01

1.5K 110 19
                                    

Era una época de primavera y con la extraña doctrina que se impartirá en Inglaterra el banquero Gerald Broflovski tomó la decisión de llegar a aquel país con solo el deseo de una vida tranquila y pacífica.

Inglaterra era una hermosa tierra, la moral reinaba en las calles con mano arduamente dura, pero no siempre sucede lo que se espera en Verdad, talvez Inglaterra no era tan moral como este hombre de treinta años pensaba. Las calles de día eran tranquilas hasta que la oscuridad de lad noches cubría con su manto las calles.

Kyle de tan solo trece años junto a su hermano menor Ike de ocho estaban impactados de lo que Inglaterra les entregaba a mares, era una bella tierra.

Al llegar a Inglaterra era sorprendente, la revolución industrial le daba a este país un toque gris oscuro, los edificios y sin hablar de las hermosas polillas que en su facultad de mimetizaban entre los hollinosos edificios. Para Kyle los insectos eran una extraña fantasía, el pelirrojo de descendencia judía estaba enamorado de las mariposas y todo insecto poseedor de alas, coloridas o translúcidas.

La gran mansión que su padre había adquirido tras un deudor era magnífica, las palabras eran pocas para los dos menores, unas áreas verdes que ante los ojos esmeralda del pelirrojo eran hermosas; Las amplias habitaciones y sin decir del diseño arquitectónico del gran hogar la volvían una casa parecida a las de los cuentos de hadas.

Al cumplir los Quince años de edad Kyle ya no dependía de tutores o algún monje que le impartirá clases, el era un ser autómata, no necesitaba de los demás para aprender algún arte de la época; Desde las gran ciencia de la matemática hasta la música, Kyle era uno de los mejores a su edad.

La gran reina Victoria para el gran inicio de la primavera realizó un baile donde fueron invitados los burguesas y la realeza vecina a participar de este evento. Por obligación y demanda de sus padres Kyle Broflovski estuvo en la obligación de asistir


"La vida no son sólo libros, hijo mío, los enlaces del triunfo se realizan atraves de las personas"  hablo su padre logrando convencer al pelirrojo de su asistencia al baile de la reina Victoria primera.

Las mesas, los candelabros de cristal, los jardines de palacio y hasta las hermosas mujeres sorprendieron al muchacho de escasos años, la burguesía era un platillo de psicología humana, las niñas burguesas buscando ser la más hermosa o buscando al joven más rico para poder ser cortejadas con el dinero a raudales que este habría de tener; los joven mirándose como si la vida fuera una sorpresa de cada día.

El pelirrojo vago por el palacio mientras buscaba algo bueno que hacer en ese lugar, pero no, solo había nada y más de nada hasta que un piano de cola en uno de los salones le llamó la atención con gran intensidad. Pero en el había un castaño de cuerpo robusto que solo daba a notar unos guantes de color negro que resaltaban en las teclas del piano. Al parecer tocaba con gran entusiasmo, como si la música dde lo llevará a otro lugar y eran solo el y la melodia en notas.

Kyle lo escucho por unos minutos muy cortos mientras veía la tes blanquecina del castaño y sus ojos de un café intenso.

"Es de mala educación no presentarse, judío" 
habló el muchacho mientras que de rojo miraba el pelirrojo, su gesto era sereno pero lo que más llamó la atención del pelirrojo eran sus ojos, penetrantes y gélidos.

"Lo lamento, pero ¿Cómo sabe usted acerca de mi linaje?"
Respondió el pelirrojo haciendo una sutil reverencia al chico que le había encontrado espiando.

El castaño se detuvo de un momento a otro, una sonrisa suave y amable se formó en sus labios mientras que volvía a voltear hacia el piano y una melodía tan pura, casta, era triste, pero Kyle recordó haberle escuchado alguna vez en su corta vida.

"Os iusti meditabitur sapientiam
et lingua eius loquetur iudicium.
Beatus vir qui suffert temptationem,
quoniam cum probatus fuerit

accipiet coronam vitae".

Su voz suave y aguda se complementó con el piano, sonaba una sola junto al piano de teclado de marfil mientras que el castaño se deleitaba ahora no solo con el piano si no que con la voz del muchacho pelirrojo que le daba un nuevo impacto a la canción que toda su vida había escuchado de su madre "Lilium" era una pieza de autor desconocido, era un fragmento de la palabra de Dios hecha música.

"Kyrie, ignis divine, eleison.
Oh quam sancta,
quam serena,
quam benigna,
quam amoena,

oh castitatis lilium"

El pelirrojo continuaba cantando sin notar que no solo eran ellos dos en el salón, ahora eran más personas enfocadas en ambos muchachos que en su mundo melódico eran solo ellos dos y un solo sentimiento, el dolor.

"Kyrie, ignis divine, eleison.
Oh quam sancta,
quam serena,
quam benigna,
quam amoena,

oh castitatis lilium"

Al acabar se escuchó la voz de la reina Victoria primera en el gran salón mientras que sus manos aplaudían con cortesía hacia ambos jóvenes que no solo interpretaron la canción de los dioses, si no que le daban a los presentes el sentimiento que ambos estaban compartiendo con el corazón en la mano ante todos.

"Bien hecho judío" 
se burló el castaño mientras hacía una gentil reverencia y el como la reina lo hacía con toda cortesía.

"Sobrino querido, tu interpretación no tuvo que envidiar a la del joven Broflovski"
agregó la reina con sutileza para luego ver a los ojos del muchacho robusto.

"Gracias reina"
agradeció el castaño pero la reina con una risita algo contagiosa negó y camino hacia las ventanas del palacio. La fiesta dio comienzo sonando el balz y la voz de un rubio muchacho de ojos azules color cielo, los describió Kyle mientras veía el como todos bailaban en medio del gran salón del castillo. 

Al salir hacia uno de los jardines predispuestos para la fiesta observó a un muchacho de azabaches a cabellos y tes tan blanquecina como la leche materna, el joven estaba en las orilla de la gran fuente del medio. Un sentimiento se alojó en su corazón, era llamativo y el golpeteo de su corazón lo hacia con gran fuerza.

"¿Existirá el amor a primera vista?" Pregunta dudosa para el mundo pero en ese momento Kyle Broflovski de quince años se había hecho nada ante esos ojos azules intensos y esa mirada compasiva que tenía el muchacho pelinegro.

Sirenita [KyMan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora