A la hora de comer, cuando el resto de pacientes estaban merodeando por el hospital, Mike decidió salir los dos un rato por el jardín, dar un pequeño paseo y hablar de nuevo sobre el pasado de Chester.
No consiguió mucho las primeras veces que le tiró de la lengua.
- Entonces... ¿No estás casado?
- No he tenido esa intención nunca.- Se encogió de hombros.
- ¿Por qué?
- Porque no la he tenido y porque tampoco se me ha presentado. No me malinterpretes, sé que si no estuviera aquí tendría una vida de mierda y para darle la misma vida de mierda a mis hijos, si los tuviera, para eso mejor hacerlo solo.
- Chester... Pensar así es muy triste, yo...
- Tú.- Sonrió mirándolo de nuevo.- Tú sabes tantas cosas, Mike, y a la vez no te enteras de absolutamente nada.
- ¿Qué quieres decir con eso?
- Mike, tú eres parte de mi locura.- Tras aquella aplastante confesión, Chester dio media vuelta perdiéndose entre la hierba y metiéndose a la cancha de baloncesto.
Pero Shinoda no pudo mover ningún músculo. ¿Qué quería decir con eso? Con Chester era difícil saber cuando bromeaba o cuando decía algo en serio. Sacudió la cabeza sin darle importancia al asunto, no se iba a dejar manipular.
Entró en la cancha y descubrió el suelo mojado. Esa mañana había llovido un poco, y el cielo seguía encapotado, aún así se podía jugar un poco sorteando los charcos. Fue hasta la pequeña habitación donde tenían todo el material que a veces usaban allí, hacían gimnasia, partidos de fútbol, baloncesto. Abrió y buscó una pelota de que no estuviera muy deshinchada, al dar con ella salió de nuevo juntando la puerta y se acercó a Chester botándola.
- ¿Qué te apetece? ¿Partidillo o tiros libres?
- No me seas nena, vamos a correr un poco.- Rió y con un movimiento rápido le robó la pelota y corrió hacia el otro lado colgándose del aro de un fuerte salto.
- ¡Esa no vale!- Protestó cruzándose de brazos.
Chester rió bajándose de nuevo al suelo, cogió la pelota volviendo hasta él, botándola, quedó delante de él paseando el balón de una pierna a otra esperando a que Mike reaccionara de una vez.
- ¿Nos apostamos algo?
- ¿Cómo qué?
- Un beso, cada vez que meta uno canasta.
- Eso no es justo, tú siempre querrás lo que quieras, metas o no.
- Ahí está la gracia.
- Si vamos a apostarnos algo, apostémonos algo que nos joda a los dos.
- ¿Pero de verdad pretendes hacerme creer que te jode besarme?
Como respuesta, Mike le arrebató la pelota y corrió hacia la canasta que defendía metiéndola dentro. Chester rió y se acercó para darle su premio, pero Mike lo detuvo, de nuevo.
- ¿Por qué te drogabas?
- Creo que este no era el trato.
- Tú haces lo que te da la gana, yo también.- Sonrió.
- Muy bien, pues juguemos así.
Ignorando la pregunta empezaron a jugar en serio, se robaban la pelota, se hacían faltas pegándose fuertes empujones.
Al principio ignoraban los charcos y los esquivaban de manera automática. Chester fue el primero en meter el pie en uno y salpicarse con el bote del balón, Mike rió, pero poco después corrió su misma suerte.
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Syquiatric
FanficMike Shinoda llega a su nuevo trabajo en el hospital psiquiatrico de Phoenix. Todo le va bien, pero se dará cuenta de que hay un paciente muy especial en la planta de retención que conseguirá poner su mundo patas arriba. Autora original: OrangeLyzard