11. Final temporada Vacushi.

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[Bueh, pues ia saben: cursiva significa flashback, cursiva con negritas es un adelanto. Ah, btw, en el primer recuerdo uso a más personas inventadas, así que si es chico o chica diga el dialogo quien quiera. uwu]


[Vamos a leer este final del askú.]


No paraba de correr, su respiración cada vez se volvía más agitada con cada paso que daba, sus piernas le comenzaban a fallar. Ya llevaba un gran tiempo corriendo, parecía que su cuerpo no daba para más y ahora le estaba dando una señal para que ya parara, pero no se daría por vencido tan fácilmente, tenía que salir de ahí a como diera lugar. No iba a permitir que jugaran con él, no por más tiempo. Pero por más que aquel inocente chico tratara de encontrar salida alguna de ese horrible lugar, no lo lograba, era como si todas las puertas hubieran desaparecido por arte de magia.

Llegó al final de un interminable pasillo, recargó su frente contra ese muro, dejando su sudor escurrir por todo su rostro, un par de lágrimas acompañaron la trayectoria de aquel liquido hasta el final de su barbilla, poco le importaba su higiene; solo quería regresar a casa. Finalmente, se dejó caer con lentitud, hasta quedar casi recostado sobre el frío concreto. Cerró sus ojos con fuerza. No había logrado escapar.

No se inmutó ni un poco al escuchar varios pasos acercarse, no le serviría de nada, solo desperdiciaría más de la poca energía que le quedaba.

—¿Creíste que ibas a escapar? —habló alguien, soltando una risa un tanto escalofriante, la risa se intensifico cuando todos comenzaron a reír- Que chico tan idiota —la chica toco el puente de su nariz, negando con una sonrisa un tanto siniestra, era bueno que él mantuviera sus ojos cerrados—. Hay que llevarlo al quirófano, ya está todo preparado.

No se opuso, dejó que lo tomaran entre brazos, ya había recibido muchos golpes por intentar huir, pero ahora mismo todo le daba igual, ya había perdido y ahora estaba completamente resignado.

Fue colocado en una camilla, a pesar de que no estaba poniendo fuerza o haciendo algo extraño, fue sujetado con una clase de cinturones a esa camilla tan dura e incómoda, como si se tratase de una roca.

—¿Por qué no abres los ojos, Sebastián? —cuestionó un enfermero en un tono burlón, mientras preparaba una clase de sustancia en una inyección para aplicarla al mencionado— Dime, ¿qué se siente saber todo lo que vas a hacer?

No le respondió, no pronunciaba ni una sola palabra, no le apetecía en lo absoluto hablar con alguien, pero en su mente ya había asesinado a ese enfermero unas veinte veces, con diferentes métodos.

Te va a doler —susurró otro chico a su oído—. Tranquilo.

Sin recibir otra clase de aviso, un piquete fue a dar en su pierna derecha, abrió sus ojos sorprendido, observando directamente ese sitio, encontrando esa inyección tan dolorosa que contenía un líquido azul, era un color encantador, tan eléctrico y brillante, simplemente precioso, casi parecía que contenía zafiros en trozos.

Pronto logró experimentar toda clase de dolor, el líquido parecía ir quemando todo a su pasó, sentía claramente como se iba esparciendo por todo su cuerpo, subía con lentitud hasta llegar a su cabeza, donde el dolor finalmente se expandía, parecía que una clase de materia diminuta se adueñaba de sus neuronas.

Luego de ese proceso, sus ojos se cerraron por automático, el grupo de personas que estaban presentes, se acercaron más.

¿Sebastián? —al escuchar aquello, volteó a ver con cuidado a donde provenía la voz— ¿Qué haces aquí?

Cebolla©Where stories live. Discover now