De nuevo comenzaba con la lectura del diario, sin Arthur. Pero, comenzaba a sentir un extraño sentimiento en su cuerpo al abrir las páginas del diario. No estaba de humor para hacer cosas no éticas que rompían su código de héroe.
-This is shit... -gruñó, Alfred, volviendo a cerrar el diario de golpe.
Lo sucedido con Antonio aún seguía rondando en su mente una y otra vez, sin descanso. Esas caricias, esos besos, esa sensación... Joder, se sentía muy asqueroso y repugnante ahora mismo. Es que el pensar que estaba a punto de tener sexo con el amigo de Arthur y con su posible asesino (siempre estaba esa posibilidad), le revolvía el estómago.
-¡Alfred! -el grito de su hermano le sacó de sus pensamientos y asustado por si a su querido hermano le había pasado algo, corrió a su habitación.
-¡¿Qué sucedió?! ¡¿Estás bien?! -exclamó, tras pasar la puerta sin haber llamado antes a esta, y entró a la habitación con la cara pálida del pánico que le invadió.
-Estoy bien, pero... -murmuró, con la cabeza gacha.
Matthew se encontraba en la cama tapado con las finas sábanas y con un libro entre sus manos. Con la respuesta y con que parecía que realmente no sucedía nada malo, le tranquilizó un poco. Pero no del todo por culpa de aquel «pero» y por su tono de voz.
-Pero ¿qué? -preguntó, Alfred, insistiendo para que Matthew continuara con lo que iba a decir.
-He visto a Arthur... Ya sabes, el amigo de Francis, Antonio y Kiku... Lo he visto -Alfred se quedó mudo y miró, incrédulo, a su hermano-. Seguro que te parecerá una locura. ¡Pero te juro que lo vi! Estaba ahí, en la esquina de mi habitación, mirándome fijamente y llorando -contó, lleno de pánico.
Alfred se giró y llevó su vista a aquella esquina que mencionó Matthew, pero allí no había nadie. ¿Y ahora que decía? ¿Cómo había visto Matthew a Arthur? A lo mejor solo estaba alucinando, pero...
-Debes descansar -contestó, neutro, el americano y fue a cogerle el libro a su hermano-. Por hoy llega de lectura, te está afectando el leer tantas historias de miedo -dijo, dejando el libro cerrado en la mesa (con un marcapáginas puesto, claro).
-¡Eso no es verdad! ¡No estoy mintiendo! ¡Yo lo vi! -exclamó, con la voz temblorosa.
Alfred le miró agobiado. Esto le iba a volver loco como todo continuara de esta forma. No había forma de arreglar los problemas que tenía si no paraban de surgir otros. Primero el asesinato de Arthur; luego estaba Antonio y ahora esto. No podía simplemente contarle la historia a su inocente y débil hermano, ¡podría causarle algún problema! Aunque, el que estuviera así de asustado y preocupado, eso a lo mejor le hacía peor.
Suspiró pesadamente y comenzó a tumbar por completo a su hermano y a taparlo con las sábanas hasta los hombros. No debía involucrar a su Matt en esto, no sería heroico.
-Matthew, deja de pensar en eso. Simplemente ha sido una alucinación -comentó con ternura y una sutil sonrisa en su rostro-. Arthur está muerto, es imposible que esté en tu habitación -le aseguró y acarició sus cabellos rubios.
-¿Cómo sabes que está muerto? -preguntó, serio, pero con un brillo en los ojos que le hacían verse asustado y preocupado. La había cagado, pero muy bien.
-Eeeh... No es que lo sepa, pero lo intuyo... Por muy triste que sea -dijo, intentando así arreglar el error cometido.
-Mmmm... -no se le veía muy convencido a Matthew, pero pronto en su rostro una triste sonrisa se formó-. Tienes razón. Además, si siguiera vivo sería muy raro que su familia se mudara cuando su hijo puede volver -y, con eso, Alfred se dio cuenta de ese detalle del que nunca había pensado.
-Exacto. Ahora descansa y si necesitas algo avísame de inmediato -le dijo y depositó un besito en su frente.
Salió de la habitación de su hermano pensativo. Lo que le había dicho Matthew le había dejado un poco desconcertado. Es que, era cierto. Si Arthur podía seguir vivo, ¿por qué se había marchado de esta casa? Es cierto que dejaron la nota, ¿pero no sería más lógico quedarse en la casa en caso de que volviera? A lo mejor se habían marchado porque les era doloroso el estar en la casa llena de recuerdos de su hijo desaparecido, o podía haber sido por trabajo, o porque ya no esperaban que volviera o... No, no, esa última no podía ser posible. Mejor no pensar en ella.
-Lee el diario -Alfred se asustó por la repentina voz que escuchó detrás suya-. Debes hacerlo -le dijo, de nuevo, Arthur.
-No lo voy a hacer -contestó, de forma seca y directa-. No es ético, no debo leer algo tan íntimo como tu diario -añadió yendo de camino a la sala de estar. Ahora mismo le apetecía desconectar de todo y relajarse viendo la televisión.
-¡Pero...! -no pudo seguir, se quedó mudo ante la mirada feroz del americano.
-He dicho que no, y no lo volveré a decir -respondió, autoritario, y siguió su camino dejando al fantasma detrás.
-¿Por qué debes ser tan cabezota? -se preguntó, Arthur, en alto, mientras sentía la frustración recorrer su cuerpo.
Odiaba demasiado que actuara de esa forma, y eso que solo lo había hecho como dos veces (puede). ¿Por qué no podía hacerle caso cuando era necesario? Era demasiado estúpido, un completo americano imbécil.
Arthur había oído la conversación entre los hermanos y creía saber lo que rondaba por la mente del mayor. Y, si quería saber la respuesta, lo mejor sería que leyera aquella libreta llena de intimidades.
Mas, no iba a insistirle ahora para que leyera el diario. Solo causaría más problemas. Por lo que decidió ir a dar un paseo, más bien, a visitar a alguno de sus amigos. A lo mejor a Antonio que quedaba su casa muy cerca o a lo mejor podía ir a su casa del árbol para examinarla mejor. Sí, eso haría. Además, así no pasaría el mal trago de ver a su amigo, vivo, disfrutando una vida plena sin él al lado.
Caminó y caminó por el bosque teniendo en mente el ir a su casa y disfrutar del paisaje. Aquel hermoso paisaje de árboles. Aquel que había sido su refugio tantas veces en su vida y el lugar en el que había experimentado cosas que nunca creyó experimentar. Pero unas voces hablando le llamó su atención.
No tuvo que caminar en sigilo, pues nadie notaría su presencia, pero decidió no acercarse mucho. Aunque eso no sabía muy bien porqué, pero prefirió mantener las distancias. Ambos hombres iban totalmente cubiertos de ropa negra y ni se les veía bien la cara; a lo mejor era por eso.
-¿Todo va como lo previsto? -preguntó, uno de ellos, muy serio.
-Totalmente, nadie sospecha de lo sucedido -respondió, el otro. Arthur ya pensaba que sería mejor no escuchar más, pero por alguna razón su cuerpo no acató la orden que le había dado-. Todavía siguen creyendo que anda desaparecido.
-Perfect... Nadie debe saber que está muerto -dijo, el otro, dejando a Arthur petrificado-. Nadie debe saber que Arthur Kirkland está muerto -y eso le hizo cundir en pánico.
Estaba frente los posibles culpables de su muerte.
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Hello! Bueno, capítulo doble que le dedico a Lady_Kuma XD
Y solo debo añadir algo ante el final del capítulo: "Chan... Chan... ¡¡CHAAAN!!"Espero que os gustara el capítulo.
Ciaooooooooooo~~~~~~(*'▽'*)♪
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Ghost [UsUk/UsUk]
Fanfiction«¿Creéis en los fantasmas?» Alfred no creía en fantasmas, hasta que se mudó a una antigua casa de Londres, que llevaba dos años vacía, donde conoció a alguien que le haría creer más que nunca. •~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~• Hetalia no me pertenece...