¿Se sintió?
Más que intriga, era lo que se descubría.
El deseo de sentir, pronto se vivía.
Con lentitud caminé hacia la mesa, mis pies persiguiendo las luces que retocaban el mármol ónix que se perdía en las sombras del anochecer. Necesitaba ser sigilosa como siempre. Cada paso, cada respiro contaba. En especial si Cid tenía invitados que podían sospechar de un reciente... ataque. Algo que iría en contra de sus recientes negocios.
Alisé mi vestido y coloqué las armas en su lugar antes de tomar asiento al lado del rubio. Todos estaban alrededor de la mesa, algunos sentados, otros resguardando las espaldas de algunos reflejos, inspeccionando el lugar aunque ya lo hubieran hecho. Sus ojos cayeron en mí, pero le dieron más importancia a Cid, quien seguía señalando las copas con el licor de gema que bebieron a gusto, excepto él.
Tomé mi vaso con agua y limón... consciente de cómo aquellos ojos grisáceos, con los rayos azulados verdosos, seguían mis movimientos sin perder esa pizca de diversión que recogía su atractivo rostro. Ahí seguía esa sonrisa endemoniada, la elegante y estoica postura, y el fulgor que elevaba su seguridad.
Con eso supe que, pese a estar rodeado de guardias, solo lo estaban acompañando. No los necesitaba. No como Cid, quien seguía limpiándose las manos disimuladamente.
Un reto marcó mi mente... dirigiendo mis ojos a los reflejos alrededor. Habría atacado primero a quienes tenían un arma, luego por quienes tomaron el licor de gema y...
Él siguió en silencio. Su mandíbula marcada se pronunció ante su respiración y el cabello, algo desorganizado, negro carbón, cayó sobre sus felinos ojos. Y demonios, era el rompecabezas perfecto. Lo habían hecho, no solo con amor, sino con ganas.
Hasta que se fundiera y ardiera el condón.
Caí sobre la silla, sintiendo que la oscuridad se apoderaba con el pasar de los segundos mientras esos reflejos permanecían ahí. No importaban mis armas, la energía que desprendía, el poder que vibraba en el aire, era diferente.
Uno de ellos, hizo un movimiento con el mentón.
—Acabemos con esto.
En un chasquido, le entregaron una carpeta a Cid. Sus dedos anillados a la vista al sostener los documentos, y puede que quisiera enmarcar simpleza y superioridad, pero todo se desvaneció cuando observó a cada reflejo sentado de hito a hito, sin saber a quién hablarle directamente.
Así permaneció por unos segundos, hasta que dijo:
— ¿A qué Kuznetzov le estoy dando la cara?
Todos los reflejos alrededor se miraron entre sí, excepto uno. Él.
—Ten más cuidado de cómo hablas de un Kuznetzov, humano—gruñó reflejo más cercano a Cid, haciéndole retroceder como el cobarde que era—. No intentes jugar.
Cid bajó la carpeta hasta tocar la mesa, apretando la mandíbula. Si algo salía mal, aunque me costara la vida, sabía que tendría que defenderlo. Tensé la espalda. Preparada.
—Son demasiados ¿cómo quieres que les distinga? —Su dedo señaló una, dos, tres veces los documentos, pero no le quitó los ojos de encima al más joven entre todos, el más indiferente y distinguido—. ¿Con quién estoy haciendo negocios?
Fue entonces que el silencio se pudo haber cortado con mi daga en ese instante. Los reflejos se acomodaron y el más joven se inclinó solo un poco con la frialdad marcando sus hermosas facciones. No necesitaba acortar la distancia, su voz grave y profunda:
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REFLEX [✔#2]
ParanormalSEGUNDO LIBRO DE LA SAGA #2 Seguramente ya te han consumido, pero ahora... ahora te harán sentir. #2 Suspense 20/01/21 Protegida por Derechos de Autor Co, 2020. © No copiar, no adaptar ni tomar nada de la historia.