JUAN PDV
Don Bernardo y Catalina se han despidió de Carlota, han dicho que regresan en 6 semanas, pues es casi un mes de viaje de ida y vuelta.
Mi suegro me encomendó no dejar a mi prometida mi un segundo a solas y eso es lo que haré, aún cuando ella me grita o tiré cosas
—¿Necesitas algo?—inquiero sentado en el sillón que he colocado al lado de la cama.
—No —contesta evadiendo mi mirada.
—¿Quieres que te ayude a cambiar en vendaje? —colocó mi mano sobre su rodilla.
—No —pasa saliva—, yo.. Yo, lo hago sola. —da un pequeño golpe a mi mano, para que la retire.
—¿Quieres de comer?
—No.
—¿Quieres algo?
—Si —me mira con rencor—, que me deje sola.
—No te dejare sola ni cinco minutos, le dije a tu padre que te cuidaría.
—Si, le dijo a mi padre que me cuidaría. ¡Pero lo que no le dijo fue que me vio desnuda! —grita—. Le aseguro que si se estuviera enterado, no me habría dejado aquí con usted.
Suelto una carcajada al escucharla, pues su padre lo que quiere es que aproveche estos días a sola con ella—. No te vi desnuda, Carlota.
—¡No se ría! ¡No mienta!, usted me dijo que...
—Si, te dije que te vi sentada sobre la roca, pero tenías el camisón pue… —me quedo callado, al comprender las palabras de Carlota, pues significa que ella se despojó de toda la ropa después de que me fui de ahí.
—¿Te atreves a desnudarte en un lugar al aire libre? , ¿estás loca? Alguien te pude ver y aprovecharse de ti.
—No estoy loca, Juan. Lo he hecho desde que era una niña, nadie visita ese lugar. ¿Quién se va a querer aprovecharse de mí? Míreme soy la hija fea del patrón.
¿Quien quisiera? Pues al menos yo lo haría.
—Te prohíbo que vuelvas a ese lugar sola.
—No estaba sola, Catalina me acompañaba —cruza los brazos frente sus pecho—,y usted no me puedes prohibir nada.
—Claro que puedo, seré tu marido.
—Pues sólo lo será por un año, recuerda nuestro acuerdo —gira su rostro a la dirección contraria de donde me encuentro.
—No me provoques, Carlota, tienes que obedecer.
—Nunca.
—¡Entiende, hay hombres con sucias intenciones! Te pueden lastimar. Y eso que dice que es un lugar solitario, es mentira pues yo llegue hasta ahí, alguien más puede encontrar el río.
Carlota parece analizar mis palabras, gira su rostro y me observa —. Nunca había pensado en eso. Tiene razón en decir que alguien puede llegar hacerme daño en ese lugar, pues se encuentra alejado de todos. Fácilmente puede robarme mi a pocas pertenencias.
Hay hombres que pueden a llegar hacerle mucho más a una mujer, pero no puedo contarle por que la asustaria, una dama como ella desconoce ciertos temas.
—Ves, es por tu bien, no es que te quiera prohibir algo —digo, un poco más tranquilo—. Lo que pasa es me preocupas.
Sus ojos cambian, y ya no demuestran la furia de hace unos minutos—. Gracias por preocuparse.
ESTÁS LEYENDO
ME CASÉ CON LA FEA.
Historical FictionMéxico 1850, mejor conocido como la nueva España, pues hasta hace poco lo era. Descubre esta historia de amor, en la época donde las mujeres no tenían ni voz ni voto. Donde los hombres sólo pedían y las mujeres obedecían. CARLOTA Y JUAN se tendrán...