando ropa limpia fue a darse una ducha.

Salió del cuarto de baño con la toalla a la cintura, en la cocina se preparó un café con un par de tostadas. Mientras este salía fue a vestirse y después desayunó con tranquilidad.

Al terminar lo dejó en el lavavajillas y ordenando los papeles para meterlos en la bandolera, se la ajustó al hombro y salió del apartamento cerrando con llave la puerta.

Saludó a Myriam en el mostrador con una pequeña sonrisa y agitando la mano. Cogió el ascensor hasta la primera planta y sacó las llaves de su consulta. Estaba apunto de entrar cuando alguien se arrojó sobre él.

- ¡Mike!- Gritó Brad eufórico.

- ¡Joder! Qué susto, cabrones.- Los miró mal a él y a Phoenix.

- ¿Qué tal anoche?

- Eso, que te vimos con el chico ese.

- ¿Qué chico?- Enrojeció hasta la raíz del pelo y una nerviosa risa lo invadió.

- No te hagas el sueco, que te vimos.

Los tres entraron en la consulta de Shinoda y se sentaron en las sillas esperando a que este les contase cómo había ido la noche. Él por su parte no sabía dónde meterse, bueno podía contárselo, eran sus amigos y tenían derecho a saber, así que se sentó en su silla dejando la bandolera en el suelo.

- Se llama Dylan, me estaba esperando en el coche cuando yo salí. No me lo esperaba la verdad.

- Llevaba un rato mirándote. Cuando fuiste al baño se lo comenté a Brad y él también se había dado cuenta.

- Cabrones, podríais habérmelo dicho, hice el ridículo, fingí que no era mi coche y me dejó en bragas...

Los otros dos rieron con fuerza consiguiendo que Mike sonriera a su vez. Se sentía relajado, como si los conociera de siempre y pudiera expresarse con ellos sin ningún tipo de problema.

- Nos íbamos a ir a tomar algo a otro bar...

- Pero no llegasteis.

- No... Se puso tonto y tuve que desviarme.

- Tío, no jodas... ¿En el coche?

- Sí.- Sonrió ante la cara del pelo afro.

- ¡Tííío! No me monto en tu coche, en la vida.

Mike estalló en carcajadas mientras que Phoenix le proporcionaba una colleja al otro.

- Fue en mi asiento, se me echó encima así como paré, parecía un animal en celo.

- Eres todo un adonis, Mike, luego dices que no te vas con cualquiera.- Se burló Brad.

- Y no lo hago, pero... Tampoco iba a desaprovechar la oportunidad.

Los tres rieron con ganas, luego le contaron a Mike qué habían hecho ellos después de que se fuera y cómo lo habían pillado marchando con aquel chico sin decirles nada.

Poco después, los dos se marcharon para empezar con su trabajo y él con el suyo propio. Buscó los expedientes de sus nuevos pacientes para ponerse al día y esperó a que estos llegaran después de desayunar.

Tuvo un par de casos de bipolaridad, uno empezaba a agravarse de manera preocupante así que se apuntó en un post it que debía hablar con Joe y con las enfermeras para que le aumentaran la dosis de los medicamentos.

Después lo visitó una mujer mayor que sufría de fuertes depresiones, se pasó hora y media llorando y desmoralizándose hasta que Mike consiguió calmarla un poco.

Respiró un poco aliviado cuando sonó la campana de la hora de la comida, hasta dentro de dos horas no tendría la nueva consulta, así que cogió el paquete de tabaco para fumar un poco, necesitaba relajar los nervios, aquella mujer había conseguido incomodarlo.

Salió del edificio y se sentó en las escaleras, sacó un cigarro y colocándoselo en la boca lo encendió guardándose el mechero en el pantalón. Le dio una calada interminable y miró al cielo haciendo aros de humo, cada cual más pequeño encajándose cada uno en el anterior.

- ¿Cómo ha ido el primer día?- Escuchó la voz de Joe Hahn justo detrás de él.

- Bien, quería hablar contigo sobre uno de mis pacientes.

- ¿Le ocurre algo?

- He estado leyendo sus expedientes y me he dado cuenta que se le está agravando cada vez más su bipolaridad, incluso empieza a ser un poco agresivo.

- Ya veo, gracias, hablaré con las enfermeras para que dupliquen sus dosis. Por cierto, no tienes nada que hacer hasta dentro de un par de horas, ¿No?

- No, ¿Quiere que haga algo?

- Solo tómatelo con más calma.- Le tocó el hombro.- Te veo muy entregado y me alegro, pero acabas de empezar.

Mike asintió sin decir nada, entendía que Joe se preocupara, la verdad es que se había sentido muy embotado con los tres primeros casos y no solía recurrir al tabaco para tranquilizarse, pero ese día lo había deseado con muchas ganas, así que aceptó el consejo de su director.

Cuando se terminó el cigarro lo aplastó con la zapatilla y se estiró haciendo sonar las vértebras de su espalda, suspiró ahogando un bostezo y se metió de nuevo en el edificio. Se paseó por el primer piso metiéndose en el comedor, allí aún había gente viendo la tele o jugando a algún juego incluso leyendo algún libro, no muy grueso y de fácil entendimiento.

Recorrió con la mirada el salón y se sorprendió al descubrir un pequeño piano en un rincón, se acercó despacio y acarició la tapa sentándose en el banquito, la abrió y pasó los dedos por las teclas.

Casi inspirado por una fuerza mayor, las presionó de manera desordenada, pero generando una melodía suave y sencilla, perfecta. Sonrió y volvió a presionar las mismas teclas en el mismo orden, a su vez movió la otra mano creando una música de acompañamiento y pisó los pedales para cambiar de tono.

Sin darse cuenta los pacientes empezaron a rodearlo, sentándose cerca de él para escuchar su música, algunos se atrevían a seguir la melodía con la cabeza y otras susurraban letras inventadas, inundando la mente del propio médico que intentaban crear una canción acorde con la música.

Pero el concierto fue interrumpido de forma brusca por un fuerte revuelo en las plantas superiores, parecía como si estuviera formándose una estampida, los pacientes empezaron a asustarse y las enfermeras se acercaron para tranquilizarlos. Mike cerró la tapa del piano y subió a ver qué pasaba, pero se paró en el cuarto piso, por donde bajaba Joe con Brad.

- ¿Qué ha pasado?

- Chester... Se ha vuelto loco, bueno más de lo normal.- Explicó, Brad.

- Director...

- Estoy bien, solo me he llevado un mordisco.- Dijo enseñándole la mano.

Mike comprobó la herida que tenía Hahn en la mano, hizo una mueca de dolor ya que tenía un buen agujero en la palma.

- ¿Por qué te ha hecho eso?- Lo miró con horror.

- He intentado adivinar algo de su infancia, hoy estaba más molesto de lo normal.

- Joe vamos a mirarte eso y luego se lo explicas.

- Está bien, Mike nos veremos luego.

- Claro, creo que hoy será un día largo.

Joe sonrió con cierto cariño y después se marchó con Brad. Él decidió volver al comedor para tocar un poco más el piano.

SyquiatricDonde viven las historias. Descúbrelo ahora