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Una mano se colocó en mi hombro, rápidamente solté un pequeño jadeo por la impresión.
-Shhh... Mere, creo que alguien viene-. Raquel estaba a mis espaldas. Me giré hacia ella un poco asustada.
-¿Quién viene?
-No lo sé, pero escuché pasos en el lugar y por eso vine hacia ti, Mere salgamos de aquí por favor -. Su rostro reflejaba lo mismo que el mío, temor.
-Trata de hacer el menor ruido posible y camina detrás de mí-. La guíe hasta la puerta, cruzamos la habitación de estar y caminamos por el pasillo de vuelta hacia la puerta. Estábamos a punto de salir hacia la sala cuando la puerta principal se abrió de golpe. Ambas retrocedimos por inercia y nos agachamos junto a la pared, ya se estaba haciendo de noche y la poca luz que se filtraba nos dificultaba la vista.
Un hombre entró al lugar, arrastraba a una chica de los pies hacia dentro de la casa, ésta tenía el rostro golpeado, junto con sus piernas y brazos arañados, llevaba un vestido un poco corto con varias manchas de sangre seca.
La dejó ahí y caminó hasta encender una lámpara de carbón que iluminó gran parte del lugar,tomó unas tijeras y una bolsa y la puso sobre una mesa en el centro del lugar.
Caminó de vuelta hacia la chica, la levantó del suelo y la colocó sobre una mesa.

Su cuerpo se movió tan fácilmente que se podía comparar con una marioneta.
Era imposible que estuviera viva, su cuerpo estaba muy pálido.
Cuando se apartó del cuerpo para tomar las tijeras pudimos ver el rostro de la chica, era Beatriz.
Raquel me clavó las uñas en los brazos, ella también la había reconocido
-Está muerta, Meredith -. Un sollozo salió de los labios de Raquel.
No sabía que hacer, si salíamos podía poner en riesgo la vida de mi amiga, pero el quedarnos aquí suponía lo mismos para ambas.
Raquel aún no había visto el rostro del hombre, yo ya conocía su contextura corporal así que sabía muy bien de quién se trataba.
-Silencio Raquel, ¡nos va a oír!

El hombre se acercó de nuevo al cuerpo de Beatriz, levantó su cabeza y apartó su cabello hacia un lado, tomó las tijeras y empezó a cortarlo de forma dispareja. Los mechones los iba colocando en una bolsa transparente.
Tomó una daga pequeña que estaba sobre la mesa, le dio vuelta al cuerpo y guió la daga hacia su espalda, empezó a trazar líneas. Por la distancia que teníamos no logramos ver qué era lo que estaba haciendo.
-¿Que le está haciendo?, no entiendo que está sucediendo Mere, ¿túsabías de esto?.
-Desde hace un tiempo vengo siguiendo a esta asesino, ha hecho muchas cosas malas, Raquel. Pero la policía aún no lo ha podido atrapar, siempre se escabulle de todos lados, creo que él fue el que asesinó a la familia que vivía en esta casa y también a Katherine y las demás mujeres de los últimos meses.
El hombre seguía marcando la piel de Beatriz, no podía mirar eso. Siempre me había considerado una persona fuerte para mirar este tipo de cosas, mi padre me llevaba a ver alguno de sus casos policíacos con el fin de que empezara a ver la cantidad de peligros que había fuera de casa y el cuidado que tenía que tener para no pasar por algo así. Pero ver a una chica de mi edad, de mi colegio y cercana a mis amigos era algo muy fuerte. En cualquier momento yo, Raquel o alguna de mis amigas podrían terminar en su lugar.
El hombre se dio vuelta, se agachó a tomar una soga del suelo y mostró su rostro ante la luz.
Raquel me jaló de una mano y emitió un sonido de asombro.
-¡Es el tío de Nicolas!

Me giré para mirarla y con el movimiento de mis pies golpeé unas botellas de alcohol vacías, estas rodaron haciendo un sonido ligero, rápidamente Hector se giró hacia donde estábamos. No teníamos salida, la habitación en la que estábamos no tenía ventanas y el pasillo daba a la sala de estar.
-Quédate detrás de mí, cuando te de la señal corre fuera de la casa, ve hacia el carro, enciendelo y espérame en la salida. Le di las llaves del auto y tomé el arma, la apunté hacia el frente y me preparé para salir de allí. Ella asintió entendiendo lo que le dije.
-Ten mucho cuidado Mere, te estaré esperando.

Cerré mis ojos por un segundo, suspiré muy profundo, los abrí nuevamente-terminemos con esto- me dije internamente.
-¡Corre! -. Le grité al momento en el que salimos corriendo por el pasillo, Hector se asombró al vernos y tomó un cuchillo grande y afilado, miró hacia la mesa y cuando seguí su mirada vi lo que miraba, tenía un revolver pequeño sobre la mesa.

Obsesión Carmesí ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora