No estaba muerta, ¡estaba de parranda! Bueno, para que mentir, mi alma está muerta de tanto trabajar y estudiar y por eso os viene un mega drama a continuación.
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¿Qué había pasado? No recordaba prácticamente nada de lo sucedido en ese puto infierno. Sólo recordaba sentir un gran dolor y la cara de satisfacción de Francis al jugar con sus uñas, las de Alfred.
Miró a los lados una vez pudo abrir los ojos. Era su habitación, su casa. No sabía cómo había llegado, pero ahí estaba. Intentó moverse, pero un dolor indescriptible comenzó a esparcirse desde la punta de sus dedos por todo el cuerpo. No quería gritar de dolor, un miedo por dentro le invadió sin saberlo. Lágrimas comenzaron a recorrer sus mejillas y acercó sus manos vendadas hasta su pecho en un intento de ponerse en posición fetal. Dolía como mil madres. Jamás había sentido tanto dolor y eso que su padre no es que fuese el ser más cariñoso del mundo.
Intentaba recordar lo ocurrido, pero cada vez que lo intentaba el dolor se incrementaba y su piel se erizaba. Sentía escalofríos por todo su cuerpo. Una vez que se fue acostumbrando al dolor intentó moverse. Una preocupación por cómo estaría su hermano le inundó la mente y no podía evitar pensar en que debía protegerle.
"Matthie... Matthie!" pensó, desesperado, mientras las lágrimas continuaban cayendo por su rostro.
Consiguió ponerse de pie, pero no separaba las manos de su pecho. Todo su cuerpo temblaba, casi ni podía sostenerse en pie, pero tampoco podía apoyarse con sus manos en las paredes o muebles cercanos. Hasta le costaba respirar. Casi hasta podría decir de que estaba teniendo un ataque de pánico.
-Alfred, ¿estás ahí? -se oyó la voz de Matthew al otro lado de la puerta-. ¿Estás bien? Papá me dijo que tuviste un accidente mientras ibas a casa de Francis -dijo con una gran preocupación en su voz.
"Hijo de puta..." pensó Alfred al oír la pedazo de mentira que le había soltado ese desgraciado a su querido hermano.
-Matthie... ¿Tú... Tú estás bien? -preguntó con voz temblorosa. No podía ni mantenerse de pie de forma decente, como para poder hablar con claridad.
-Claro, estoy bien. Pero ahora me importas tú, no suenas nada bien. No estarás de pie, ¿verdad? Si has tenido un accidente no deberías levantarte -comentó y se oyó como si se apoyase en la puerta-. Por favor, túmbate. No puedo entrar ahora a ayudarte, tu puerta está cerrada con llave. Pero cuando vuelva papá te traeré algo de comer -pidió y se escuchó un suspiro lleno de preocupación.
"¿La puerta cerrada con llave?" pensó de nuevo Alfred. Aún le costaba asimilar todo, su cabeza aún comenzaba a funcionar ahora.
-Volveré en un rato. Descansa, por favor. Papá no tardará en llegar -fue lo último que dijo su hermano antes de volver a su habitación.
Todo mal. Todo iba muy mal. Su piel se volvió a erizar y un escalofrío lleno de temor recorrió su cuerpo. Su padre volvería y seguramente entraría en su habitación para hablar con él. Y cerraría la puerta con llave. Por tanto, estaría solo con la persona que planeó el asesinato de Athur, quien permitió que Francis le torturase, quien hizo que unos tíos en traje le disparasen en el brazo... Ese puto loco que decía ser su padre volvería.
Con las pocas fuerzas que tenía se acercó a la puerta, agarró el manillar e intentó abrir la puerta en un momento de desesperación. Cerrada. Completamente cerrada. Miró a su alrededor en busca de la salida, pero sólo encontró la ventana. En su estado no podría saltar de un segundo piso. Seguramente ni podría hacerlo estando en perfecto estado.
Siguió buscando otra posible escapatoria, pero sólo encontró su reflejo en el espejo. Toda su ropa estaba manchada de sangre, sus manos vendadas por completo como la parte superior de su cabeza. ¿Su cabeza? Cierto, Francis le había pegado con un bate para dejarle inconsciente.
Estaba perdido. Sólo tenía dos opciones fingir estar dormido para no hablar con él, aunque se arriesgaba de que le hiciese daño (tocando sus heridas por ejemplo) para comprobar que no estaba dormido o para despertarle; o afrontarle de cara y "hablar" con él. Ambas opciones terribles, pero las únicas. Por suerte, las probabilidades que le matase eran pocas, era el cuidador de Matthew. Sin embargo, Alfred tampoco podía hacer nada en contra suya, sino ¿qué sería de su hermano?
-Sólo puedo afrontarlo... -musitó y se dirigió de nuevo a la cama.
Se tumbó en silencio intentando aguantar el dolor y miró al techo. Intentaba recordar todo lo que había pasado en aquel sótano, al menos todo el rato que estuvo consciente. Recordaba la amenaza del final, la advertencia de su padre y Francis, todo lo que le comentó este último sobre su padre y recordaba vagamente algo sobre un hechizo. Algo relacionado con Arthur. No obstante, no recordaba el qué. Algo de amor verdadero o algo así. No se acuerda, estaba a punto de morirse en ese momento.
-Arthur, ¿me puedes decir que era eso del hechizo? -preguntó al aire. El inglés no estaba. Se encontraba completamente solo en la habitación-. ¿Arthur...? Joder, puta mierda, hostia... -levantó su torso de golpe mientras miraba aterrorizado sus piernas (aunque no se estaba fijando en ellas). De nuevo, el temor se apoderó de él. Se le notaba tanto que hasta se veía sus ojos moverse de forma nerviosa.
¿Qué le había pasado? ¿Dónde está? ¿Lo tiene Francis?
-No, no, no, no, ¡no! -gritó y ahora la ira comenzó a remover su estómago-. ¿Cómo he podido dejarlo ahí? Soy imbécil. Se supone que era yo quien debía ayudarle y le he dejado ahí solo con ese loco. No, no, no, no... No puede ser -de nuevo se levantó de la cama y revisó de nueva la puerta y la ventana en busca de una escapatoria.
A cada segundo que pasaba Arthur podía estar sufriendo por su "viejo amigo". A saber que le estaba haciendo ahora mismo. Al menos tenía el consuelo de que ya estaba muerto y no le podía ni ver ni tocar, porque sino ahora mismo ya le hubiese violado y a saber que más.
-Matthie! -chilló y se pegó a la puerta. Ya le daba igual el dolor y su mente olvidó la amenaza una vez pensó en lo que podría estar pensando su amigo-. ¡Sácame de aquí Matthie! -suplicó y dio un golpe con su rodilla, una de las pocas partes del cuerpo que no había sido maltratada.
-¿Alfred? ¿Qué ocurre? N-No puedo abrirte, la puerta está cerrada con llave... -respondió asustado por el repentino grito. Había ido corriendo al oír la llamada de su hermano, le preocupaba-. Por favor, Alfred, cálmate. Todo está bien, estoy contigo -dijo en un intento de tranquilizarle. No sabía que le había pasado a su hermano, pero era algo grave. Jamás había escuchado ese tono de voz tan desesperado.
De repente, alguien tocó su hombro. Era una mano fuerte y firme.
-Matthew, no te preocupes. Yo me encargo de él. Ve a descansar -dijo su padre con un tono cariñoso. El joven asintió no muy seguro de dejar a su hermano sólo, pero no podía desconfiar de su propio padre. Con sigilo se dirigió a su habitación bajo la mirada de su progenitor.
Alfred le escuchó. Por poco vomita del miedo. Con rapidez se dirigió a su cama, teniendo en cuenta todo lo rápido que podía ir. Sin embargo, antes de de meterse dentro de la cama, cogió sus tijeras más afiladas. Toda precaución era poca.
Así pues, sin decir nada, el pestillo de su puerta se abrió. La figura de su padre poco a poco se asomó por ella y aquella sonrisa que antes se veía en su rostro había desaparecido por completo, dejando así una expresión fría y calculadora.
-Es hora de hablar Alfred -dijo y cerró de nuevo la puerta con llave.
Alfred agarró con fuerte las tijeras ignorando el dolor de sus manos y tragó fuerte. Si superaba esto sería un milagro.
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Bueno espero que os haya gustado. Voy preparando el siguiente. Me ha llegado una mala noticia mientras escribía esto asÍ que seguramente me desahogue más escribiendo.
Espero que os haya gustado.
Y que sepáis que el final ya está pensado. No sé cuantos capítulos me llevará, pero tendrá final. Quizá tardo otros dos años en actualizar cada capítulo jajajajaja
Ciaooooooooooooooooooooooo
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Ghost [UsUk/UsUk]
Fiksi Penggemar«¿Creéis en los fantasmas?» Alfred no creía en fantasmas, hasta que se mudó a una antigua casa de Londres, que llevaba dos años vacía, donde conoció a alguien que le haría creer más que nunca. •~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~• Hetalia no me pertenece...