Capítulo ocho.

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La soledad una vez más se tornó su mayor aliada. Aquella que, con toda la carga emocional que ponía, era la más grande influencia para sus conductos lacrimales. El agua salada emanada por sus orbes azabaches era su único consuelo.

Pero Goku no se merecía ya ni sus mocos.

Fueron tantas historias, tantos momentos de pura apariencia, que el lápiz se quedó sin punta, con una historia cuyas páginas se quedaron a medias.

Pero el grafito de aquel instrumento que ayudó a narrar el relato ha dejado marcas, las cuales le afirman a ella el inicio de todo esta incertidumbre que vive al lado de él:

—Fue desde aquel desmayo.

Desde aquel acontecimiento, Goku cambió drásticamente su actitud dándole vuelta a los semtimientos cuán panqueques.

La calidad de la cerradura, pero lo complicado de su combinación.

Con el filo de la flor // Dragon Ball AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora