Epílogo

171 13 1
                                    

Narra Paula.

4 años después.

—¡Paula controla a tus hijos! —Grita Álex a mis espaldas mientras Ted y Clara se ríen conmigo de él.

—¡Tito, calla! —Le dice mi hija. —Cuanto más te resistas será peor.

Mis pequeños siguen "maquillando" a Álex, cada vez peor. Está hecho un cuadro. No para de moverse por lo que mi marido lo sujeta a traición. Todavía recuerdo cuando le dije a Ted que estaba embarazada, poco tiempo después de nuestra boda. Con lo que no contábamos era con que serían mellizos.

—¿Quién os ha mandado tener dos hijos? —Lloriquea él.

—Cuando hago algo, lo hago bien. —Responde mi chico y sigue a lo suyo. Yo meneo la cabeza. Menudas ocurrencias.

"Me duele todo el cuerpo. Mis ojos se van abriendo lentamente y me encuentro con una imagen más que entrañable. Ted tiene a nuestros hijos en sus brazos. Parece que no se entera de mi presencia.

— Os han puesto muy guapos. —Sonrío desde la cama. —Os quiero tanto... ¿Sabéis? Cuando mamá me contó que estaba embarazada me puse muy nervioso. Ella no lo sabe, así que será un secreto entre los tres. No sé si seré un buen padre para vosotros, pero os prometo que voy a intentarlo. —Me limpio las lágrimas que recorren mi cara de la emoción. —Mirad quien se ha despertado. ¿Queréis ver a mamá?

Se levanta del asiento con nuestro hijos en brazos y se acerca a mí. Se agacha hasta quedar a mi altura y me los coloca uno a cada brazo.

—Me has hecho muy feliz. —Deja un beso en mi frente y se sienta en la esquina de la cama. Atraigo a mi pequeños más a mí y lo acaricio. Me siento completa."

—Paula, ¿estás ahí? —Clara agita su mano delante de mis ojos. —Que te estoy hablando.

—Sí, perdón, estaba recordando algo. —Sonrío como una boba. —Dime.

—Que esto no salga de aquí. Prométemelo. —Se lo prometo con la mirada y ella prosigue. —¿Cómo le puedo decir a Álex que estoy embarazada?

—¿Qué? —Grito sin pensarlo. Los chicos y mis hijos se giran y nos miran. Le hago un gesto para que sigan a lo suyo y me centro en Clara. —Lo siento, no quería gritar. —Suspira. —¿Has pensado en preparar una cena?

—Pero eso es lo que hiciste tú. Quiero algo nuestro, algo especial. Como cuando me pidió matrimonio.

—Pues iros de crucero otra vez. —Le propongo recordando su pedida de mano hace dos años, en pleno barco, delante, según ella, de todos los pasajeros.

—No voy a repetirme. Venga, piensa, que tú eres la de las ideas. —Prácticamente me lo ordena.

—Creo que ya sé. —Me acerco a su oído y le susurro la idea.

—¿Ves? Por estas cosas te quiero. —Se levanta del sofá y se acerca a donde están jugando el resto.

—Mami, ven a jugar. —Me reclama Leo.

—¿Y si ahora pintamos a mami? —Añade Emma. —Coge el pintalabios, casi roto en la punta, y corre hacia mí.

—Vale, pero después escojo yo el juego. —Se pone de morros pero finalmente acepta la propuesta de su hermana.

—¿Dónde tienes la purpurina? —Le pregunta Álex. Ella señala con su bracito una caja. —Venganza.

Se agacha y abre el bote de purpurina. La coge con sus dedos y la deja caer poco a poco en el bote. Sé que quiere pillarme desprevenida, pero no va a lograrlo. Mi marido se acerca por detrás y me abraza.

—Mira cariño, tenemos tres niños en casa. —Suelto una carcajada, lo que hace que Álex se enfade con nosotros.

Sale corriendo con el bote de purpurina abierto y, para risa nuestra, tropieza con uno de los juguetes de Leo, haciendo que se caiga al suelo y la purpurina encima de él.

—¡Mi juguete! —Grita Leo, preocupándose más por el objeto que por Álex.

Se levanta del suelo lleno de purpurina y, ni corto ni perezoso, nos dice que se va a duchar.

— Tú como en tu casa ¿eh? —Vocifera Ted mientras me ayuda a recoger el estropicio.

El resto de la tarde pasa sin nuevos incidentes. La parejita se despide y se va de casa. Espero que Clara haga lo que le dije. Sería un gran recuerdo para ellos dos.

Me despierto a la mañana siguiente en los brazos de mi chico. Intento moverme para alcanzar mi móvil pero él me mantiene presa con su cuerpo.

—Ted, cariño. —Hace un ruído extraño y aún me aprieta más contra sí.

—Para de moverte. Quiero seguir durmiendo —Su voz suena muy baja.

—Estoy esperando un mensaje muy importante.

—¿Qué pasa?

—Que Clara está embarazada, eso pasa. —Suelto sin más haciendo que se levante de la cama de golpe. —Le he dado una idea para que se lo cuente a Álex y quiero saber cómo ha ido.

Me aplasta con su cuerpo y estira el brazo para coger mi móvil. Me lo enseña y veo la pantalla en blanco. ¿Por qué estoy nerviosa?

—¿Y qué le has dicho?

—¿Tú no querías seguir durmiendo? —Me hago la dura hasta que le da por besarme el cuello.—Está bien.

—Nunca falla. —Le pego un puñetazo en su hombro.

— Pues a ver, pesado. Le dije que le dejara un mensaje tipo "cuando salgas abre el armario" en la ducha y así, cuando se duchara, el vapor revelaría el mensaje. Y bueno, cuando Álex abriese el armario que viese un sonajero o algo y una carta. Ya sabes, como si fuese su hijo hablándole.—Explico orgullosa de mi idea. —El sonajero es de Leo, espero que no te importe.

Suena el móvil y ambos miramos la pantalla.

"Estoy muy feliz. Te debo una. Después te doy detalles." Un mensaje bastante escueto. Supongo que estará celebrándolo. Una sonrisa pícara se manifiesta en mi cara.

Veo como Ted tiene otra en su cara, la cual se va agrandando cada vez más y más, tanto que empieza a darme miedo.

—¿En qué piensas?

—En que estaría bien ser familia numerosa, ¿no crees? —Muestra una sonrisa pícara y me lleva con él al interior de las sábanas.

Solo compañerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora