22| Humillarse hasta que duela

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Sabía que estaba actuando de manera irracional. Estaba siendo un cobarde, pero la verdad era que no se sentía preparado para encarar a Daemon, no cuando las palabras que este le había dicho seguian pesando en su corazón. Tampoco era su intención comportarse como un niño llorón, y sin embargo no podía evitarlo...por que Max se había dado cuenta de algo: a él nunca le había importado que las personas se burlaran de él, sus comentarios le traían sin cuidado, pero con Daemon fue diferente y eso se debía a algo tan sencillo y complejo a la vez; Max se había enamorado de Daemon Colter.

"para que lo sepas, eres irritante y ahora que lo pienso, quizá esa sea la razón por la que tus padres no quieren pasar tiempo contigo y prefieren irse de viaje antes de tener que soportarte..."

No sólo le había dado a entender que nunca le agrado, sino que también utilizó en su contra algo que lo lastimaba demasiado: la mala relación que tenía con sus padres. Daemon había roto su confianza y no estaba seguro de querer perdonarlo. No es que fuera rencoroso, era simple y sencillamente que no quería salir lastimado de nuevo.

Claro que evadirlo e ignorarlo no estaba resultando demasiado fácil, pues Daemon lo abordaba y trataba de acercarse a cada oportunidad. Max se sentía agobiado y se había visto obligado a escudarse tras la compañia de Jason Cooper. Y ¡No!, no era que el capitán no le agradara pero sabía que era un poco rastrero utilizarlo para mantener a Daemon lejos, sobre todo porque sospechaba que Jason estaba intersado en él de manera romántica.

Justo en ese momento Max se encontraba caminando sólo en dirección de la biblioteca, algo que hacia los días en los que Billy debía quedarse al entrenamiento después de la escuela. Estaba sumido en sus pensamientos así que no reparo en la alta figura que caminaba en su dirección.

—Hola— dio un respingo al escuchar esa voz —¿Podemos hablar?

El castaño se quedo en blanco por un segundo al toparse con aquellos ojos oscuros. Tragó en seco y retrocedió un paso.

—Emmm, ya te he di-dicho que no tenemos nada de que hablar. —Empezó a ver a su alrededor, buscando una vía de escape.

—Por favor pequeño elfo, de verda quiero hablar contigo.

"Pequeño elfo" a Max le gustaba mucho el sobrenombre, lo hacía setir especial...eso antes de que Daemon le rompiera el corazón con sus palabras.

—Pero yo no quiero hablar contigo— no lo dijo con reproche, era más un tono cohíbido.

—Max...— Daemon se acerco y le puso una mano en la mejilla haciendo que el corazón de Max empezará una carrera desenfrenada. —¿Qué es lo que tengo que hacer para que me ecuches? ¿Quieres que me ponga de rodillas? ¡lo haré!

Y fue justo lo que Daemon Colter hizo, se arrodilló frente a un sorprendido Max sin importarle quien pasara por el corredor.

—Levántate— El castaño trato de hacer que el mayor se pusiera de pie, pero fue inútil. —Daemon, por favor levántate.

—No hasta que aceptes hablar conmigo, de verdad lo necesito...no he podido dormir desde que estuviste en mi casa y dije todo aquello...

Max de pronto se sintió molesto, porque de más esta decir que el tampoco había podido dormir desde ese día ¿entonces que derecho tenía Daemon a hacerse la victima? Se alejó otro par de pasos del pelinegro y arrugó la nariz con molestía.

—Ese no es mi problema, y si me disculpas ahora tengo que ir a la biblioteca...adiós— y en un agil movimiento paso por su lado y camino sin mirara atras.

Parte de él queria dar marcha atrás y decirle a Daemon que lo perdonaba, pero eso le daba tanto miedo como si estuviera parado  a las orillas de un abismo. Sólo esperaba que Daemon se cansara de buscarlo y lo olvidara...
Al menos eso es lo que se decía para no ceder a las ganas locas de saltar a sus brazos. Estaba realmente mal.

Un Golpe De Suerte (Suerte #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora