15.

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A ver, hijos de sus santas madres, son como 1300 palabras, y ahora si tiene MUCHO relleno y esta narrado al triple de mal. Y de nuevo no re leí para corregir (como always).



—Entonces... —comenzó a explicar Daniela, una vez que el trozo de pizza había pasado por su boca— Le di un golpe en el estómago, creo que el pendejo se quedó sin aire y mejor me fui del gimnasio. Ahí fue cuando nos encontramos en el pasillo.

—No puedes ir por ahí golpeando personas —reprendió David, dando una cucharada a su dulce de limón—. Mucho menos durante clases, las reglas no te van a favorecer en lo absoluto si te llegarán a delatar.

—Escucha, escucha —se acercó un poco a David, quien estaba sentado a su lado—: Las reglas, ¡ME... LA... PELAN!

Charlie ignoraba todo a su alrededor, simplemente el olor a comida que desprendía aquella cafetería se aferraba a sus fosas nasales, el ruido del resto de las personas parecía perderse en medio de sus pensamientos. Michelle quién notó el estado del chico de ojos verdes, agitó el lápiz que llevaba siempre consigo frente a él. Charlie parpadeó un par de veces y fijó su vista a Michelle.

—¿Qué? —preguntó confundido.

—Te fuiste, niña. ¡De nada! —respondió Michelle, antes de volver a sus dibujos.

Selene se arrimó un poco más a Michelle, para ver la clase de dibujos en los que ahora estaba trabajando. Se trataba de ella misma junto a otro chico, ambos vestidos de una manera un tanto similar.

—¿Qué haces, Michelle? —cuestionó Fernanda con curiosidad.

—Pescando, ¿qué no me ves? —rodó los ojos, luego soltó un suspiro— Estoy dibujando, soperutana.

—Sí, eso lo sé, pero...

—¿Entonces para qué preguntas, puta? —no esperó su respuesta y volvió a lo suyo, Fernanda llegaba a fastidiarle fácilmente.

La chica con traje de porrista ni se molestó en volver insistir, a ella igual le cansaba la actitud de Michelle, así que sin dar algún aviso se retiró, dispuesta a encontrarse con sus demás compañeras porristas para acordar sus nuevas prácticas.

—Eh... Daniela, cierra las piernas, por favor —comentó Selene, quien estaba sentada frente a la susodicha y veía claramente su posición.

—¡Ciérrame esta, pendeja! —habló con agresividad Daniela, mientras que con sus manos hacía un gesto hacía su pantalón.

La campana para volver a clases se hizo presente en el lugar, así que comenzaron a recoger sus cosas rápidamente, el tiempo se les había pasado demasiado rápido.

—Maldición, nadie vio el reloj —mencionó Charlie, comenzando a caminar fuera de la cafetería, hacía el salón de clases, que básicamente quedaba del otro lado de donde estaban.

Los pasillos estaban llenos de alumnos, esperando sus clases y otros igual que ellos apresurados con llegar, todo era un revoltijo total. Charlie y Selene comenzaban a quedarse detrás por sus piernas cortas, David tomó de la mano a Selene para comenzar a arrastrar a ese par, pero resultó peor, ahora los tres estaban retrasándose.

—David, déjate de homosexualidades y apresúrate —la voz de Michelle llegó a sus oídos, confundiéndolo un poco.

—Pero si soy vato —comentó, acelerando más su paso.

Cebolla©Where stories live. Discover now