•Capítulo veintitrés.

790 44 24
                                    


23.

La noche más larga.


Robert Lightwood nunca pensó que se encontraría en una situación como esta alguna vez; había tenido encuentros de una sola noche varias veces desde el divorcio, por supuesto. Mujeres de su edad, con diez años menos inclusive, pero nada se podía comparar a su situación actual.

Mhm, sí. Sí, justo así.Gimió el muchacho, echando la cabeza hacia atrás.

Robert tenía a un hermoso jovencito en el regazo, frotándose contra él y lloriqueando de placer. Y no sabía si lo que hacía estaba bien o no. Los cazadores de sombras eran mucho menos estrictos con las relaciones que los mundanos, por ejemplo, Celia Kingslead era casi veinte años mayor que su esposo Jesse. Y el tres veces viudo Ronald Cartwright había contraído nupcias con Lina Montblanc, una mujer diez años más joven. La edad no era un factor determinante en las relaciones amorosas en su mundo, pero aún así, Robert no podía sacarse de la cabeza que lo que hacía no estaba del todo bien. Una parte de él sentía que se estaba aprovechando del pobre chico.

Tony seguía moviéndose sobre él, aferrado a sus hombros, y Robert le retiró el cabello de la cara para ver su expresión. Tenía el entrecejo fruncido y una expresión de concentración, se veía adorable. Las mejillas estaban ruborizadas y la frente perlada en sudor, Tony entreabrió los ojos para mirarle por un momento. Sus movimientos eran cada vez más descordinados, Robert presumió que el chico estaba cerca de alcanzar su climax y decidió ayudarlo. Con las manos que tenía en las caderas de él lo pegó más a su cuerpo y dejó que su boca descendiera hasta los pequeños pezones amarronados del joven. Después de solo una mordida en el pezón izquierdo, Tony se vino sobre sus abdominales; Robert sonrió, sosteniendo al muchacho mientras bajaba de su cumbre.

El chico cayó como un peso muerto sobre él con un último jadeo, Robert lo acomodó en el colchón con delicadeza y Tony rodó sobre su estómago, soltando una risa perezosa.

Por Deu. Murmuró entre risas. No puedo creerlo.

El rostro de Tony estaba medio escondido detrás de su frondoso cabello. El hombre le plantó un beso sobre un hombro, animándole a compartir sus pensamientos. Tony giró la cara y le miró con ojos brillantes.

Estoy en la cama con un hombre por primera vez y es grande y fuerte y muy atractivo, y también es el padre de mi jefe.Exclamó, negando con la cabeza. No quiero decirle al señor Morgenstern que me he acostado con su padre tras media botella de vino.

Robert negó con la cabeza esta vez, dejando salir un gruñido.

Ni siquiera terminaste tu cuarta copa.

Robert volteó a verlo una vez más al no obtener un comentario tras lo último; Tony se le había quedado mirando, y contemplaba embobado como el hombre se sostenía a sí mismo en mano.

Puedo ayudarle con eso, si lo desea. Murmuró el joven, recorriendo su erección con la mirada hambrienta. O puede usarme, si le parece mejor.

Robert se dio un ligero apretón y asintió, robándole un beso en los labios antes de colocarse sobre él. Tony gimió cuando el hombre tiró de sus caderas hacia arriba, y arqueó la espalda obediente, estremeciéndose al sentir la pesada erección del Inquisidor instalarse entre sus glúteos.

Antoine. Gimió Robert en su oído, deslizando ambas manos bajo el muchacho para sostenerse de su pecho y comenzar a embestir.

Segunda oportunidad. {Jonalec}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora