Capitulo 18

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- ¿Que haces acá? - Pregunte al ver a Natsu en la puerta de mi cada con un ramo de flores en la mano.

Mis flores favoritas.

- Vengo a invitarte a una cena - Sonrió - Y no acepto un no por respuesta.

- Entonces tendrás que irte sin aceptarlo - Me enojo de hombros, trato de entrar a mi hogar pero el se pone de barrera.

- ¡Oh vamos Lucy! ¡Es solo una cena! - Rogó.

- No.

Me retuerso en mi lugar con rabia cuando el no se quiere mover - ¡Okey, maldita sea, okey! - Explotó - La próxima semana pasame a buscar el jueves a las siete, si llegas tarde no te abro. No quiero que me llames, ni mensajes, ni rosas. ¿OKEY? - Creo que estoy roja de rabia.

El Sonrió como niño pequeño - ¡aye! - Se iba a ir pero lo detengo con la mano, zapateo algo nerviosa, que bipolar estoy hoy - ¿Ocurre algo?

- Dame esas Dalias - Desvío la mirada.

- Así que te gustan las Dalias. - Sonrió - Inter dante dato - Me entrego las Dalias, antes de que el pudiera decir algo más le cierro la puerta en la cara.

Me doy el tiempo de acomodar las flores con delicadeza y ponerlas en un jarrón con agua. Acerco mi nariz y las olfateo. Sonrió inconcientemente.

Me coloco pijama y paso la mitad de la tarde así, me dedique a revisar algunas cosas y pertimir proyectos de costemitos. Declinó a algunas ideas y me concentró en la empresa de Inglaterra.

El otro resto fueron series y películas mientras bebía de una agradable bebida alcohólica.

Cuándo me quedé dormida sobre el sofa empecé a soñar.

Estaba en mi último año, ya conocía a Natsu y me resultaba irritante y exótico a la vez. Siempre tube mejores notas que el y siempre hice como si nunca me hubiese dado cuenta que me miraba cuando yo no lo miraba a él.

Me sentí traicionada porque no verdad había caído en un agujero de amor del cual quizás nunca pueda salir, las noches de lágrimas traviesas fueron las peores, y justo cuando necesitaba su calidez en los días más fríos y los no estaban.

Pase tiempo dudando si en verdad fui algo para el, pero todo se aclaró cuanto me di cuenta que iba a caer igual de bajo que mi padre y mi madre. Yo no era miserable, y odia Valery re de mi misma sin necesidad de una persona de soporte

Entonces fue cuando mi imperio subió hasta el punto de darme cuenta que por más huía de mi pasado cuanto me alcanzará iba a doler más.

Estaba en una cuerda floja sin vara ni equilibrio, caminando por una simple cuerda que decidía si iba a salir a delante o no, y con tacones aguja llegue al otro extremo mirando la imagen de el pelirosa sonriendo en la otra asta que unía ambas astas.

Con tierras corto la cuerda alejando todo sentimiento cariñoso de mi ser sintiéndome vacía, viendo como aquella imagen desaparecía en la oscuridad de la habitación.

Después de todo este era mi infierno, uno vacío sin frío ni calor, un punto medio que me obligaba a tomar decisiones justas y precisas.

De pausa de todo... El y yo no somos nada...

Despertó asustada y con el rostro mojado por las lágrimas, abrazo mis piernas gritando de la rabia y la impotencia.

Justo cuando necesitaba calor como en momentos como este, no había nadie para mi.

Mi Querida Podrida Media Naranja. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora