Capítulo 6

1.5K 106 9
                                    

Narra Paula

Viernes.

Es la una de la mañana y aquí estoy de nuevo, con Clara, en ese estúpido bar donde todo empezó. No sé si debería habérselo dicho. Ahora ya está y siento que me he quitado un gran peso de encima. Confío en ella y sé que no dirá nada a nadie. Nuestro pequeño secreto.

Flashback

—¿Pero a ti que te pasa? —Comienza a blasfemar sin control. ¿Para qué aceptas? ¿Quieres que se repita tu historia?

—No va a pasar nada. —Digo con calma. No debería habérselo dicho.

—¡Eso tú no lo sabes! —Grita -¿Y qué pasa si te rindes? ¿Lo has pensado? ¿Qué pasa si se rinde él?

—No voy a rendirme y en cuanto a él, caerá pronto.

—¡Y tan pronto! Estúpido juego. Cuanto antes se acabe mejor.

Me arrastra hacia mi habitación y saca un vestido corto del armario.

—Ponte esto y vamos al pub de aquel día. Con suerte estará buscando a otra a la que tirarse.”

Clara me saca de mis pensamientos.

—Allí está Álex —Me señala hacia un chico que está sentado en la barra del pub.

—¿Cómo los conoces? —En todo este tiempo ni siquiera se lo he preguntado.

—Un día fui a ver a tu hermana y me los crucé, y ya sabes que siempre me acuerdo de todos los tíos buenos. –Suelta una pequeña risa.

Se hace un pequeño silencio que se ve roto por Clara.

—Te lo dije —Y vuelve a señalar, pero esta vez en otra dirección.

 Giro la cabeza y lo veo, a él y a una rubia despampanante, que poco más no lleva ni vestido. Veo como Ted introduce una de sus manos por dentro de su vestido y toca sus muslos a su antojo. Sigue subiendo su mano y suelta una pequeña risa. Le pregunta algo y la chica ríe y niega con la cabeza. Vuelvo a mirar y lo veo, no lleva absolutamente nada debajo de ese vestido. Camino hacia ellos con la intención de impedir ese manoseo y lo consigo porque en cuanto Ted me ve saca rápidamente la mano del vestido mientras la rubia se queja.

—Theo —Digo mientras me agacho y le dejo un suave beso en los labios.

La rubia se levanta y le pega un bofetón digno de ser grabado para el recuerdo.

—¿Theo? Dijiste que te llamabas Ted —Le grita la rubia y se va de allí arreglándose el vestido. Suelto una pequeña risa pero Ted no se inmuta.

¿En serio? Al final van a tener razón los que dicen que las rubias son tontas. Por lo menos esta lo es.

—¿Por qué siempre tienes que aparecer en el mejor momento? —Grita como lo hizo anteriormente la rubia.

—Porque quiero y puedo, ¿algún problema?

—Sí —Responde malhumorado —No puedo tener sexo contigo por mi ética.

—Nuestra ética —Corrijo.

—¡Como sea! —Hace un parón. —Pero tampoco con cualquier otra porque siempre apareces en medio.

—Di que te rindes y se acabó todo. Es tan fácil como eso.

Me coge de la cintura y me empuja hacia la pared, pegando su cuerpo contra el mío.

—¿Por qué tienes que trabajar conmigo? ¿Por qué? —Y me suelta —Me voy.

—Si te quieres ir solo vete. —Respondo señalando hacia Álex y ¿Clara? Esta no pierde el tiempo.

—¿Bailas conmigo? —Dice un hombre detrás de mí

—No baila. —Responde Ted —Está conmigo. —Y el hombre se va.

—¿Tú puedes y yo no? —Respondo de la misma forma que él con la rubia esa.

—Igualdad para todos. —Guiña un ojo.

 Giro de nuevo la cabeza y veo como Clara y Álex ya no están. Le envio un whatsapp y me voy de allí. Lo último que quiero es quedarme con Ted a solas. Camino por las calles de Barcelona hasta unas calles cerca de mi piso.

—¿Te llevo? —¿Es que no puede dejarme sola?

—Déjame tranquila.

 Y cuando menos me lo espero ya estoy dentro de su coche. Nos acercamos a casa pero cuando quiero bajar no me deja. Me señala unos arbustos y los veo. ¿Aquí la gente no tiene vida personal o qué? Rubén, Carlos y otros más están esperando allí. Supongo a que aparezca con Ted por la puerta y responder todas sus preguntas. Ted arranca de nuevo el coche y se pone en marcha saliendo de allí.

—¿Dónde vamos?

—A mi piso. —Responde con total naturalidad. Como si no importara mi opinión.

 No respondo pero observo su cara y como muestra una pequeña sonrisa en señal de victoria. Su hoyuelo se vuelve a marcar, haciéndolo cada vez más atractivo, para que mentir. Me repito las mismas preguntas que él me hizo antes. “¿Por qué tienes que trabajar conmigo? ¿Por qué?” Llegamos a su piso y me doy cuenta de que no está muy lejos del mío, sino todo lo contrario, demasiado cerca. Subimos a su casa y lo primero que hago es preguntar por su habitación.

—¿Para qué?

—¿Para dormir tal vez? No pienses que me voy a quedar en el sofá o en el suelo.

 Camino hacia su habitación. Típica cama de matrimonio, con sus dos mesitas de noche y varios armarios, un pequeño escritorio, estanterías llenas de libros y un baño que parece ser espacioso. Entro en el baño y me aseo un poco antes de irme a dormir. Salgo del baño y me lo encuentro en calzoncillos esperando en la puerta para entrar él. Por mi cara parece saber lo que estoy pensando, así que responde sin preguntar.

—Yo duermo así.

 Pelo despeinado, sin camiseta y solo con un bóxer que le marca todo. ¿Por qué eres mi compañero? Me pregunto. Recorro con mi vista todo su cuerpo sin pararme demasiado. Entra en el baño y hago lo mismo. Si quiere guerra la tendrá. Yo no tengo pudor en dormir en ropa interior. Sale del baño y me mira, por lo que parece igual que yo antes.

—Yo duermo así —Respondo con una sonrisa y me meto en la cama.

 Segundos después él hace lo mismo, pero a diferencia de mí se duerme rápido. No deja de moverse y acaba pegándose a mí, pasándome un brazo por mi cintura, apretándose contra mi cuerpo y notando su respiración en mi oído.

Solo compañerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora