Capitulo dos

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P.V.O Harry

– ¿Y dónde fue eso Hermione? –

– Él los siguió hasta Perú y desde ahí les perdió el rastro, sus secuaces no pudieron encontrarlos y fue cuando estalló la batalla, ya no pudieron seguir rastreando por lo que esa fue la última información que tuvo–

– Herms, eso fue hace más de dos años, es muy probable que ya no sigan ahí, además tu misma dijiste que cuando los hechizaste modificaste sus recuerdos para que creyeran que querían vivir en Australia– odiaba ser yo el que le dijera eso, pero es mi amiga y no quisiera ver como sus ilusiones se desinflan de nuevo.

– Eso ya lo sé, pero buscamos toda Australia durante dos años Harry, ahora esto es lo único que tengo, necesito algo a lo que aferrarme, si Sadley no me da nada de importancia mañana viajaré a Perú y los buscare. Necesito hacer algo o voy a volverme loca, tengo que saber si siguen vivos– Las lágrimas asomaban sus ojos, sé cuánto le dolía su ausencia y la incertidumbre. La abrace y apoyé mi barbilla en su coronilla.

– Yo iré contigo Herms, no te voy a dejar sola en esto, ninguno lo haremos– Esta mujer simulaba ser la más fuerte del mundo, pero no tenía que serlo siempre, era nuestra pequeña hermana– Hablaremos con el ministro mañana después de tu cita con el auror y le pediremos unos días, no sé si Ron vendrá con nosotros. Hablaremos con él.

– No creo que Ron quiera venir, Lav-Lav le hará problemas– Me reí cuando mi amiga rodó los ojos y puso mala cara. Lavender nunca superó el corto noviazgo de ellos y cada que podía hacía una escena de eso–

– No es que a Ron le importe mucho lo que diga ella Herms–

– Yo sé que no Harry, pero yo no quiero ser nuevamente una causa de sus problemas–

– Eso lo decidirá Ron. Yo tengo que ir al ministerio dentro de media hora, tengo una reunión con el informante y Ron creo que tiene que atender unos papeles antes de ir a la academia, le diré que vayamos juntos y podremos hablar– A Ron le cuesta más que nosotros rendir sus exámenes, necesita llegar a un excelente en ocultamiento, una de las credenciales académicas, si quiere terminar el próximo año como auror, ya que su rendimiento en duelo es uno de los mejores, uno de los profesores amigo del señor Weasley le ayuda por la tarde y Hermione los fines de semana

– Puedo acompañarte Harry–

– De hecho, necesito que me hagas un favor. Hable con Andrómeda y ella tiene que ir a San Mungo, me pidió que cuidara a Teddy y me había olvidado de la reunión y no puedo...–

– Basta Harry, yo lo cuidare. No te hagas problema– Le bese su frente y entramos abrazados a la madriguera, no hacía falta decir más, habíamos pasado por tanto que nos entendíamos demasiado. La dejé en la cocina con Molly y yo me fui a buscar a mi novia para despedirme.

P.V.O Draco

Silencio. El más absoluto silencio es lo que me rodea, que se ve interrumpido por segundo por los latidos de mi corazón y juro que hasta puedo escuchar la sangre circular por mis venas haciendo eco en los cuartos de la mansión, tan vacía a excepción de dos personas más. Mi padre seguramente está embriagándose con uno de sus licores importados en su despacho y mi madre estará en la sala de alguna familia que todavía la reciba tomando té o en el jardín, ocultándose de Lucius. ¿Y yo? bueno estoy aquí mirando el pulcro techo blanco de mi alcoba, no es que no tuviera cosas más interesantes que hacer como pensar en él mi juicio de la semana anterior o en los futuros juicios de mis padres o pensándolo bien en la futura condena de Lucius que era lo que me alegraba los días desde la guerra. El saber qué él tarde o temprano (mejor cuanto antes) estaría en uno de los penosos calabozos de la prisión mágica me reconfortaba unas horas al día, pero no era suficiente para evitar pensar en mi lastimero pasado o en mi presente vacío o un futuro aún peor. Tal vez la vida del pasado cuando vivía en la inocencia y cegado por promesas de un futuro con poder no fue tan malo, pero una vez que me saqué la venda de los ojos pude ver que era lo que me esperaba. En mi futuro lo que se veía es lo que hay ahora, una vida vacía hundida en la penumbra. No importaba el bando que ganará la guerra, sabía que lo que me esperaba era solo vestigios de lo que una vez fue la gran familia Malfoy, conocida en antaño como parte de la realeza del mundo mágico y ahora solo somos la peste que hay que erradicar. A los mortífagos que nos marcaron en la adolescencia no nos encerraron acreditando que no podíamos dar nuestro consentimiento, estábamos bajo la influencia de los mayore; eso y el hecho de que nuestras manos no estuvieran tan manchadas también ayudaba. Ellos quizás tuvieran razón en algunos casos, pero a mí nadie me obligo, yo elegí porque era lo que quería, ambicionaba el poder y ser parte de un séquito de personas que revolucionarían nuestro mundo que nos pondrían en el lugar que merecíamos, por encima de todas las razas. Nosotros seríamos únicos e intocables, las futuras generaciones nos venerarían y habría libros de nuestra historia que hablarían de como los sangres puras sacamos de las sombras a los magos y brujas y sometimos a los muggles. Yo quería eso, ser respetado y envidiado y lo único que tenía era odio y repulsión. Tarde comprendí que todo lo que me prometían era una porquería envuelta en galeones y plumas de fénix. Salirme no era una opción, una vez dentro si desobedeces el castigo es fatal y si te vuelves desertor la muerte es el camino más probable. Cuando Lucius fue encarcelado recibí castigos a carne viva, si bien mi querida tía Bella estaba adherida a su varita como si fuera una extensión de su brazo le tenía un especial apego a su daga y a dar castigos con ella; cortó partes sensibles de mi cuerpo, nada a la vista de los simples mortales como les decía ella, pero me presento a el señor tenebroso como si fuera su obra maestra, repitiendo una y otra vez que las cicatrices permanecerán, que no había magia que la borrara. Si bien ese no fue uno de mis días favoritos no estuvo entre los peores ya que mi padre podía ser bastante imaginativo con un látigo en su mano.

Relicta morteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora