Capitulo 29

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Mis pies ya dolían, y tenia una punzada en el vientre que me impidió seguir corriendo. Cansada me refugie bajo un árbol por las pequeñas gotas que empezaban a caer.

Mire el sueño, que para mi editaba borroso y doble, me apoye en el árbol con la respiración agitada. Empecé a tocar sin dejar de sentir dolor en mi vientre. ¡MI HIJO!

Me deslice lentamente hacia abajo sollozando, agarrando mi vientre y cerramos fuertemente los ojos por el dolor. ¿Siempre me iban a perseguir las desgracias?

La lluvia se intensificó, no había nadie en el lugar donde yo había parado, parecía desierto, ¿A quien le iba a pedir ayuda? Con suerte podía moverme ahora.

Abro los ojos con lentitud, tenía que lograrlo, levantarme y caminar al hospital, me apoyo en el árbol y me levanto de forma lenta.

Hay algo raro en el suelo, bajo mis pies, pero por mi vista borrosa apenas puedo distinguirlo. Cubro mi vientre con ambas manos y camino con las piernas adoloridas e inestables.

En varias ocasiones creí que iba a caer, pero siempre conseguía aferrar me a algo. Pude distinguir una calle, la conocía de memoria, era la calle que conectaba con la casa de Juvia.

Me arrastre, con lentitud sintiendo mis ojos pesados, tenia que ser fuerte, tenia que llegar para poder mantener a mi hijo a salvo.

Entonces mis piernas fallaron y caí frente a una cafetería. Llore de rabia e impotencia, no podía ni siquiera dar unos miserables pasos más. Era la peor, no podía ni cuidar de mi hijo de cuatro semanas.

Pero toda mi rabia se esfumó cuando caí en la inconsciencia del dolor.

***

La pareja reía alegremente, la peli azul batía las pestañas frecuentemente sonriendo a cada palabra que el azabache le dedicaba.

Ambos habian decidido verse ese día en la cafetería cerca del hogar de la peli azul y cuando la lluvia azotó New York decidieron que era momento de irse.

Gray pagó la cena y serraron su cita con un tierno beso, Gray le abrió la puerta a Juvia quien salió abriendo su paraguas mirando la lluvia caer por las calles.

Ambos iban a seguir cuando sintieron algo chocar contra el pavimento, Juvia fue la primera en darse vuelta. Su jefa estaba en el suelo protegiendo su barriga con ambos brazos, de sus piernas salía un líquido rojo que se iba por las calles junto con la lluvia.

Su corazón Paro en ese instante, y sin importar que ella llevaba el paraguas lo lanzó y corrió al socorro de su jefa.

- ¡Llama una ambulancia! ¡AHORA! - Grito despavorida abrazando contra su cuerpo a la fría figura de su jefa, que lentamente iba perdiendo su calor y su característico color perlado de piel.

Mi Querida Podrida Media Naranja. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora