El Bosque Prohibido.

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Querido diario...

Creo que no se por donde empezar y mucho menos por que puse querido diario, la culpa ha de ser de los Nargles...

Había ido al bosque prohibido siguiendo a unos Nargles, ellos son tan traviesos, que tomaron uno de mis aretes, llegue hasta uno de los árboles que tenía muchas hojas muy brillantes los Nargles jugaban ahí y yo los miraba.

Uno de ellos se escondió, siempre hacían cuando alguien extraño estaba presente, camine un poco y pude observarlo a el.

-Demonios!

Fue lo único que lo escuché decir mientras arremetía en contra de aquel árbol que no tenía culpa.

-El no tuvo la culpa de que los torposoplos hayan hecho nido en tu cabello.

No olvidaré la cara la que hizo cuando volteó a verme, estaba confundido y asombrado de verme ahí parada a su lado.

-Este no es un lugar para una niña como tú.

-Es el lugar indicado para haberte encontrado y que no dañaras más el árbol.

Por alguna extraña razón sonrió y el enojo que le poseía se había esfumado, me acerque a él y tire del nido que se había formado en su cabello, escuché como gruñía y se alejaba de el, se talló un poco su ojo diciéndome que eso había sido extraño.

-Lo que hayas hecho, gracias.

-Comienza a oscurecer y las criaturas se sienten incómodas.

Volví al camino y el seguía mis pasos, no dijo nada hasta que llegamos a las puertas del colegio.

-Luna, verdad?

-Luna; Theo si no te das prisa perderás la cena.

Camine por el Gran Comedor y tome una manzana, tenía que darme prisa o no terminaría el pergamino de un metro de pociones.

El Diario de RavenclawDonde viven las historias. Descúbrelo ahora