Capítulo 4

1.8K 133 8
                                    

Narra Paula

 Consigo que suba de una vez por todas. Si quería jugar, jugaremos, me tiene a su entera disposición. La única pega es que es profesor, y eso hace que recuerde que no debo de cometer los errores del pasado. No otra vez. Quitando eso, la verdad es que no puedo negar que está muy bueno. Esos ojos son mi perdición. Está mirando todo sorprendido. ¿Qué esperaba? Me considero una chica amante del orden. Me vuelvo a acercar a él como minutos antes de conseguir que entrara en casa, y por fin me mira a mí, y no la decoración interior. Acaricio su cara, apoyo mi frente en la suya rozando  mis labios con los suyos.

—¿Te rindes tan fácilmente? —Pregunta poniendo sus manos en mis caderas. Supongo que con la intención de seguir descendiendo.

—Ya sabes que no. Simplemente estoy jugando —Le respondo con una sonrisa. —Nunca hemos dicho nada de no tocarnos.

—Vamos, que puedo hacer esto ¿no? —Y sus manos descienden hasta mi trasero y lo toquetean.

—Yo también podría desfigurar esa cara tan bonita que tienes —Le digo sin más y vuelve a subir sus manos hasta mi cadera.

Me suelto de él y lo guio hasta el sofá, donde se queda sentado sin hacer nada.

—Toma —Digo entregándole una copa

—¿Tú no tenías prisa?

—Tenía, tú lo has dicho —Y le guiño un ojo.

 Me siento en el sofá muy cerca de él y meto mi mano por debajo de su camiseta, acariciando su espalda y formando pequeños círculos. Alarga su mano y deja la copa en la mesa. Me sienta sobre sus piernas y me mira fijamente, pero aun así continuo tocando su espalda. Acerca su boca a mi cuello y comienza dejando pequeños besos en él, que poco a poco se van haciendo más intensos, subiendo y bajando a su antojo, haciéndome jadear.

—Tengo que irme. —Dice y se separa de mí.

Se levanta del sofá y se recoloca un poco la camiseta.

—He dejado el bolso en tu coche —Le miento y aprovecho para esconderlo detrás del sofá cuando él no mira.

 Lo acompaño hasta el coche y hago que busque en él un bolso inexistente. Doy un pequeño toque en su hombro y para que se dé la vuelta y así lo hace. Sin previo aviso me lanzo a su boca, devolviéndole el sufrimiento que me ha hecho pasar antes. Juego con su lengua, moviéndome en su boca con total libertad. Cuando creo que ya es suficiente me aparto, dejándolo con la misma sensación jadeante que yo minutos antes.

—Buenas noches. —Digo acercándome a mi portal.

—¿Y el bolso? —Responde intentando volver a su respiración normal.

—¿En serio Ted? ¿En serio? —Tan lanzado para algunas cosas y tan corto para otras, pienso.

 —No nos mientas.

—Que sí, que se estaban besando.

—¿Estás seguro de que era Ted?

—Sí, y la chica Paula. ¿Cuántas veces tengo que repetirlo?

¿Qué? Mierda. Esto se nos va de las manos y solo estamos empezando, nunca debí aceptar esto, por muy entretenido que llegue a ser.

—Bueno, eso explicaría el chupetón que llevaba hoy a la mañana. —Cojo un pequeño espejo que guardo en el bolso y lo corroboro. ¡Genial! Voy a matar a Ted.

 Salgo de allí en su búsqueda, intentando taparlo con mi pelo. Está en el pasillo hablando con unos alumnos. Me mira y suelta una risita. Me voy de allí a una zona menos transitada a estas horas de la mañana esperando por él. No sería grato que nos vieran gritar.

—¡Se puede saber de qué vas! —Grito cuando lo veo acercarse

—Ey, cálmate, solo estaba jugando —Dice con una sonrisa —¿Te suena?

—Pues gracias a tu estúpido juego ya lo saben varios alumnos —Su cara cambia.

—Mientras no sepan que…

—Sí, saben que fuiste tú. —Lo interrumpo para acabar su frase. —Nos vieron ayer en el portal.

—¿Quiénes eran? —Pregunta al borde de un ataque de nervios. —¿Quiénes?

—Soy nueva ¿recuerdas? —Le digo con la poca paciencia que me queda.

No me responde y se va. El timbre suena y entro en una nueva clase. Empiezo con las presentaciones y explico un poco como voy a continuar con la clase que daba mi hermana. Un par de días aquí y ya estoy en problemas.

—¿Tienes novio? —Preguntan de repente, a la par que se abre la puerta.

—No es de su incumbencia —Respondo mientras miro a la puerta. ¿Qué quieres ahora Ted?

—Ya claro —Se escucha una voz al fondo.

Ted se acerca a mi mesa ante la mirada de todos.

—Tenemos que hablar —Dice cortante.

—Ahora no —Respondo de la misma manera y me levanto de la mesa para seguir con las presentaciones.

Se escuchan murmullos por parte de todos. Puedo imaginar perfectamente lo que están comentando.

—Los problemas de cama se arreglan en otra parte —Otra vez el mismo chico de antes. ¿Se llamaba Rubén?

—Probablemente el único problema de cama que haya aquí sea su incontinencia. —Mi paciencia tiene un límite, y él, la ha superado con creces.

—Rubén, ¿quiere ir tan pronto al despacho del director? —Y él simplemente agacha la cabeza.

El timbre suena y salen todos por la puerta, menos Ted.

—Lo siento —Me mira con la mirada culpable. —No quiero que se repita otra vez mi historia y eso me llevó a tratarte así.

—¿Dónde está el Ted que conocí?

—Sigue aquí y pronto volverás a verlo. —Despega mis brazos de mis caderas y me pega a las suyas en un simple movimiento. —De eso no dudes nunca. —Termina susurrando en mi oído. —Esto solo ha sido un tiempo de pruebas.

Solo compañerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora