CAP 12

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Me hallaba sola. Las puertas del balcón estaban cerradas y el cuarto en silencio. Dirigí la mirada hacia la puerta, alguien había tocado. Me pregunté si lo del día anterior había sido un sueño, todo fue demasiado hermoso para ser cierto.
Al segundo llamado dejé la cama y busqué un saco azul el cual terminé por deslizarlo por mis brazos. Talle mis ojos y di un suspiro, caminé lentamente hasta abrir la puerta. Fred levantó la cabeza y sonrió, se veía muy relajado con su chaqueta de mezclilla con las mangas enrolladas hasta los codos.
-Buenos días- Me dijo Fred, yo le mostré una leve sonrisa aún adormilada.
-Hola.
-No quería despertarte, pero hoy necesito salir temprano, me reuniré con el primer ministro.
Mis ojos se abrieron de par en par.
-¿No quieres que te acompañe?-pregunté.
-No, la verdad no se cuento me demore, prefiero que te quedes en el hotel, ya dejé todo reservado así que si tienes hambre puedes bajar al comedor y pedir lo que más te guste-Me sonrió de una forma pícara.
Me crucé de brazos y negué con la cabeza.
-Fred, no tienes que pagar todo por mi, me siento mal porque...-él me interrumpió y se acercó para darme un beso en la comisura del labio y otro en mi frente para después pegar la suya con la mía.
-No me molesta hacerlo, y tampoco quiero que te sientas mal, al menos déjame hacer feliz a mi novia-Mantuve la mirada dura pero me dio un beso juguetón en los labios lo que me hizo reír.
Me alejé y puse ojos de exasperación, Fred se apoyó sobre el marco de la puerta esperando una respuesta.
-Bien, pero promete que esta noche me dejarás pagar la cena ¿Ok?-volví a acercarme a él y arregle ese mechón rebelde que le caía sobre la frente.
-De acuerdo-susurró y me dio otro beso, se enderezó con rapidez-Tengo que irme ya, por favor no salgas del hotel, no quiero que te pierdas.
-No soy tan despistada- Fred me miró como si dijera "hablo en serio"- No saldré, tranquilo.
-Ok, te quiero-Sin dejar que responda se alejo por el pasillo con rapidez para alcanzar el ascensor y después desaparecer dentro de este.
Suspiré y susurré un casi inaudible "yo también" para regresar a la tranquilidad de la habitación.
Los minutos siguientes traté de dormir pero el sueño se había esfumado por completo, así que dejé la cama y busqué en mi maleta que ponerme, hacia un poco de frío. Me bañé y arreglé para salir a desayunar, encontré una mesa junto a una de las ventanas que daban a la calle. Después de pedir un café y waffles fui por una revista para leer mientras comía. Encontré un anuncio de vestidos de novia en donde se mostraba un diseño de mamá, sonreí al ver el modelo elegante, pasé mis dedos por este como si pudiera sentir la suave tela.
Me pregunté cómo le estaría yendo a Jackson en ese viaje, me aterraba la idea de que se encontraba solo por un país nuevo, aunque era muy mayor e inteligente para que pudiera pasarle algo, la que realmente me preocupaba era Maddie, sabia que esta tarea la aterraba por completo.
Solté un largo suspiro y tomé la taza de café para calentar mis manos, miré hacia la ventana, al frente había una boutique de hermosos zapatos, todos de tacón. Sonreí porque aunque me parecían lindos no sería capaz de ponérmelos en un día normal, solo los usaba para una fiesta o en un evento especial pero sería un buen regalo para mi madre y también para Jessy.
Al terminar de desayunar subí nuevamente a mi cuarto y me acosté hasta quedarme dormida, me desperté exaltada al escuchar un fuerte pitido de la bocina de un auto. Parecía que no había pasado más de una hora pero al ver el reloj las manecillas marcaban las siete de la noche, suspiré y me bajé de la cama para abrir el balcón, hacia frío pero no me molestó, tomé asiento en una de las sillas y observé las calles por donde pasaban familias, amigos o novios. Todos se veían alegres y sentí un poco de envidia, este día no fue realmente el mejor, deseaba pasarlo igual que ayer pero claro, este no era un viaje de vacaciones, Fred tenía una tarea y yo no podía molestarlo con algo tan insignificante.
Una hora más tarde, mis huesos ya estaban casi helados pero no quería regresar al interior, al menos aquí afuera podía ver a las personas e inventar historias para cada una, no era tan malo como parecía.
Al escuchar que golpeaban la puerta casi me caigo del asiento, mi rostro se iluminó por la amplia sonrisa. Fui corriendo y la abrí de un tirón, al ver a Fred apostado afuera me lancé en un abrazo fuerte, lo había extrañado mucho, sin él la ciudad no era tan magnifica. El rió cuando le di un beso en la mejilla sin soltarlo.
-No me fui por mucho tiempo-bromeó mientras envolvía los brazos sobre mi cintura.
-Fueron las horas más largas, estaba aburridisima-me separe de él y lo jale dentro de la habitación, salte hacia la cama y me senté de un brinco sobre esta destendiendola un poco.
-¿Y bien?-pregunté mientras él se acercaba y se sentaba frente a mi con una sonrisa burlona en el rostro-¿Como te fue? ¿Pudiste hablar con el ministro? ¿Qué te dijo?
-Pues no, no pude hablar con él, espero poder verlo mañana.
-¿y por qué te demoraste tanto?
-Necesito encontrar a más chicos como nosotros, aquí también hay un ejército, todos deben estar al tanto de Leonardo, no podemos dejar que siga bagando por el mundo, nadie lo a visto.
Mi mente viajó hasta el recuerdo de la fiesta de la corte de Leonardo, ahora estaba buscándome junto a ese chico de ojos verdes.
-Bueno, podemos estar tranquilos, no creo que Leonardo me encuentre aquí.
Fred sonrió y pasó un mechón rebelde sobre mi oreja pero después frunció el ceño.
-Estás fría-susurró-¿Qué estabas haciendo?
-afuera-respondí y miré hacia el balcón con las puertas abiertas.
-Oye...no quiero que te enfermes, se que hoy no fue un gran día, te prometo que pronto terminaré con esto e iremos a Italia, tendremos más días para que conozcas la ciudad.
-¿Tú serás el guía?-con el dedo pique su estómago a lo que él dio un leve salto.
-Claro, nadie mejor que yo para recorrer la ciudad.
Otra vez regreso a mi mente Fintán, mi sonrisa se borro de mi rostro y bajé la mirada. Me mordí el labio para evitar hacer preguntas pero Fred noto mi comportamiento.
-¿Todo bien?-me preguntó, tomó mi mano con cuidado para que lo mirara.
-Tengo preguntas-murmuré con nerviosismo, él levantó las cejas dándome a entender que podía hacerlas- Te va a parecer extraño pero...bueno, es sobre las hadas. No conozco mucho pero-hice una pausa y tomé aire-Sabes que aún me falta mucho por aprender, realmente no se...-él me interrumpió, sabia que cuando daba vueltas al asunto era porque estaba insegura.
-Tranquila, Skarlett. Puedes hacerme cualquier pregunta.
Me solté de la mano de Fred y tomé una de las almohadas para ponérmelas sobre las piernas.
-¿Que sabes sobre las pixies?-solté una risita ante lo absurdo que podía sonar esa pregunta.
-¿Cómo dices?-Fred denotaba total seriedad.
-Leí en un libro sobre ellas-mentí, me sentí mal por hacerlo pero no pensaba contarle sobre los viajes en mis sueños-¿Realmente existen?
-Claro, pero...bueno, su aspecto es una mezcla de insecto, tienen cuerpos muy delgados y orejas puntiagudas, y sus ojos son enormes-abrió los ojos como platos como si estuviera narrándole una historia a una niña- en la mitología se las consideraba realmente una molestia, pero no todo esto es cierto, en el palacio de la Reina trabajan en el jardín, les encanta las flores, pero claro que hay otras que pasaron al otro lado, siempre viajan en grupo y si te topas con ellas sería terrible, muchas son traviesas. Su magia es poderosa, algunas se hacen pasar por humanos, no se las concederá un peligro, de las que hay que huir son las que viven en el corazón de algún bosque o pantano.
-¿Son como los gorros rojos?-Fred hizo una mueca.
-No de esa forma, en realidad los dos tienen cierto conflicto, son territoriales y solo en caso de que llegues a molestarlas pueden hacerte daño...ya sabes.
Hubo un gran silencio entre los dos, tomé aire para la siguiente pregunta.
-Y...¿qué hay de guardianes del sueño?-me encogí de hombros.
-¿Qué?-la cara de Fred fue de confusión, mis mejillas se tornaron de un rojo vivo.
-Bueno, es una pregunta válida ¿Cierto?
-Si, pero no escuché nunca de algo así ¿Dónde lo leíste?-negué rápidamente la cabeza.
-Simplemente lo imaginé.
-Bueno...lo que se de guardianas del bosque es que se llaman Hamadría o Ríada, son como el alma de un árbol...-Lo interrumpí de inmediato.
-Pero son chicas.
-Pues si...-Fred me observo con curiosidad y acercó su rostro al mío-¿Hay algo que no me has contado? Sabes que puedes confiar en mí.
-No, no, ósea si. Digo que si confío en ti, no podría esconderte algo importante pero digo que no tengo nada que contarte-tomé aire y apreté los labios, eso no me lo creí nadie.
Fred asintió no muy convencido y se alejó.
-Claro, entonces ¿Tienes más preguntas?
-Una más ¿Quieres ir a comer? Tengo mucha hambre-él soltó una carcajada lo que rompió la tensión.
Me levanté de un salto y lo tomé del brazo con fuerza para jalarlo fuera de la habitación y dirigirnos al comedor, eso lo mantendría distraído de nuestra conversación.

El Temor de la Princesa (Segundo libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora