VIII. SANGRE.

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Amanda permaneció un rato en silencio después de que Ismael terminara el relato. Sólo se escuchaba el crujir del viento golpeando los cristales de la ventana. Estaba claro que Ivory no se iba a marchar hasta que lograse su cometido. Ya lo había intentado una vez, y al final la pequeña Lidia acabó muerta. Ivory había dejado una estela sangrienta de tres muertes, dejando a Ismael sin más familia que unos casi completos desconocidos. Por un momento, pensó en el dolor que debía sentir su primo al recordar toda su historia. No podía suceder de nuevo, tenían que detenerla.

—Tengo que ser yo la que se enfrente a Ivory. Creo que sólo yo puedo acabar de una vez por todas con ella. Tú lo intentaste una vez y...

—Fue un completo error. Pero quería proteger a mi hermana, cuidar de ella... Y lo intenté. Creí que habría dado resultado, pero aquel día, cuando el accidente de coche, descubrí el poder que tenía ella. Y créeme que su venganza, ha sido peor que la mismísima muerte para mi...

Amanda se dirigió hacia el cajón donde guardaban los cubiertos y agarró con manos temblorosas un cuchillo jamonero.

—Ten cuidado, Amanda, no dejes que se apodere de ti. Hará que tengas visiones horribles, e intentará hacerte daño. No dejes que entre en tu mente. Yo estaré aquí para protegerte.

La muchacha escudriñó por última vez a su primo. Había algo en toda la historia que no lograba entender... Fuera, una dulce y macabra musiquilla comenzó a llenar cada parte de la casa. Amanda e Ismael contuvieron la respiración. Una pálida mano se posó en el cristal de la puerta y la empujó para entrar, mientras que los muchachos sentían un escalofrío recorrerles la espalda al encontrarse frente a frente con una niña de largos tirabuzones y unas cuencas vacías y sangrantes por ojos. Amanda empuñó el cuchillo apuntando hacia Ivory.

—¡Qué es lo que quieres de mí!— gritó. A su lado, Ismael, paralizado por el miedo, no podía apartar la mirada de la hipnótica visión que ofrecía la muñeca.

—Muy simple. Algo que tú tienes y yo no...—amenazó Ivory esbozando una diabólica sonrisa.— Quiero la vida.

Amanda se aferró con fuerza al cuchillo. Trataba de contener el terror que se había apoderado de su cuerpo, mientras su mente trabajaba a la velocidad del rayo tratando de entenderlo todo.

—¿Quieres matarme?

—No... Te vas a matar tú.

Ismael agarró con manos temblorosas en brazo de Amanda.

—Amanda... No la escuches...

Ivory comenzó a avanzar hacia la chica, decidida, sin temer el cuchillo que Amanda empuñaba.

—Sabes que nada de esto es real, que Ismael te está tomando el pelo...

—No la escuches Amanda...

—Como sucedió con Lidia...

—Amanda...

—...Yo no asesiné a su familia... Quería vivir a través de Lidia, pero por miedo a que yo pudiera hacerle algo a él cuando hubiera logrado apoderarme del cuerpo de su hermana... Él se encargó de matarlos a todos... Él cortó los frenos del coche...

—...Amanda... No es cierto, no la escuches...

—...y fue eso lo que hizo que el coche se saliera de la carretera... ¿Crees que quiere salvarte a ti también? No, pequeña... no...

Amanda comenzó a temblar y el cuchillo cayó de sus manos. Ivory se agachó para cogerlo y lo presionó contra el cuello de Amanda. Una gotita de sangre escapó de la raja que la afilada cuchilla comenzaba a hacer en su piel.

—Supongo que tanto tu primo como yo queremos lo mismo. Él quiere sobrevivir a pesar de que tenga que arrastrsr a otros hasta el más oscuro pozo sin fondo. Y yo simplemente... Quiero unos ojos con los que poder admirar la vida.

Amanda giró la cabeza, sintiendo cómo el cuchillo rasgaba su piel. Miró a Ismael con ojos suplicantes.

—Me has mentido...—reprochó con la poca voz que le quedaba.

—No... No, Amanda, no la escuches; yo no les hice nada, les quería...

—Amanda— Susurró Ivory—.Solo hay una manera de acabar con todo esto.

Amanda cerró los ojos. Ya no sabía lo que era real y lo que no. No sabía quién decía la verdad. Cuando volvió a abrirlos, se fundió en la vacía mirada de Ivory. Y se dejó llevar, mientras notaba que la sangre comenzaba a resbalarle por el cuello, como una enorme cascada, caliente y pegajosa.

LA MUÑECA DE LOS OJOS ESCARLATA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora