El joven de no más de dieciséis años recolectaba leña para poder cocinar la comida que esperaban tener hoy, llevaba el rifle en una de sus manos y varias ramas y troncos partidos que cargaba en su hombro. Pero antes de llegar al campamento tenía que encontrarse con Héctor, quien se encargaba de cazar algo. No fue difícil encontrar su lugar de reunión pues ambos eran los encargados de ir a explorar juntos, aunque luego Héctor dejaba que Samuel fuera por si sólo.
-Sam -el chico se levantó una vez lo vio llegar- al fin llegas.
-Sabes que yo si hago mi parte.
-Oye encontré un venado, yo también hago lo mío -se justificó, Samuel río.
-Andando que si no tu padre nos mata.
Samuel y Héctor caminaron directo al campamento, estaban cerca del bosque en una cabaña que encontraron hace ya un año. Les iba bastante bien y todos seguían su vida normal, al menos todos menos Samuel.
-Oh genial hoy comeremos carne -dijo Elvisa al ver lo que su hermano traía.
-Y podremos cocinarla -dijo Samuel dejando la leña a un lado- deberías darme las gracias a mi querida.
Elvisa le dio un golpe en el brazo, quería a Samuel como su hermano menor, le era inevitable tratarlo así si se llevaban casi cuatro años de diferencia.
-Andando que morimos de hambre.
Samuel y Elvisa entraron a la casa, Héctor fue a la parte de atras para quitarle la piel al venado y así poder comerlo, Nadia se encontraba en la cocina cortando unas verduras.
-Hola primita -dijo Samuel al verla, sin preguntar antes tomó una zanahoria y le dio un gran mordisco.
-Sam deja ya que si no hoy no comemos -dijo quitandole la zanahoria.
-No te preocupes, Héctor a cazado un venado, tenemos comida para hoy -se sentó en la mesa.
-Iré a ver que tal le va -dijo dejando el cuchillo a un lado de donde estaba cortando todo- Eli, ¿Puedes cuidar qué no coma nada más?
-Confía en mi.
Nadia salió de la habitación y Samuel aprovecho para volver a tomar la zanahoria que ya había mordido, Elvisa no lo detuvo, al contrario tomó una también.
-Ellos se traen algo ¿Sabes? -dijo Samuel viendo a Elvisa.
-No la culpo, tengo un hermano muy guapo.
-Y yo no lo culpo a él, mi prima es muy linda -ambos rieron.
-Pero será raro verlos como pareja.
-¿Por qué?
-Bueno si algo malo llega a pasar de nuevo...
Elvisa y Samuel dejaron de hablar pues ellos fueron los más afectados cuando tuvieron que dejar ir a sus amigos. Elvisa no lo admitía pero Álvaro era su hermano preferido por lo que su ausencia había hecho que se deprimiera por más de un año y Samuel extrañaba a mucho a Guillermo, no había día que no pensará en él.
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La comida había terminado y todos hacían una cosa para no aburrirse, John había salido como siempre con Héctor al pueblo más cercano para buscar algo que comer al día siguiente, Jena le enseñaba a Elvisa a usar el arco mientras Nadia las observaba y Samuel hacia su rutina de siempre que consistía en salir sin que nadie supiera hacía un lago que tenían cerca, los hombres no acostumbraban a estar por la zona gracias a que se quedaban atorados en el agua.
-Las cosas buenas de Zombielandia... -dijo al sentarse a la orilla, era algo que seguía haciendo sin importar el tiempo- Nadia ha encontrado a alguien, mi puntería a mejorado y tenemos una buena fortaleza -miro el peluche que tenía en sus manos, siempre lo traía consigo- las cosas malas...no hemos encontrado a más sobrevivientes...y ya no estas aquí, hace mucho que no estás aquí.
Samuel volvió a ver el pequeño peluche de tortuga que tanto había cuidado durante estos cuatro años.
Desde que había perdido a su amigo todas las noches antes de dormir recordaba lo bueno y malo de estar en Zombielandia, al igual que como lo hacía el junto a Guillermo. Cuando llegaron ahí y él encontró el lago iba luego de comer, sin excepciones, pues nadie sabía que hacía esto cada tarde porque de saberlo no lo dejarían salir ni con Héctor.
