"Tu eres mi serafín, el ángel más poderoso de todos, serás mi protectora"
Aquellas palabras resonaban en mis oídos cada vez que recordaba a mi padre.
Lo siento papá, no pude protegerte el esos monstruos del TCRI. Prometo tomar venganza del Kraang, y...
-Papá, ¿Por qué llamabas a mamá "Serafín"?- la pequeña niña de doce años miraba al hombre mientras sostenía la fotografía de su recién fallecida madre.
Él se inclinó hacia ella, poniéndose a su altura y acariciando su cabello.
-Ella era el ángel más poderoso de mi cielo- sus palabras desbordaban ternura aun después de la pérdida de su esposa- Ahora tu serás mi serafín, mi ángel, mi protectora.
La niña sonrió, abrazando fuerte a su padre, sintiendo como algunas lágrimas caían en su hombro.
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-Aquí Serafín a Roger- la chica hablaba por un comunicador que transmitía su voz al audífono que el hombre cargaba en su oído- Estas a tres calles del TCRI, ve con precaución.
-Entendido- afirmó cargando su arma con seguridad.
Roger era un investigador de la CIA, quien había sido enviado a la ciudad de Nueva York a dar informes sobre el TCRI ante su sospechosa actividad.
Había algo oculto tras esa compañía, y él era el encargado de descubrirlo.
Su hija, Gemma, quien le hablaba por el comunicador, solía apoyarlo en estas misiones por medio del rastreo de su zona.
Aun a sus 17 años, ya tenia bastante conocimiento, y estaba siendo candidata para volverse recluta en el FBI, poco a poco. Eso no quitaba el hecho de que le habían enseñado a defenderse en caso de ser atacada en alguna de las misiones, todo tenía su riesgo, pero ambos habían decidido tomarlo.
-Movimiento a quince metros,- pronunció la chica viendo el monitor.
Aun siendo de noche, Roger tenia una buena vista con la poca luz que había en esa parte de la ciudad. Con cuidado coloco el silenciador en su arma, avanzando lentamente y cubriéndose detrás de una pared.
Fuera del edificio del TCRI, dos Kraang vestidos de humano vigilaban una camioneta.
-Solo hay dos- dijo en voz baja.
-¿Crees poder atacarlos?
-Si- apuntó derecho, su buena puntería le ayudó a que la bala atravesara ambas cabezas robótica sin hacer mucho ruido.
Ambos cayeron al suelo, mientras Roger se acercaba y veía que no había rastro alguno de sangre.
Abrió el saco, viendo a un pequeño alíen saliendo alterado del pecho.
-¿Robots?- pronunció confundido, tomando su cámara y fotografiando el cuerpo.
Abrió la camioneta, viendo algunos maleteros grandes.
-Es momento de entrar- dijo Gemma por el comunicador.
Roger cargo nuevamente el arma, viendo la entrada principal, pero obviamente, no era una opción. Buscó alguna entrada alternativa, viendo una rejilla de ventilación abierta.
