Némesis. Capítulo 1

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Lena levantó la vista hacia el amplio horizonte en el que se empezaban a vislumbrar los primeros rayos de sol y resopló en un intento por controlar su impaciencia. Volvió a mirar su reloj de pulsera, eran las siete de la mañana y no había ni rastro de Cris ni de su viejo Jeep. Volvió a suspirar y cogió su móvil. Pulsó la tecla de marcación rápida que correspondía al número de su amiga, pero instintivamente levantó la cabeza y avistó un viejo coche que venía a toda velocidad por el angosto camino que terminaba en la puerta de su casa. El coche frenó con brusquedad cuando llegó a su altura, la ventanilla se bajó.

—Lo siento, mi Chico no quería arrancar esta mañana —dijo la conductora del coche.

—Cris, tú y tus imprevistos. ¿Por qué no cambias de una vez ese viejo trasto? Más que un chico parece un abuelo.

—¡Eh, no ofendas a mi Chico! ¡Es muy sensible! —exclamó—. Le tengo mucho cariño. Ha estado conmigo desde la universidad y hemos vivido muchas cosas juntos.

—¡Vale, vale! —dijo Lena, levantando su mano.

El coche de Cris, aunque era una chatarra, era algo importante para ella. Había oído la historia una y otra vez sobre lo ligada que estaba sentimentalmente a su viejo coche, y por eso mismo, Lena no iba a discutir. Era tarde y su vuelo a Suiza salía en tres horas. No quería empezar sus vacaciones de verano con una discusión sobre los pros y los contras del mundo automovilístico, eso ya había pasado en otras ocasiones y no iba a volver a caer en ese error, así que le sonrió, depositó su equipaje en el maletero y se sentó en el asiento del copiloto.

—¡Eh, Chico!, al aeropuerto —dijo Lena, dándole una sonora palmada al salpicadero del viejo coche.

Cris sonrió satisfecha y el fuerte sonido del motor retumbó como contestación a su petición.

–Estás nerviosa ¿verdad? —dijo Cris—. No has dormido, las ojeras te llegan hasta la nariz.

Lena sonrió y asintió.

—Bueno, es normal. He esperado diez años para hacer este viaje e intentar aclarar qué le pasó a mi padre en ese bosque.

—¡Debemos estar locas! —comentó Cris—. Tú, por tu idea y yo, por seguirte.

—Vamos a ver, —le dijo Lena con un tono de seguridad que en cierto modo no sentía— soy bióloga especializada y tú eres arqueóloga. Chica, hemos trabajado juntas en excavaciones y colaborado en un montón de proyectos. Sabemos orientarnos y vivir en la naturaleza ¿Crees que no estamos cualificadas para investigar la zona y encontrar respuestas?

—Pero estás hablando de ir al bosque negro y adentrarnos en el lugar donde han desaparecido cientos de personas en los últimos cincuenta años.

—Si Cris, efectivamente, de eso mismo estoy hablando. Quiero respuestas y durante diez años nadie me las ha dado. Ni siquiera tengo una tumba donde llevar flores al cuerpo de mi padre. Sen-sen y yo esperamos todos estos años sin noticia alguna y...

Las lágrimas empezaron a brotar involuntariamente. Todavía dolía. Necesitaba respuestas, se lo debía a Sen-sen. Antes de que él muriera, Lena le prometió que intentaría encontrar respuestas. Las palabras de Sen-sen aún resonaban en su cabeza.

<<—Prométemelo. Lena, prométeme que irás a buscar a tu padre aunque yo ya no esté.

—Pero Sen-sen, no digas eso. Te vas a poner bien.

—No, mi niña, ha llegado mi hora.. Él te quería. Aunque te dejó a mi cargo, él te amaba y sé que tú lo vas a encontrar. Recuerda todo lo que te enseñé y tu corazón te llevará a él —cogió la mano de Lena y tiró de ella. Sus rostros quedaron muy cerca. Los ojos de Sen-sen miraron a la chica con tal intensidad que ésta se asustó—. Prométemelo, como maestro tuyo que soy ¡Prométemelo Lena!

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