Del Odio Al Amor ( Springtrap x Onnie)

Epílogo?

El ambiente se sentía pesado, como si una nube negra los rodeara a ellos, solo a ellos porque los demás solo estaban allí con falsa triste plasmada en cada parte de su ser. Hasta la madre de los dos chicos no sentía la misma pena que ellos.

— Amén. — terminó de bendecir los cuerpos el cura.

Deuz no había dicho nada desde el momento en el que vio caer el cuerpo de su hijo, bueno, así lo quería él.

Maggie lloraba como nunca enfrente de todos sin verlos, veía a todo el mundo sin observarlos en realidad. Jamás había revelado sus emociones a nadie, hasta ese momento donde el ataúd donde estaba el cuerpo de su amigo era bajado por el hueco que habían excavado momentos atrás, mucho antes de que llegaran.

Oxy sufría en silencio, no lloraba, pero porque él sentía que seria una total hipocresía de su parte después de lo que le había hecho.

Owynn, el novio de Bonnie, no dejaba de llorar, a pesar de que aquel chico era mucho menos demostrativo que Maggie, hasta se podría dudar de que tuviera sentimientos, estaba llorando la pérdida de la única persona que logró amar. Dos años solo pudo estar con su conejito, los cuales se habían declarado hace unas semanas atrás, ambos estaban felices de llevar un noviazgo libre y sin dificultades. Nunca en su corta vida esperó que le arrebataran de esta forma a Bonnie.
Lo que detonó su estado emocional y sus sollozos silenciosos fue el ver como tapaban con tierra su ataúd, ya no pudo callar su dolor.

— ¿¡POR QUÉ!? — gritó acompañado de otro grito que le desgarraba la garganta, pero ese dolor no era nada con el que estaba en su corazón.

Y el último, Springtrap. No era el que más sufría en ese lugar, pero si podía comprender el dolor que sentía el de pelo morado, él también estaba sufriendo por un amor perdido, pero la única diferencia en esto es que jamás se lo dijo y ahora ya tampoco podrá hacerlo.
Esperó, esperó a que el lugar se vaciara para poder decirle al espíritu, si es que seguía allí aun, todo lo que sentía.
El último en irse fue el chico de anteojos, que en realidad fue sacado por sus mejores amigos al no poder soportar verlo sufrir así.

Se acercó arrastrando sus pasos hasta aquella lápida la cual tenia su nombre, dejó las flores que tenia en su mano sobre la tierra reciente. Acarició el nombre tallado con los dedos de su mano izquierda, no pudo retener un sollozo el cual quiso callar con su mano derecha con la cual tapó su boca.

— Perdoname, fui un verdadero idiota al no comprenderte, pero estaba muy enojado y en vez de quedarme solo te grite y me fui — apoyó su frente en aquella fría piedra. — No se si tú me perdonas, pero yo no puedo hacerlo, no puedo perdonarme por lo que te hice.
Tampoco te dije lo que sentía, soy un verdadero cobarde.

Las tibias lágrimas caían de sus ojos y resbalan por sus mejillas hasta caer al pasto seco.

— Es tarde para decírtelo, pero te amo, te amo mucho — susurró con la voz aguda.

Si, ya era tarde, muy tarde. Siempre lo fue para él.