Esperame En La Gruta.

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—Tenés una idea de la hora que ya es Rowena? -Isobel le recrimina a su hija el haberse demorado, tanto así, que ella tuvo que ir a buscarla personalmente-.

—Candice y yo paseabamos un poco madre, no hay por qué haberos preocupado tanto.

—Rowena! Estabas en el bosque sola, como quieres que no me preocupe, si estás allá y además sin la compañía de Candice? -En el rostro de Isobel se notaba la furia que estaba intentando contener- Es peligroso, como se te ocurre adentrarte a ese lugar?

—Madre, a vos a olvidado que soy una bruja y que Candice también?

—Rowena! Por amor al cielo! Cómo crees que no voy a preocuparme, si es por eso que me preocupo aún más! Saben lo peligroso que puede ser que algún muggle las vea usando magia! -Habia descargado todo su enojo en aquellas palabras pues aunque a Rowena y Candice habían aprendido a dominar la magia, Isobel decía la verdad, una verdad que debían mantener oculta por el bien de la familia Ravenclaw y las personas que dependian del feudo, pues tenían familias de magos y muggles dependiendo de ellos, la familia Ravenclaw, era bastante generosa con cada una de las familias, se preocupaban porque no les hiciera falta alimento así como la salud que a comparación de otros feudos era el que mejores condiciones les ofrecía a sus pobladores-.

—Madre! No nos pasará nada tranquila... Somos cuidadosas.

—Rowena! No estabas con Candice, como quieres que no me preocupe, además que hacías sola en medio del bosque?.

Durante su recorrido se habían acercado al castillo por lo que las personas las comenzaban a mirar extrañas de ver a las tres mujeres y la mayor hecha una furia, por lo que Isobel se adelantó a entrar no sin antes dirigirse a su hija.

—Rowena te veo en la biblioteca después de la cena.

Sin decir una sola palabra más, Isobel se dirigió al castillo y entro al salón donde ya la esperaba su esposo en compañía de algunos miembros de otros feudos.

—Mi Lady, vuestra madre está muy molesta, ahora que haremos? -Preguntaba una temerosa Candice a Rowena-.

—Candice, no debes preocuparte, todo estará bien, ya se le pasará, la conozco bien.

Ambas jóvenes entraron al castillo, una entro a vigilar que todo estuviera en orden para la reunión que se llevaría a cabo con aquellos personajes a los que Rowena no le simpatizaba rodearse de ellos, mientras que la joven Rowena se dirigió a los aseos, pues su paseo en el bosque la había dejado su vestido un poco lleno de barro, pues en aquella época solía llover por las noches.

Mientras permanecía tomando aquel baño, que siempre tomaba sin ayuda, pues decía que no era una inútil y no comprendía como aquellas mujeres del círculo de sus padres solían hacer todo con ayuda de sus damas; un pequeño trozo de pergamino doblado en una extraña figura entro por uno de los ventanales que tenía una cortina de terciopelo azul levantada; salió lo más rápido que pudo de aquella rústica tina y poder alcanzar aquella singular figura, al tomarla entre sus manos pudo notar que poseía la forma de un zorro, cuando intento tocarla, está se desplegó en sus manos dejando entrever un pequeño escrito con una caligrafía que para ella era perfecta.

Lady Ravenclaw;

Espero no estar metiéndola en problemas con vuestro padre, me gustaria verla una vez más y aclarar esta situación, es tan extraño que acabo de verla y tener la necesidad de contemplar sus bellos ojos y escuchar cada una de sus palabras.

No sé si sea prudente pedirle que podamos reunirnos hoy, pero de lo contrario, que sea mañana, solo dígame en donde y así poder ir a vuestro encuentro.

Rowena termino de leer aquellas palabras, muy a su pesar se descubrió a sí misma con una sonrisa en su rostro, era extraño como aquellas palabras carentes de lógica habían despertado en ella la curiosidad, por lo que tomo aquel mismo pergamino y salio de su cuarto de aseos y se dirigió a sus aposentos, tomo una pluma y el tintero y escribió su respuesta:

Sir Weverly;

Me resulta extraño y a la vez fascinante el hecho de que usted quiera verme una vez más por lo que he decidido responder a su petición citandolo en un lugar prudente para ambos, así que esperame en la gruta.

Tomo el pergamino y lo encantó en la misma forma de un zorro, no había caído en la cuenta que solo ellos podían hacer esas cosas, y que la gente sin magia no lo hacía, pero en esos momentos no le importaba, solo quería que su respuesta llegará a manos del joven Dharius.

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