Capítulo 11: Problemas (V.O.)

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Antonio había comenzado a mover los labios sobre los suyos y había llevado sus manos a las sonrojadas mejillas del americano para que no apartara su rostro y el beso continuara. Alfred, en cambio, se había quedado petrificado y no conseguía asimilar toda la información tan de repente. Pero, poco a poco fue cediendo por mucho que no quisiera. Correspondía el beso.

En ese instante podía jurar que Antonio había sonreído un poco. Ambos seguían ensimismados por aquel beso que poco a poco iba subiendo de nivel. Ya no era un simple movimiento de labios, Alfred había abierto la boca levemente para respirar y el español había aprovechado aquello para profundizar el beso. Poco después, se convirtió en un beso con lengua, siendo totalmente correspondido y disfrutado por ambos.

El estadounidense comenzaba a sentir unas mariposas en el estómago, creando una sensación muy agradable. Rodeó con sus brazos el cuello de Antonio y siguió disfrutando del momento. El de cabellos castaños aprovechándose de que Alfred comenzaba a estar más débil por a falta de aire, fue acostándolo poco a poco en la cama, hasta que quedara completamente debajo suya.

Ambos se separaron para recuperar el aire, sus respiraciones estaban agitadas. Pero al poco en que los ojos de ambos se conectaron con una simple mirada llena de un brillo especial, volvieron a unir sus labios, besándose de forma pasional continuamente. Esto ya no era el simple favor que Antonio había pedido y que en principio sería una broma.

Las mentes de ambos habían dejado de funcionar y ya no pensaban racionalmente, comenzaban los toqueteos por debajo de la ropa y los suspiros por parte del americano por las caricias recibidas. Camisa de Alfred fuera y los pantalones desabrochados, parecía que no se iban a detener y que esto iba a continuar.

Pero justo en el momento en el que Antonio, quien repartía besos por el pecho y el cuello de Alfred dejando alguna que otra marca, una puerta abriéndose más el grito de quien parecía ser el padre de Antonio se escuchó en el piso de abajo. Ahí fue cuando ambos recobraron la consciencia.

-¿Antonio? ¿Estás ahí? -preguntó, el padre, que sorprendentemente ya se encontraba al otro lado de la puerta. Claro, era la primera habitación que había nada más subir las escaleras.

-¡S-Sí! -exclamó, Antonio, y miró a Alfred totalmente rojo y nervioso. Estaban perdidos si su padre los veía así.

-Voy a pasear el perro, en seguida vuelvo -comentó, y después se oyó el cómo se iba alejando por las pisadas.

-Ufff... Por poco, ¿no crees? -dijo, el español, soltando una risa nerviosa.

Alfred no era capaz de pronunciar palabra, no podía creer que había estado a punto de hacer eso con su nuevo amigo el cual conocía desde hace poco. No debía haberle dicho que le haría ese favor.

-Será mejor que me vaya -comentó en voz baja, Alfred, mientras apartaba cuidadosamente a Antonio de encima y se comenzaba a vestir rápidamente.

-Oye, Alfred, espera -pidió, Antonio, agarrándole del brazo, pero fue apartado en seguida. El norteamericano tenía su rostro completamente rojo y sus ojos estaban llorosos.

-Lo siento -una vez ya vestido, se colocó el abrigo y salió de la casa corriendo sin importarle las llamadas de Antonio, o el problemilla de ahí abajo (que se ocultaba con el abrigo).
Por fin había llegado a su casa después de menos cinco minutos que para Alfred habían sido interminables. Entró en su hogar corriendo y, como ya sabía que solo estaría su hermano pues su padre trabajaba y Arthur seguramente se había ido, solo gritó que se iba a dar una ducha y se metió en el cuarto de baño.

Allí se comenzó a desvestir lanzando la ropa al suelo con algo de furia. Seguía sin creerse lo que había estado a punto de hacer, además de que no podía olvidar que a lo mejor Antonio tenía algo que ver con el asesinato de Arthur. Comenzaba a sentir asco por lo que rápidamente se metió debajo del agua fría para solucionar aquello y dejar lo sucedido atrás.

