Capítulo 23

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Narra Ted

Mañana es la boda de mi hermana. No me puedo creer que esté diciendo esto. La pequeña de la casa se hace mayor, y aunque es duro, lo acepto. Siempre estaré orgulloso de ella.

 Miro hacia mi derecha y observo a Paula dormir. La necesito siempre conmigo, aquí, a mi lado. Beso sus labios suavemente intentando no despertarla y me levanto de la cama. Me doy una ducha rápida y vuelvo a vestirme con la ropa de ayer. Vuelvo a la cama y  tumbo de nuevo, sujetando la cabeza con una mano mientras la observo. Es solo mía. Se retuerce y abre los ojos lentamente, mirándome.

—Buenos días. —Dice aun somnolienta.

 Me acerco y la beso suavemente.

—A la ducha que tenemos que irnos.

 Se levanta a regañadientes de la cama y busca la ropa que se va a poner antes de entrar en la ducha. Miro hacia su maleta y veo que su ebook. No me considero un hombre cotilla, pero hoy es la excepción. Me levanto rápidamente y lo enciendo. Observo cada uno de sus libros y sonrío al ver que está leyendo el mismo que el que me regaló mi madre. Me pregunto si le recordará tanto a nosotros como a mí.

 Continúa deslizando mi dedo por la pantalla táctil y leo el título de un libro que no esperaba encontrar, cincuenta sombras. Las mujeres pueden pensar lo que quieran, pero para un hombre, ese simple libro es competencia. Pincho en él y leo una de sus páginas. Absorto en la lectura no me doy cuenta de que Paula está detrás de mí, hasta que se ríe. Soy consciente de que está mirando todo lo que hago, por lo que me propongo eliminar el libro de su biblioteca.

— ¡Ni se te ocurra, Ted! —Grita en mi oído.

 Acto reflejo intento taparme los oídos y suelto una mano del ebook. Paula aprovecha para quitármelo de las manos y apagarlo.

—No sé cómo te puede gustar ese libro.

—Es interesante. —Dice guiñándome un ojo.

Competencia, me repito.

—Sabes que soy mejor que ese tal Grey. —Me acerco a ella poco a poco.

—No, no lo sé. —Pega su boca en mi oído. —Demuéstramelo. —Susurra.

 Sin pensarlo dos veces le doy un beso. Es lento y nuestras lenguas apenas chocan, pero de un momento a otro camino junto a ella,  aun besándonos, y la arrincono contra la pared. Haciendo que el beso sea más intenso y pidiendo permiso para que mi lengua entre en su boca. Ella accede y se produce una espléndida guerra. Totalmente fantástico.

 Nos separamos por falta de aire. Cuando voy a mirarla fijamente, ella se está mordiendo el labio. Ese acto me hace pensar en lo que decía Grey en estos momentos y lo digo.

—No te muerdas el labio.

 Suelta un pequeño gemido y la arrincono aún más para que ella pueda sentir la erección que tengo en estos momentos. La tomo de las caderas y ella se abre de piernas, enrollándolas en mi cintura. La pego lo más que puedo a la pared y la beso mientras hago movimientos en las caderas aprovechando la posición. Ella gime en mi boca, lo está disfrutando al igual que yo.

Siento que mi miembro crece más y más por lo que clavo la mirada en Paula. No hace falta nada más.

—Hazme lo que quieras. —Me dice mientras se vuelve a morder el labio.

La levanto y la tumbo en la cama lentamente. Me quito la camiseta y la tiro al suelo.

—Paciencia, cielo. —Le digo alejando sus manos. —Paciencia.

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