Capítulo 10.- No mires, observa

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No supe exactamente cómo decirle a Ian a dónde planeaba ir esa mañana.

—Creí que desayunábamos juntos, como una familia —fingió estar dolido, estrujándose la camisa justo en el pecho. Pensar que mamá me dijo eso mismo alguna vez en broma me retorció el corazón.

Sonreí—. ¿No tenías trabajo como en media hora? Ya vas tarde, genio.

Pareció darse cuenta a penas.

—Media hora es suficiente para desayunar.

—Media hora es suficiente para que desayunes cereal y para que yo me apresure para no llegar tarde. Deberías hacer lo mismo.

—¿Te dicen mente maestra?

—A veces.

Tomé mis llaves y abrigo, dispuesta a ignorar cualquier otra pregunta que surgiera de él.

—¡Es domingo, Astrid! ¿A donde vas, de todos modos?

Yo cumplo lo que me propongo.

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Hace unos días en el café Hiccup me había explicado lo que sucedió la mañana del robo donde Chimuelo había resultado herido. Aunque lo hizo con brevedad, porque en resumidas cuentas, según lo que él pudo percibir, alguien se aprovechó y robó su billetera al salir de una tienda; pude sentir en su forma de hablar lo mucho que le pesaba estar en esas condiciones. No poder ver. Ponerse en peligro y ni siquiera ser capaz de defenderse propiamente o de verle el rostro al culpable, o su figura, o cualquier cosa que ayudara.

Después me di cuenta.

Hiccup tampoco quería hacer una denuncia, a pesar de que insistí varias veces. Yo podía ayudar. Yo sabía cómo era la persona que le había robado y la culpable de que atropellaran Chimuelo. Lo había visto, y aunque su rostro estaba medio oculto, las descripciones que yo podía dar de él podían resultar de ayuda.

Pero Hiccup siguió diciendo que no.

Se reusó cada vez, y hacía todo lo posible porque yo dejara de insistir bloqueando constantemente el tema.

La última vez que traté de persuadirlo ese día, un suspiro un poco irritado por parte de él hizo que yo cerrara la boca.

Quizá le preguntaría después.

Quizá podría verlo después.

Ahora mismo iba con Heather al museo. Había una exposición que ella deseaba ver desde que la anunciaron y, como siempre, siguiendo las normas de mejor amiga, yo tenía que acompañarla.

La semana pasada no nos pudimos ver después de todo. Su madre y su sobrina, Windy, habían venido de visita y ella decidió tomar un permiso y quedarse en casa hasta la semana siguiente. Claramente tampoco habíamos podido hablar mucho por falta de tiempo.

Hoy por fin podríamos charlar en paz.

—¿Entonces lo viste ayer de nuevo? —dijo a penas entrábamos al edificio, ella traía puesta una gabardina canela—. Eret diría que no pierdes tiempo —rió.

—Me importa dos pepinos qué diría Eret —No recordaba que estuviera haciendo tanto frío, el verano estaba a la vuelta de la esquina después de todo. Ver mi aliento en el aire me sorprendió—. Además, en serio quiero saber si Hiccup cambia de opinión con respecto a la demanda. Y no sólo por él, podríamos dar con el culpable y evitar que siga robando. ¿Cómo se atreve a robarle a una persona ciega? ¿Qué te dice que no le roba también a ancianitos o a niños?

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