LA CARRERA

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Juan pdv.

Mis ojos se abren al mismo tiempo que la luz del alba cruza por mi ventana, miro alrededor y  me levanto de la cama, camino directamente a tomar un baño; desde el día anterior le pedí a la criada  que preparará todo temprano, pues no quiero llegar tarde a la cita.

Después de un corto lapso de tiempo salgo del fresco y relajante baño, tomo mi ropa de montar y me cambio rápidamente.  Bajo las escaleras y salgo al pequeño establo a elegir el caballo que me acompañá en este día, monto  el semantal llamado Rayo y salgo de la casa, rumbo al hogar de mi prometida.

Espero a Carlota al final de las escaleras, no sé si su padre esté enterado que saldremos.

—Buen día, Juan.

Enderezo  mi espalda al escuchar al señor Bernardo—. Buen día, señor. Disculpe por visitarlos tan temprano, pero ayer quedé con su hija, que la llevaría a dar una vuelta en caballo, pues me comentó que la encanta montar. Tengo que aclarar  que no iremos solos, mi amigo el Tunco, nos acompañará—miento, porque Carlota me lo ha pedido, pues Dice que llevar chaperon es incómodo e innecesario.

—Carlota me ha contado todo, Juan.

—También Quisiera que me perdonará por no pedirle permiso como es debido, pero fue algo que surgió inesperablemente y usted no encontraba en casa.

—No tienes que pedir disculpas, Juan. Entiendo que quieras conocer mejor a tu futura mujer.

—¡Papá!—baja las escaleras, corriendo.

—¡¿Hija, porque esa ropa?!— grita la ver a Carlota, en ropa de hombre.

—Es más cómoda para montar.

—Pero… tu prometido que dirá.

—No se preocupe señor, si ella está cómoda con la ropa, a mi no me molesta.

—Juan es muy compresible.

Nos vamos padre. — besa su mejilla.

Carlota toma mi mano y me guia por los pasillos hasta llegar  a las caballerizas, al llegar  monta rápido a una yegua de pelaje negro—. Se llama Luna—comenta inclinándose para acariciar  el hocico del animal.

—Es hermosa.

—¿Verdad que sí? Mi tía dice que Luna,  es una fiera tan horrible como yo, pero eso es mentira, ella es hermosa.

Observó la mirada de amor que Carlota le da a su yegua.

—Tu tía debe de estar ciega, para no apreciar la belleza de luna.

Carlota levanta la mirada y esbozó una sonrisa que cubre casi todo su rostro—. Me alegra que piense lo mismo que yo. Gracias— se endereza y con las riendas hace girar al animal donde esta montada—. Vámonos.

****

Hemos llegado al campo  después de miradas y comentarios  mal intencionados hacia Carlota, por su vestimenta. La mayoría de éstos son algo absurdos y poco creíbles.

—Juan, usted puede elegir cuál será el punto final de la carrera.

—¿Segura?

—Sí.

—En ese caso… la meta será —estiro mi cuello para definir el final de la carrera—, aquel plantío de flores silvestres, ¿te parece ?

Carlota lenta la mano, colocándola sobre su frente tapándose la luz del incandescente sol—. Me parece.

—¿Estas lista, Carlota?

—Claro.

—A la cuenta de tres. Uno, dos, tres.

ME CASÉ CON LA FEA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora