Capítulo 10|Jimin

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¿Era normal querer romperle la cara ahora mismo a ese par de idiotas que decían ser mis amigos? Llevaba atendiendo la barra por más de dos horas sin descanso, y Hoseok y Taehyung no despegaban la mirada de esa revista de dudosa procedencia que había traído el pelinegro. Me molestaba que fueran así sabiendo que Nam nos había dejado solos.

Después de atender a la última persona que estaba en la barra, aventé el trapo con que me había limpiado las manos y me dirigí con ese par. Molesto, arranqué de las manos de Taehyung la revista obteniendo una mirada desapobatoria de ambos.

—¡Ey! —se quejó el rubio.

—¡Devuelvenos eso, Park! —Hoseok trató de tomar la revista pero lo alejé.

—En lugar de estar viendo sus porquerías deberían estar trabajando, idiotas —sí, sé podría ver muy mala onda de mi parte decirles esto, además porque eran mis amigos, pero ya me había cansado de ser yo siempre quien los cubriera y ellos no hicieran nada por agradecerme.

—¿Y por qué habríamos de hacerte caso? —retó el pelinegro y nueblé la vista mientras cruzaba los brazos.

—¿Acaso no les dijo Nam que estaba a cargo? —elevé una ceja y ambos negaron.

—No.

—Bueno, pues ahora ya lo saben —sonreí amargamente —. Ahora quiero que muevan sus culos hacia la barra y atiendan a esas personas —di vuelta dispuesto a seguir trabajando, pero su voz me detuvo:

—¿Sólo porque Nam te dejó a cargo ya crees que vamos a obedecerte? — me giré hacia el pelinegro que trataba de provocarme y se acercó a mi, mirándome fijo.

—Si quieren conservar su empleo, sí —contesté, no tenía ganas de discutir, pero si me buscaba me hiba a encontrar.

—Nam jamás nos dejaría sin empleo —hizo una mueca y reí.

—Yo puedo encargarme de eso.

—No lo harías.

—Ponme a prueba —apreté la mandíbula y el rubio se interpuso entre nosotros.

—Ya, chicos, no peleen. Jimin tiene razón, Hoseok, deberíamos trabajar ya —lo empujó hasta quedar lejos y tiré la revista al bote de basura que estaba a mi derecha.

—Imbécil.

[...]

—¿Ya te vas? —levanté la vista de mi móvil y negué observado al pelinegro acercarse a mi —. ¿Estás molesto? —se sentó a mi lado y suspiré bloqueando mi móvil antes de mirarle —. Escucha solo... Quiero disculparme por mi comportamiento, sabes que eres mi amigo y...

—Está bien, Hope —sonreí de lado —. Sólo estoy algo estresado, y también te pido una disculpa por mi comportamiento, sabes que soy un amargado —soltó una risa y negó. ¿Qué querían que hiciera? Hope era mi amigo. Sí, sé que a veces tenemos nuestras diferencias y peleamos, pero tenemos más de cinco años de amistad, y si de algo estoy seguro, es de que nuestra amistad, junto con la de Taehyung, es muy fuerte.

—Mira eso —fruncí el ceño cuando Hoseok golpeó mi hombro y giré el rostro después de mirarle mal. Su mirada estaba fija en la chica que buscaba entre la multitud algo o alguien. Llevaba una falda negra, una camisa de manga larga blanca y el cabello recogido en una media coleta —. Esa chica es...

—Sury —murmuré al reconocer ese rostro con facciones delicadas y le seguí con la mirada ¿Qué hacía aquí?

—¿Sury? Imposible. —

—Es ella.

—Pero... ¿Qué le pasó? Ahora se ve tan —mordió su labio y golpeé su brazo —. Perdón, es solo que se ve muy linda —masajeó su brazo y mire nuevamente a la chica.

—Simplemente nunca la habías visto arreglada —respondí. Segundos después, dos tipos de acercaron a ella, haciendo que retrocediera un poco y negara a cada que esos tipos le hablaban. La estaban molestando.

—Iré con ella —Hoseok estaba a punto de ir, pero le detuve colocando una mano en su hombro.

—Es mía —escuché que bufó, pero no me importó. Caminé hacia ella sin despegarle la mirada, se veía muy linda. Tenía que aceptarlo: a la mona puede sentarle bien la seda. Después de pasar entre varias personas, llegué a ella por detrás, observando sus largas y pálidas piernas, seguido de su espalda y terminé en su cabello. Tomé su cintura con una mano y, después de que diera un respingo, se giró al instante cuando la pegué a mi cuerpo. Nuestras miradas se encontraron y ahí fue cuando supe que no quería volver a ver otros ojos que no fuesen los de ella.

—Ji-Jimin —su rostro mostraba confusión y no pude evitar sonreír de lado al observarle torturar su labio inferior entre sus dientes.

—¿Te están molestando, amor? —miré a los tipos que estaban anteriormente mirándola como maniáticos y estos, al reconocerme, se alejaron. Volví mi mirada a la chica a mi costado y sonreí —Hola —. Bajó la mirada y tomé su barbilla para elevar su rostro hacia mi —. ¿Qué haces aquí?

—Y-Yo... E-Esperaba a alguien pe-pero creo que no ha llegado —ternura. Eso era lo que hacía esta niña, causar ternura.

—¿Quieres sentarte? —pregunté apuntando hacia los sofás que estaban solos y asintió dándome una rápida mirada. Tomé con más seguridad su cintura, sintiendo al instante como se tensaba, y la dirigí hacia los sofás dando miradas asesinas a los tipos que la miraban de una manera poco usual. Una vez sentados, la miré observar el lugar con curiosidad, como si nunca hubiese venido a estos lugares. La música no dejaba hablar bien, sin embargo, quería oír su voz, así que me acerqué un poco hacia ella, a su oído, y murmuré:

—No habías venido antes ¿cierto? —su rostro giró al instante quedando sus labios tan cerca de los míos que casi podía rozar nuestra piel de esa zona. Sury se apartó haciendo ese ademán que me había empezado a gustar desde hacía ya varias semanas: colocar detrás de su oreja un mechón de su cabello mientras me miraba de reojo, y negó.

—N-No.

—Eso pensé.

—Jimin.

—Mhm.

—Gracias por salvarme... Otra vez.

—No agradezcas, aunque deberías dejar de meterte en problemas —soltó una risita y después de eso me dediqué a mirarla, observando sus movimientos, analizando su mirada y su anatomía. Sí, tal vez sería un acosador, pero no podía dejar de mirarla, de admirarla. Simplemente me parecía hermosa.

Empezó a abanicar su rostro con ambas manos y apartó su cabello de su cuello desabrochando dos de los botones de su camiseta. Humedecí mis labios y apreté la mandíbula cuando me dio una vista panorámica de su pecho sin siquiera darse cuenta que mi mirada la estaba devorando.

—¿Bailamos? —sí, bailar era la mejor excusa que tenía para distraerme del bulto que empezaba a formarse debajo de mis vaqueros. Ella me miró nerviosa y, tras varios segundos observando a la personas que ya bailaban, asintió dándome una sonrisa tímida. Me levanté y tomé su mano guiándola hacia la pista, segundos después tomé su cintura y empezamos a bailar. Realmente nunca creí que esta niña supiera bailar tan bien; movía sus caderas, brazos, piernas y cabeza de forma que me era imposible controlarme ¿Qué mierda me estaba pasando? ¿Desde cuando me gusta la forma en que aparta la mirada al percatarse de que la observo?. Tomé su cadera y la acerqué a mi para atraer su atención al percatarse de que empezaba a sentirse incómoda.

—¿Jimin? —esa voz. Mierda.






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Danny BL

Hurt Me|Park JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora