Carta a Sofía

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Sofía:

Es así cómo empiezan las cosas: se quiebran y una vez revueltas en el aire dañan irreversiblemente.

Te lo he dicho incluso en los sueños: mi musa, de todas las cosas que me hieren, pero herir no es lo único que te esconde. No.

Cómo decirte que antes de dejar de vernos, no pude siquiera ocupar un cuaderno vacío, que por tener tu nombre (mira tú, ¡sólo por tener tu nombre!)se engendraba una culpa. Una culpa como de romper una rosa cuando ni siquiera ha nacido.

Así se sucenden los momento y, Sofía, vieras tú cómo yo te veo sonreír sin contagiarme de tu risa.

Es así cómo se suceden.

Yo creo que el mundo te teme, mas le temes al mundo que nunca te ha huido.
El tiempo pasa y ya comienzo a olvidarte la cara, la conciencia, la premura con que te brillaban los ojos en plena primavera y la tez blanca como conlirio del mundo.

Así suceden las cosas. Eres feliz... y yo, aquí me hundo.

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