XVIII: Extranjeros

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Bueno, hubo una semana en la subdirectora me contó que personas de Estados Unidos vendrán a la escuela y que mis hermanos harían una presentación sobre Alemania desde el punto de vista mexicano. De alguna manera nada más ellos harían la presentación. Pero antes de que los americanos hayan llegado a Alemania, demasiadas cosas habían pasado.

Mi familia no podía hacer sus cosas que hacían allá en México. Por ejemplo, el negocio que tenía mi mamá de pasteles tuvo que dejarlo por la razón de tener que irnos a Alemania, y eso dejaba a mi mamá sin nada que hacer. Nosotros, mis hermanos y yo íbamos a clases de artes marciales, pero lo tuvimos que dejar por lo mismo y tampoco teníamos nada que hacer. Nos sentíamos demasiado raros al saber que teníamos más tiempo de jugar o hacer otras cosas. Así que el tiempo que sobraba los usábamos para ir al parque. Pero llegó un momento que lo que hacíamos para entretenernos ya no era lo mismo, nos aburrimos. O sea, leíamos, íbamos al parque, jugábamos con las consolas y todo.

Así que mi papá llegó con la idea de comprar películas y verlas como la buena familia que somos.

Dato interesante: Los discos que utilizas para ver películas, escuchar música y discos de juegos tienen región. ¿A que me refiero con esto? A que un disco que es de Latinoamérica solo puede ser reproducido en esa misma región, por lo que si llegas a poner un disco Latinoamericano en un reproductor de Europa o viceversa, no se podrá usar.

Así que aquel era el problema que teníamos. Pero se pudo arreglar fácil, teníamos que buscar una película en la que diga que se puede reproducir en cualquier lugar y nosotros tenemos una consola de juegos en la que puedes ver películas, así que si llegó a ser útil para poder ver las películas. En total, terminamos con 58 películas, y las vimos todas. Nosotros de alguna manera teníamos que encontrar una manera en la cual entretenernos, ¿pero para que entretenernos? Todo esto nada más era para esperar a que lleguen las vacaciones y poder viajar.

En esta semana en la que comprábamos películas en lo que esperábamos por las vacaciones, mis hermanos iban preparando la presentación y yo ya estaba teniendo mis primeras clases de cocina, al fin. Aquellas clases nunca irían a superar las de ferretería, pues cocina terminó siendo mi segunda mejor clase, excepto que al final de esa clase me ponían a lavar trastes porque según mis compañeros "no hacía nada".

-Ok -un compañero aclarándome- como no hiciste nada, tú vas a lavar los trastes.
-Pero, ¿no viste todo lo que hice? ¡Hice todo lo que me pediste! ¡Fui por todos lo ingredientes que me decías y seguí los pasos de la maldita hoja! ¿Y tú que hiciste?
-Yo puse los dos huevos en el recipiente porque el primero que trataste de poner se rompió y la cáscara estaba rota por todas partes. -me había dicho de manera burlona- Así que mejor ponte a lavar los trastes antes de que se acaben las clases y todos nos vayamos a nuestras casas.
-Está bien. -decía enojado- Lavaré los trastes porque no hice nada. -lo imitaba-.

Hubo un día, en el que el mismo compañero que me puso a lavar los trastes me puso ketchup en mi mochila. Yo ya había acabado de lavar los trastes, yo ya me iba a esperar a mis padres, pero la mochila la sentía muy pesada, parecía que tenía algo más allí dentro. Entonces me puse a averiguar, y era un gigante ketchup que él compró para cocinar y lo puso en mi mochila. No me quedo de otra más que regresar a la cocina y llevar la gigantesca ketchup que mi compañero me puso en mi mochila.

Y esa misma semana me puse a hacer algo nuevo en ferretería, una estantería de DVD's y Blu-Ray's, todo hecho de madera. Aquella estantería de películas me serviría de mucho, pues desde que las vi solo pensé en guardar las cajas de los videojuegos, pero después de que mi papá empezó a comprar las películas cambié de opinión y la usaría para guardar mis películas favoritas. Así que si las quiero volver a ver, solo necesito acercarme a mi estantería que había hecho yo mismo. Fue más de un mes de lo que me tardé en hacer eso y quedó genial, solo hubo un par de errores, pero siguió quedando genial.

Un día hubo clases de ferretería con los que tomaba clases de alemán, tú sabes, los refugiados. Y yo estaba cortando la madera para hacer la estantería, entonces al cortar la madera salía algo así como muy pequeñas partes de aserrín. Pero al cortar la madera yo la guardaba para jugar con ella. Pero entonces se acercó un refugiado con aspecto de chino o algo así, llega y sopla el monto del polvito que había salido de la madera y me da en los ojos. Empecé a gritar de lo que sentía en mis ojos.

-¡Mis ojos! -dejé atrás lo que estaba haciendo para quitarme lo que tenía en mis ojos con las manos mientras gritaba de dolor-. Duele mucho.
-¿Que pasó Matt? -Sebas preguntaba-.
-El... -trataba de recordar de dónde venía pero no me acordaba- el... ¡El chino! -Cómo no me acordaba de donde venía, me basé en su aspecto- ¡Sopló y me dio en los ojos!
-Matthew pero él no es chino, no me acuerdo de donde viene pero estoy seguro de que no es de China.
-¡Eso no importa! Lo que importa es que sopló y me dio en los ojos, duele mucho.

El que me había soplado no tenía ni idea de lo que estaba pasando, pues yo y mi hermano estábamos hablando en español. Así que mejor se alejó poco a poco. Mis hermanos me habían contado que había gritado demasiado y que estaban seguros de que se escucharía hasta la casa en la que vivíamos.

Y en esa misma semana en la que yo había empezado con mi estantería de DVD's o Blu-Ray's, mi familia empezó a comprar películas y mis hermanos harían la presentación sobre Alemania, empecé a tener clases de computación. Y el primer trabajo sería describirnos a través de imágenes. Y un miedo inmenso me invadía.

Diario 1: Una Vida en AlemaniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora