Sin importancia

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Nathaniel dormía en el sillón de la sala de Marinette, después de su jugada en el museo acordaron regresar por el objetivo días después y fijando como fecha esa noche por lo que moverse al mismo tiempo sería lo ideal.

Por las escaleras unos pasos ligeros bajaban a modo de no querer hacer ruido, pero el agudo oído del pálido chico lo puso en alerta.
Abrió los ojos y sorprendió de espaldas a una Marinette descalza con un cabello apenas sujeto por una liga y vestida con una playera larga rosada, ella se dirigía a la cocina.
La observó caminar de puntillas lentamente con toda la idea del sigilo, pero la oscuridad no era aliada de la ojiazul la cual iba tropezando con el sillón, el escalón y la puerta de la cocina, incluso con la pared. A ciegas trató de tomar un vaso de la alacena pero acabó por tirar varios platos, vasos e incluso una sartén armando un escándalo.

- Eres tan sigilosa como un hipopótamo en una cristalería.

Dijo el pelirrojo parado en el umbral.
Ella se giró con una sonrisa apenada y encogida de hombros.

- Perdón, no quería despertarte.

- No te muevas de ahí, el piso esta lleno de vidrios y tu estás descalza.

Nathaniel prendió la luz cegando la visita de la chica, en un instante, con sus brazos la rodeó por la cintura y su rostro se recargó de lado a la altura del pecho de la joven, el pelirrojo se estremeció al instante por sentir tan cerca a esa chica y aún mas cuando escuchó el palpitar de ella acelerandose.
Marinette seguía con los ojos cerrados, el pelo de su amigo quedaba en su rostro y ella podía olerlo.

=Hacia tanto que no me daba el tiempo de sentirlo/a

Pensaron simultáneamente.

Él la cargo y la llevo hasta el sillón de la sala dejándola con delicadeza pero evitando mirarla directamente

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Él la cargo y la llevo hasta el sillón de la sala dejándola con delicadeza pero evitando mirarla directamente.

- Supongo que todo este alboroto es porque tienes hambre, espera aquí.

Enseguida regresó con un plato de cereal con leche.

- Gracias Mik... ¡Nathaniel! , perdón.

Él sonrió y apapachó la oscura cabeza de la hambrienta chica.

- Ya nos acostumbraremos nena.

Ella se recargó en el hombro de él y comenzó a comer.

Nathaniel giró lentamente su cara para poder percibir el aroma de su negra melena y se recargo también en ella.

- Tw dije que durmiera, no sabemos a qué hora nos liberaremos de esto.

- No puedo dormir con la pansa vacía.

El joven cerró sus ojos y un sentimiento de paz llenó el interior de su pecho, con cada inhalación respiraba ese aroma que por varios meses no pudo oler de cerca, su pulso y su respiración disminuyeron, poco a poco y sus ojos turquesa se negaron a abrirse.
Estaba tan inmerso es sus pensamientos que sin querer sus labios lo traicionaron

Salvajes Where stories live. Discover now