Cuando pensó que ya era muy tarde se levantó y lo volvió a guardar el peluche en el bolsillo de su cazadora, camino con intenciones de ir a la cabaña pero escucho un crujido, como el de las ramas al romperse, se detuvo y saco su arma. Volvió a escucharlos y la cargo.
Entre los árboles vio una silueta y sin pensarlo dos veces disparó, solo cuando dejó de escuchar ruido cerca se relajó pero poco después una flecha paso justo a su lado, rozándole la mejilla lo que le causó un pequeño corte en ella.-No dispares o esta vez no fallare y caerá en tu cabeza -una voz masculina se dejó escuchar.
-¿Y quién te asegura que yo no disparare antes que tú? -dijo apuntando hacía donde vino la voz. Nunca había sido de la idea de agredirse entre vivos pero si eso dependía su supervivencia no dudaría en jalar el gatillo.
-No tendrías tiempo...-contesto saliendo de su escondite- jamás he fallado un tiro.
Samuel vio muy bien a la persona que lo estaba retando. Era un chico, parecía tener menos edad que él pero tenía su cabello similar, un poco largo pero sin ser exagerados, también llevaba puesta una chamarra de mezclilla y pantalones del mismo material, además de traer un arco y flechas.
-Yo tampoco he fallado uno -contestó cargando el arma.
-Fallaste cuando me disparaste la primera vez -el chico le sonrió sin dejar de apuntarle.
-Tuviste sólo suerte.
El chico seguía apuntándole sin tener intenciones de apartar su arco de su objetivo pero de un momento a otro desvío su mirada y disparo a su lado izquierdo, Samuel se movió rapidamente y vio al zombie que tenía detrás, con una flecha en la cabeza, este cayó a sus pies.
-Sigues teniendo suerte al parecer -el chico río pero no paso mucho cuando dejo de hacerlo.
Samuel estaba en shock, estuvo a nada de morir y este chico el cual iba a matar lo había salvado, le debía la vida. Cuando se volteó para darle las gracias vio a aquel chico tomar el peluche de tortuga que se le cayó cuando se volteo.
- ¿D-dónde lo conseguiste? -el chico había dejado caer su arco viendo el peluche.
-Fue hace mucho -Samuel vio como el chico casi lloraba al ver el peluche- es algo muy importante para mi...-contestó algo avergonzado, nadie sabía de eso- regla número siete de Zombielandia -susurro Samuel para si mismo.
-Nunca olvides a tu mejor amigo -dijo el chico levantando la vista con los ojos llorosos.
Samuel no sabía que decir, esas reglas las había inventado con Guillermo, nadie sabía de ellas, ¿Por qué este chico si?, fue entonces cuando la idea más loca se le ocurrió de repente.
-¿Gui-guillermo? -Samuel había comenzado a llorar.
-Samuel -el chico lo miró a los ojos y sonrió.
No podía creer lo que estaba viendo, frente a él estaba su amigo, aquel que creyó muerto durante mucho tiempo, pero estaba ahí, en verdad estaba ahí. Sin dudarlo un momento más lo abrazo muy fuerte.
-¿C-cómo...cómo es que estas...?
-Cuando salimos de la casa...-Guillermo seco sus lágrimas- Margie sabía que no lograríamos salir de ahí con vida, así dejamos el auto y nos escondimos en una casa hasta que los zombies se fueron. Intentamos buscarlos pero jamás los volvimos a ver hasta ahora -lo apretó entre sus brazos. Yo creí...creí que no te volvería a ver. Te creía muerto.
-Yo tampoco lo creía -se separo de él- pero estas aquí, ¡Dios, estamos de vuelta juntos! -volvió a abrazarlo.
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Les dije que no me odiaran :3
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Reglas en Zombielandia || Wigetta
FanfictionRegla N° 7 en Zombielandia: Nunca olvides a tu mejor amigo. ~•~•~•~•~•~•~•~ Inicio: 5/Abril/2018 Ternino: 29/Octubre/2018