Al cabo de los minutos, salió de la ducha sintiendo un montón de frío. Se secó el cuerpo con una toalla que había por ahí, pero se distrajo al mirarse al espejo. Tenía en el cuello y en el pecho múltiples marcas que serían difíciles de ocultar. Ya nada podía salir peor, bueno, sí podía pues se había olvidado de coger ropa limpia (no iría a ponerse la de antes después de todo). Por lo que se ató la toalla alrededor de la cintura para tapar sus intimidades y se fue a su habitación.

-¡Alfred! -exclamó, Arthur, al oír el sonido de la puerta abrirse y se giró con una gran sonrisa en el rostro pero que se esfumó al momento de ver el cuerpo prácticamente desnudo del americano-. I'm sorry! -gritó, ahora totalmente avergonzado y cubrió su rostro rojo con ambas manos.

Se había quedado todo este tiempo en la habitación del americano esperando su llegada, derramando diversas lágrimas por la frustración y el miedo a ser odiado por el que ahora era su único amigo (pues con el resto ya no se podía contactar). Y había reflexionado sobre cómo afrontar el problema, pero ahora todo eso se había desvanecido.

A pesar de que solo había sido unos segundos, la imagen del tonificado cuerpo semi-desnudo y cubierto por algunas gotas de agua tanto en el pelo como en el cuerpo, rondaba en su mente repetidamente.

-¿Puedes salir de la habitación mientras me visto? -preguntó, Alfred.

Arthur se sorprendió, no sonaba a como normalmente respondería él. Suvoz estaba apagada y apática, casi ni parecía enfadado con él, cosa que lepreocupó. Pero aun así asintió y salió de la habitación intentando relajarse.Todas sus hormonas de adolescente estúpido comenzaban a alterarse y su corazónlatía con demasiada fuerza, y eso que estaba muerto y era un fantasma.

-No, no, sentimientos no salgáis -murmuró, casi horrorizado de sí mismo.

-Ya puedes entrar -le dijo, Alfred, al cabo de un rato desde el otro lado de la puerta.

El inglés tímidamente entró, otra vez cabizbajo, ya casi solo estaba así cada vez que estaba con Alfred a solas, es decir, siempre. Miró de reojo a Alfred, pero este solo miraba por la mente perdido en sus pensamientos. Era ahora o nunca.

-Alfred, sobre lo que ponía el diario -comenzó a hablar, inseguro, acercándose poco a poco al estadounidense.

-No pasa nada, Arthur. Ya me da igual -comentó, sin emoción ninguna.

-¿Qué? En serio, Alfred, tengo que aclarártelo o sino... -siguió hablando, pero inmediatamente fue interrumpido por Alfred.

-¿O sino qué? ¿Dejaré de ayudarte a resolver tu asesinato? Pues ya te digo yo, por mucho asco que sientas por mi yo seguiré ayudándote para que puedas descansar en paz -dijo, sin mirarle a la cara.

Se comenzaba a odiar a sí mismo, eso no era lo que quería decir. Él quería escuchar lo que Arthur le quería decir, pero al parecer su dolorido corazón no lo iba a permitir y hacía que dijera cosas que no eran las que realmente pensaba.

-Ah... Ya veo... Gracias, supongo... -murmuró, Arthur, sintiéndose estúpido por haber creído que podría arreglar la situación-. Creo que será mejor que te deje solo un rato, perdón por molestarte -ahí fue cuando Alfred reaccionó, pero ya era tarde, el fantasma se había marchado de la habitación.

-Soy un estúpido -se dijo a sí mismo y desvió su mirada hasta su escritorio-. ¿Qué demonios...? -Alfred se acercó al escritorio y allí encontró de nuevo el diario de Arthur, ¿cómo había llegado ahí?

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Hello! La deseosa continuación del beso. ¿Os gustó o no queríais que pasara algo así?
Bueno, en fin, volvemos a por el diario para ver que más tiene.

Espero que os gustara el capítulo.
Ciaoooooo~~~~~(*'▽'*)♪

Ghost [UsUk/UsUk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora