Capítulo 20

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Narra Paula

¿Cuánto tiempo es para siempre?

A veces solo un segundo

 A tan sólo dos semanas para esas merecidas vacaciones de verano tan ansiadas, espero sentada en el sofá pensando en el guion que tendré que poner en práctica en menos de una hora. Todavía recuerdo la sonrisa de Lucas al enterarse de que su padre luchará por él. Siempre tuve el ideal de una familia unida, sin problemas, en la que tus padres te consintieran todos los días y a todas horas. Realmente siento lastima por ella. A pesar de que Ashley no sé merezca a Lucas –Algo que él sabe perfectamente para su edad- no puedo evitar pensar en que hubiese sido si ella no fuera como es. Un hogar unido.

 Me agobian estas cuatro paredes. Quiero salir de aquí y acabar con todo. Demostrarle a Ted que no pasa nada por ayudar a Diego. Mi felicidad es completa a su lado y él tiene que entenderlo y darse cuenta de que es verdad. No soy su chica “común”, soy su algo más.

 Suena el timbre. Me levanto del sofá y me dirijo a la puerta. Todo está preparado. El camino hacia el juzgado se hace demasiado largo, sin hablar, notando la respiración agitada de los demás, lo que no ayuda a tranquilizarme. Lucas aparca el coche cerca de la puerta y suelta un largo suspiro. Bajamos del coche y Diego me agarra de la cintura. No tengo ganas de quejarme. Que todo siga su curso y que salga bien, es en lo único que puedo pensar Los bancos empiezan a llenarse de gente y nosotros hacemos lo propio. Familiares y amigos nos dan su apoyo y, a pesar de no conocer a casi nadie, se lo agradezco. El juez llega y hace lo propio.

Que empiece la función.

 El juez va llamando al estrado a cada familiar directo con Lucas. Su padre es el primero en hablar y en contestar correctamente y sin un ápice de temblor en su voz. Admiro su fuerza de voluntad y sus ansias de tener a su hijo con él. Si fuera yo la que estuviese en esa situación me derrumbaría. Sigue contestando preguntas del abogado de Ashley, aunque algunas no determinan nada.

 El turno de ella. Empieza a llorar nada más sentarse clavando la mirada en Lucas. ¡Será falsa la tía! Pienso. Su voz a diferencia de él, tiembla. Puedo notar el temor en sus ojos pero, verdaderamente, no sé si eso puede ocurrir sin ser falso. El juez le pregunta si quiere salir pero ella niega y prosigue. La preguntas del abogado contrario son más duras que las de ella, y me alegro. Me fijo en el gesto de su cara cada vez que le lanzan una nueva pregunta. Mira a su abogado como buscando algo que la libre de estar aquí y largarse lejos con su hijo.

 El juez, imparcial, pide que suban el resto de familiares uno por uno. Intento aguantar la risa al mirar la cara del juez al ver a un traductor al lado para algunos miembros de la familia de ella. Lo consigo. No es el momento ni el lugar más oportuno para liberar la tensión acumulada. Mi turno. Los nervios aumentan pero no dejo que se noten. Respondo con  tranquilidad, repasando el guion mentalmente. Muchas de las preguntas me pillan por sorpresa pero salgo de ellas con naturalidad. Sé que estoy haciendo un buen trabajo.

 El juicio finaliza y toca un momento de descanso mientras delibera si viene con nosotros o se va con ella. Todos se levantan de sus asientos  y se dirigen a la salida. Diego me abraza con lágrimas en los ojos y me lleva hasta la salida. Nos apartamos del resto y me lleva lejos de ahí. Fuera de este lugar. Respirar el aire fresco.

—Muchas gracias, Paula. —Su tono de voz es sincero al hablar. Me emociono y finalmente las lágrimas recorren mi rostro. ¿Desde cuándo soy tan sensible? Oh, Ted. —Gracias por estar aquí. —Repite sin cesar. Limpia las lágrimas de mi cara con sus dedos, los que mantiene ahí. Atrae mi cara hacia él y me besa. Intento separarme pero no puedo, sus manos hacen una fuerte presión. Empujo con mis brazos su pecho y logro separarlo de mí.

Solo compañerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora