REFLEX [✔#2]

0,41

En una balanza, en un barco, se hallaba el bien y el mal, el amor y el destino. ¿Quién ganará? A lo mejor, tú mejor amigo.

No fui capaz de recordar, no por completo, de cuándo llegamos a la casa de la familia de Derian, tampoco pude recordar quiénes nos recibieron o qué preguntas hicieron. Habían solo lagunas, enormes, gigantescas y profundas en las que me estaba hundiendo poco a poco sin saber lo que hacía con exactitud.

Supongo que permanecí dormida por una hora, aunque pareció mucho más. De ese modo, ninguno fue a visitarme, nadie, ni siquiera Eila, fueron a preguntarme qué había sucedido. Cabía la posibilidad de que Kayne ya lo hubiese explicado, pese a no haber estado ahí presente, sin embargo, mi actitud, la manera en la que me encontraba; tanto en cuerpo como mentalmente, era una prueba, lo suficientemente clara como para que supiesen la gravedad del asunto.

Levanté mis manos, parpadeando varias veces, para darme cuenta de que estas no habían dejado de temblar en ningún momento. Mi piel estaba más pálida que antes y las venas dejaban a la vista cómo un aire oscuro se escurría por mi cuerpo, sin que fuese consciente por completo de que estaba ahí.

Ahora no sentía nada. Fue más complejo comprenderlo, pero era cierto. Sí bien cuando conocí a Derian había algo que me invitaba constantemente a sentir y a dejarme llevar por esos sentimientos que me pertenecían o que él lograba crear, eso desapareció. Se esfumó entre la neblina que nos acompañaba ese día, dejándose llevar por las nubes opacas, tristes, esperando alcanzar el cielo.

—Será mejor que tomes esto antes de bajar—estableció Izye, dejando una taza humeante a un lado de la cama. Sí, ahí estaba. Era una cama, era la casa del niño reflejo y seguía viva. Mi corazón seguía latiendo. La reflejo siguió mi mirada y del mismo modo tocó su pecho, como sí conociese la sensación de estar vacía, hueca, pero al tiempo sintiendo que algo extraño retumbaba en su interior—. Te necesitan allá, Ayla. Lo que sabemos no es nada, comparado a lo que tú sí y... entre más rápido actuemos, mejor será.

Mis dedos actuaron junto a un viento fantasmal, tomando la taza caliente. Los espirales fueron subiendo hasta llegar a mi nariz, llenándome de aquel conocido aroma de frutas tropicales vibrantes, colándose por mi sistema.

— ¿Qué podría hacer yo, más que repetir lo que Kayne ya les dijo?—musité con voz ronca. La garganta me dolía, la sensación de que ésta se encontraba rasgada y lastimada se pronunció del modo en que me fue complejo pronunciar las siguientes palabras—: Lo pensé y medité. Podría ayudarles, darles información, pero sería en vano. No sabemos qué se llevó a Derian, yo no hice nada para impedirlo y dejé que me llevaran en el proceso—Sus ojos ámbar siguieron mis movimientos en tanto le daba un sorbo a la taza, comprendiendo mis palabras.

»Y sí he de matar a alguien más, supongo que necesitaré mi equipo y de ese modo lograré irme finalmente, los dejaré...—exhalé, sabiendo muy bien lo que decía. No obstante, no lo sentía y no tenía que hacer nada en ese lugar—. Hicieron mucho por mí y sé cuánto valor tiene para ustedes su familia. Por lo que me llegó a importar en el pasado, ayudaré.

—No te estoy pidiendo que te quedes aquí a llorar, porque eso ya lo hizo Eila, y aun así ya se levantó. Estamos siguiendo pistas, encontrando información, con todo el equipo más sofisticado en tecnología, y somos los mejores en eso, pero lo que digas e intentes hacer, el solo participar, servirá—dispuso. La seguridad en su tono se escurrió por mi espina dorsal. Volví a tomar un sorbo de mi taza, desinteresada por lo que dijese, de todas formas, ya había tomado una decisión—. Estoy de acuerdo con que nos ayudes, con lo que puedas, después de todo, unas manos asesinas no nos vendrían mal. Pero se acerca una guerra, Ayla, y sí me es necesario pagarte para que te quedes, espero que lo hagas. Cuando termine, podrás irte.