X: Aguantar

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El Aguante - Calle 13

Como había dicho en un capítulo anterior. Teníamos que aguantar los sabores a nada de los dulces de allá en Alemania. Hasta que por fin había terminado y mi papá se trajo dulces mexicanos. Más bien, los mandaron por mensajería los dulces. Así que mi papá fue al aeropuerto de Frankfurt y recogió la maleta en donde venían todos los dulces. No solo venía eso, sino que también venían frijoles... Frijoles ya hechos en bolsa. Alemania no aceptaba traer frutas y todo lo que provenía apse otro lugar. Y era obvio que no iban a aceptar frijoles que podían terminar siendo plantados... cosas así.

Así que decidí traer dulces mexicanos a la escuela. Me había traído tres paletas de mango con polvo que "picaba". Mi primer objetivo fue mi mejor amigo, a quien con solo ver la paleta, no quiso probarla, entonces una niña decidió probarlo, en cuanto lo probó ya se estaba muriendo. Le dije que me dé la paleta para yo comérmela. Mi segundo objetivo fue mi profesor. Le di la paleta, notó que la paleta picaba, así que decidió probarla. ¿Duró bastante tiempo? No tanto, solo pasó como 2 minutos y el profesor ya no pudo más. Así que tiró la paleta a la basura, se los prometo, pude apreciar como la paleta caía en cámara lenta hacia el bote de basura. No me sorprendía, era obvio que ninguno iba a aguantar. Un día mi papá le dió un dulce llamado "pulparindo" a uno de sus clientes y tuvo que comérselo en pedazos porque le picaba.

Un día después de eso. El profesor trajo un "pastel de chocolate", lo puse entre comillas porque literalmente no sabía a chocolate. Fuchs, le dió una rebanada a cada quien, entonces cuando empecé a comerlo me puse a hablar yo solo en mi mente. Estaba pensando en cosa como: "Le falta azúcar", "¿Qué es esto? ¿Pastel con sabor a harina?" "Está cosa no sabe a nada".

Me había acabado el pastel. Y entonces, Fuchs me da otra rebanada, aunque yo no quería él me dio otra. Y me sentía como el VIP de su clase. Entonces toda la clase se quedó como: "¿Qué le pasa profesor?" Me sentía genial. Me comí el otro pedazo de pastel que no sabía a nada. Y entonces el profesor me hizo una pregunta.

-¿Estuvo bueno el pastel?
-lo pensé por un momento y dije-. Nah
-¿¡No!?
-Nah. Le hace falta azúcar.
-Me lo hubiera dado a mi Herr Fuchs -un alumno agregó-.
-Pero le puse azúcar. ¿Que más querías? -preguntó Fuchs-.
-¿Si le puso azúcar?
-Si.
-Pues está azúcar no sabe a nada. Al menos para mí que soy mexicano.
-Con que razón no te gustó.
-me reí por un momento-. Si me gustó. Es porque los mexicanos no tienen los mismos gustos que los alemanes. Eso fue lo qué pasó.

Le había explicado a Fuchs lo de la azúcar y todo lo qué pasa entre los mexicanos. De que los mexicanos tienden a digerir más azúcar que los alemanes y que nosotros a todo le pones azúcar, al menos eso hace mi familia.

Pero entonces, quedaba un pedazo, y Herr Fuchs no sabía que hacer con ese pedazo. Hasta que se le ocurrió partirlo en pedazos. Me ofreció, pero yo no quería más. Ese pedazo que quedaba de pastel lo partió en cinco pedacitos. Entonces, llegó Aileen, Luan y otros tres compañeros más fueron como locos para agarrar un pedacito de pastel. Al parecer ellos sí sentían el sabor de ese pastel y yo no.

Al final, tuve que aguantar no poder percibir el sabor en aquel pastel que trajo mi profesor.

Diario 1: Una Vida en AlemaniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora