Capítulo 6

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Desde que la mente de Sasuke pasaba más enfocada en aquel niño de cabello negro, los días se le pasaban literalmente volando. Antes solamente se limitaba a dormir desde buena mañana hasta altas horas de la tarde, luego solía buscar algo de comer, algunas pocas veces terminaba buscando alguna camisa de Naruto para ponérsela (le gustaba su aroma), y al final, solo esperaba sentado en el sillón a la espera del rubio. Lo que más gracia le causa es ver como Naruto la mayor parte del tiempo anda con cabellos negros en su ropa. A pesar de que Sasuke estaba en el cuerpo de un humano, eso no detuvo la caía de pelo que todo gato tiene. Su cabello siempre estaba suave y con abundancia, algo que le extrañaba al Namikaze, ¿cómo podía tener tanto cabello si siempre se le caía?

Han sido muy pocas las veces en que Sasuke estuvo a punto de ser descubierto en sus escapes, jamás olvidará las vez que el tiempo se le fue volando en el orfanato, a pesar que Menma tuvo que irse al interior de edificio, eso no fue impedimento para que pudiese escalar a su habitación. Cuando llegó a casa, casi a los dos minutos después, Naruto estaba abriendo la puerta. O la vez que justo iba a irse y el rubio se había devuelto por unos papeles, se encontraron frente a frente en la puerta principal, en un incómodo silencio.

—¿Ibas a salir?

—¿Salir? ¿Yo? ¿Para qué? Ni que lo necesitara, solo... quería asegurarme que no estuvieras cerca.

¿Estás seguro? No sueles hacer eso, te conozco bien. —lo vio en sus ojos azules, no le estaba creyendo, y él tampoco era muy bueno para mentir, más bien, era pésimo

—Bien... es que escuché un pájaro y quería ir a cazarlo. —Naruto soltó un suspiro

—Creí que ya habías dejado esa maña de matar animales, de verdad que no cambias. —le dijo con una sonrisa al alborotarle sus cabellos oscuros. Esa fue la mejor mentira que le había dado, ¡y se la creyó!

Desde esa vez, siempre espera unos 15 minutos luego de que Naruto salía de casa. Y hoy no fue la excepción.

Se sentía mal por haberle hecho una promesa, que luego de tres semanas, sigue sin cumplir. 

Parecía que ya Menma lo esperaba, siempre estaba sentado en aquel columpio con una sonrisa mientras miraba toda la malla en su espera. Su carita se llenaba cada vez de más alegría. Le suele contar todo lo que hace cuando está solo, las cosas que piensa, sus sueños, etc. Y para su sorpresa, no era cosas muy infantiles. 

Hoy era un día lluvioso, los niños tenían prohibido salir. En la parte trasera del edificio, ya estaban sus uñas marcadas de las pocas veces que ha subido, solo tuvo que tocar dos veces la ventana para que el niño le abriera. Estaba haciendo mucho frío para su gusto, llevaba uno de los abrigos de Naruto, otra prenda impregnada con su aroma. Últimamente  ese olor lo relajaba.

—¡Sí viniste! —exclamó el niño con una sonrisa, Sasuke ingresó a la habitación escuchando como la ventana era cerrada otra vez

—Te lo había prometido. —esa palabra empezaba a dolerle —Además, empezó a llover cuando estaba llegando.

—Por cierto, hoy tengo algo para ti. —buscó una cajita de zapatos debajo de su cama, la cuidaba como si se tratase del cofre de un tesoro —Yo mismo la hice...

—¿Qué es? —se inclinó un poco para quedar más o menos a su altura

Menma mostro en sus manitas una pequeña pulsera, su dije era de un abanico rojo con blanco. Le gustó con solo verlo.

—¿Un abanico? —lo tomó entre sus manos observando cada detalle, tenía pequeñas piedras negras

—Sí, no pensé en otra cosa para ti. ¡Pero ese me gustó mucho! ¿Te... gusta? —Sasuke sonrió

Mis Siete Vidas Contigo [NS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora