CAP 11

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-¿Skarlett?-sentí que me acariciaban el brazo-vamos a llegar en pocos minutos.
Abrí los ojos pero se cerraban por el sueño.
-¿me dormí todo el viaje?-levanté la cabeza del hombro de Fred y lo miré tratando de mantener los ojos abiertos.
-Al parecer si-él rio-hablabas en sueños.
-¿qué decía?
-Eran casi susurros-fue un alivio porque no quería que Fred supiera todo lo que había pasado con Fintán.
-Siento como si no e dormido nada-me froté un ojo y me abracé las piernas para apoyar la quijada sobre las rodillas.
-Tal vez por el viaje, es un poco incómodo dormir en un avión-Ya asentí y cerré los ojos nuevamente.
Cuando el avión aterrizó estaba oscuro, eran las diez de la noche en Dublín. El aeropuerto era igual de grande que el de Los Ángeles.
Al terminar de recoger nuestras maletas un auto negro nos esperaba en la salida, nos llevaría al hotel Brooks. Me deslicé por el asiento de cuero y me asomé a la ventana para ver un poco de la ciudad. En el camino solté varios bostezos, estaba muy exhausta, quise cerrar los ojos por un segundo pero me quedé profundamente dormida, no pude seguir viendo la hermosa ciudad que pasaba a toda prisa.

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Desperté a la mañana siguiente en la habitación del hotel con pisos de madera y unos muebles blancos con una mesita de café y al fondo un tocador con tres espejos que le daban un toque antiguo al lugar. Cuando llegamos aquí me dirigí a mi cuarto como una zombi y volví a dormir sin siquiera ponerme el pijama. Fred se encontraba en la habitación del frente, no sabía si ya se había levantado.
Me estiré y me dirigí hacia el balcón, abrí las puertas y la habitación quedó inundada por el sol, era  un bonito día. En la planta baja los edificios de tres pisos de ladrillos tenían techos negros en punta. Al fondo había un quiosco de periódicos, el vendedor conversaba alegremente con una señora con un sombrero enorme y elegante. Unos niños corrían por la vereda hasta entrar a una panadería de puertas rojas donde se atendían a turistas que tomaban fotos a todo el lugar. No pasaban muchos autos por estas calles, era un lugar tranquilo a comparación de Los Ángeles.
Me sobresalté, alguien llamó a mi puerta, me quedé ahí pensando si abrir o no. Aún estaba temerosa, tenía la sensación de que Leonardo sabía nuestro paradero.
Sacudí la cabeza para quitarme el miedo y corrí para abrirla. Al ver al chico guapo sobre el umbral mis ojos se derritieron ¿acaso este muchacho tenía que ser tan hermoso?
-¡Fred!-grité y lo abracé, él rio por mi reacción y me dio un beso con el que caí rendida.
-¿Dormiste bien?- preguntó sin soltarme, solo asentí con una sonrisa radiante-¿Qué te parece si vamos a conocer la ciudad?
-Pero...¿No sería peligroso? ¿Que tal si nos perdemos?-Murmuré.
-Conozco este lugar, vine cuando era pequeño-explicó Fred.
-¿Eres un explorador? Tú conoces todo el mundo-Soltó una carcajada. Estaba de buen humor, eso me encantaba.
-Bien, señorita. Arréglese y cuando esté lista baje al comedor.
Asentí y acomodé un mechón de cabello ondulado que caía sobre su frente, después le regalé un beso en la mejilla y entré nuevamente a mi habitación cerrando la puerta. Después de bañarme y peinarme me quedé frente a la maleta pensando en lo que iba a ponerme, no pude traer muchas cosas. Encontré un vestido azul que me había comprado mi madre en uno de sus viajes.

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Encontré a Fred en una mesa junto a un gran ventanal. Atravesé el comedor y llegué junto a la mesa justo cuando él bajaba su taza de café. Se veía tan relajado y guapo con su camisa de mezclilla enrollada hasta los codos. Su aspectos majestuosos hizo que me sintiera desmayar.
-Hola-Volví a saludar con las mejillas enrojecidas y sin esperar respuesta tomé asiento frente a él.
-¿qué te parece el hotel?-preguntó.
-Es muy cómodo, pero me gustaría más conocer la ciudad-conteste.
Un mesero se acercó saludando y me pasó una carta de desayunos, le agradecí y él se marchó.
-Vine aquí a los dieciséis años, en ese entonces vivíamos en Italia. Mis primos llegaron al departamento porque estaban de vacaciones, los cuatro nos escapamos para viajar a Escocía. Teníamos intenciones de quedarnos varios días pero Nicholas llamó a mi madre, en ese tiempo yo entrenaba con un hada llamado Carl, él fue quien nos atrapó así que tuvimos que regresar.
-¿Por que se escaparon?
-Necesitaba un respiro. Nadie sabe pero en ese tiempo era un poco...
-¿un poco qué?- mi curiosidad aumento, mis ojos estaban fijos en Fred, él se pasó una mano por el cabello.
-Mamá no podía controlarme- mi boca se abrió del asombro ¿de verdad Fred era un chico rebelde? ¿Qué abría hecho en esa tiempo?
-Eso quiere decir que Jessy tenía razón-Fred frunció las cejas- ella siempre me decía que robabas autos.
-¿qué? Aaaa no, eso no...
No pude aguantar más y me partí de la risa, el rostro de Fred hizo que no pudiera parar, las señoras sentadas junto a nosotros me observaron. Me mordí los labios para no seguir riendo como loca, les sonreí a las dos en forma de disculpa pero no se mostraron molestas. Parecía más bien que se alegraban por escucharme reír.
-Que linda pareja-dijo la señora que vestía un traje blanco muy elegante, tenía acento inglés.
-Perdón-me disculpe con suavidad, creyendo aún que les molestaba el ruido.
-No te disculpes, también reía así con mi esposo-terció la otra señora que usaba una pashmina roja-él siempre me hace reír, no a perdido el sentido del humor. ¿Cómo se llaman?
Miré a Fred con duda, no sabía si decirles mi nombre real pero su sonrisa me dio a entender que podía hacerlo.
-Él es Fred y yo Skarlett-respondí.
-Es un gusto, Skarlett. Mi amiga es Holly y mi nombre es Aline. Hace años conocí a una Scarlett, la llamaron así por su color de cabello rojo-dijo la señora de traje blanco- Pero ¿por qué te llamaron así?
-Es que...yo no soy Scarlet de escarlata. Se escribe diferente, mamá me puso así por una historia que solían contarle de pequeña, sobre un hada valiente que salvó a sus amigos de un guerrero.
-Eso quiere decir que eres una niña valiente- yo le sonreí a Aline y  me hundí de hombros.
-Tu me recuerdas a mí-dijo Holly, sus ojos se llenaron de un brillo de alegría, tomó su mejilla con una mano como si estuviera recordando algo que la hacía feliz- yo también me casé muy joven...-mi boca formó una O y mis ojos se abrieron, no tuve el valor para ver cuál era la reacción de Fred, quise aclararle la verdad pero ella siguió con su historia-Escape de casa, a mi madre no le gustaba que esté con un chico americano, pero no podía perderlo así que decidí ir por él, y no me arrepiento.
-¿Y no volvió a ver a su madre?-le pregunté.
-Oooh claro que si pero después de varios años, fui a visitarla cuando mi hija era una bebe, tuvo que aceptar a mi familia, al ver a su nieta su corazón se ablandó y...
Un hombre de traje se acercó a las dos para decirles que su auto estaba listo para salir, las mujeres asintieron y tomaron sus carteras.
-Me encantó hablar con ustedes, espero que les vaya de maravilla en su viaje y Fred, no dejes de hacerla reír- dijo Holly.
Fred le sonrió y asintió sin decir nada. Las dos se despidieron y salieron del comedor con mucha elegancia.
Me armé de valor y miré a Fred con la cara enrojecida, él me guiño un ojo pero aún me sentía avergonzada y con la barriga llena de mariposas.
-yo aaamh...estoy lista para ordenar.

El Temor de la Princesa (Segundo libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora