Capítulo trece.

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El hielo se formó en el lugar, y la expresión confusa de Milk hablaba por sí sola.

—Milk, fuiste diagnosticada con leucemia.

Fuerzas son las que tuvo que reunir Goku para poder formular aquella última palabra y no desvanecerse cuán nieve en primavera, y pese a que aún carecía de ellas, su mente supuso que el momento había arribado.

—Leucemia linfocítica crónica —agregó la peliazul aún presente—. Mejor aclárale todos los detalles tú. Yo los dejo —culminó retirándose.

Él, con algo más de diez toneladas de culpa amenazando con tumbarlo, únicamente dejó que los minutos transcurrieran, tiempo en el que todo lo que existe le hablaba a Milk de muerte, sobretodo en el amor.

Pero la esperanza jamás la descuidó:

—Estás a tiempo, Milk —comentó Goku —Aquel día en el cual te desmayaste, se te aplicaron unos exámenes sanguíneos de rutina para descartar algún mal, sin embargo, arrojaron un cáncer en la sangre. Ahora bien, no has presentado ningún síntoma, lo que nos deja que la leucemia aún se encuentra en un estadio temprano. El desmayo se vio a causa de una pequeña alteración en tu presión arterial, no por la enfermedad.

Ella sentía que aún las piezas no encajaban, no obstante, él no terminaba, y sus ojos cristalinos delataban su sensibilidad ante el tema.

—Mientras te hallabas inconsciente en el hospital, se te realizaron más pruebas en busca de un tratamiento certero, puesto que la enfermedad daba fé de que avanzaría rápido —a medida que relataba, sus palabras se quebraban—. La doctora Bulma, amiga de la infancia y especialista en el caso, me habló de medicinas dirigidas para luego culminar con quimioterapia, lo que según ella, te daría una esperanza de vida mucho mejor.

Aquí fue cuando la rosa mostró sus espinas:

—Pero nada es gratis, y nuestros recursos no bastaban para abastecer los gastos, y sintiendo impotencia por no poder hacer algo, me vi en la obligación de trabajar forzosamente —dicha impotencia se notó reflejada cuando de los orbes de Goku emanaron lágrimas bañadas en dolor, las cuales ya habían hecho su aparición en varias ocaciones, pero para Milk significó la primera vez—. Comenzaba antes de la aparición del primer rayo del sol, acabando a tan altas horas, que en ocaciones la opción más factible para evitar causarte molestias era esta habitación de hotel, sitio en donde solía hacer consultas con la doctora.

En ningún instante preciso él la había mirado con una dirección fija hacia sus ojos, pero lo que estaba a punto de declarar se trataba de una verdad rotunda, la cual ha llevado a Milk a las preguntas sin contesta más sofocantes, marcándola con la más ciega cicatriz.

—Yo nunca dejé de amarte —juró ante la mirada también húmeda de ella—. Pero las circunstancias me obligaban a apartarme de tu lado. Anhelaba hacer esto lo menos doloroso posible, por lo cual demostré neutralidad en cada palabra y gesto que te regalaba. Quería dejar de servirte como estorbo y ser útil trabajando para financiar tu tratamiento.

El combustible escondido en lo más recóndito de Goku logró volver a encerder la llama entre ellos.

—Pero Goku —ella se reincorporó—, pasé el peor sufrimiento posible al suponer que ya no me amabas.

—Entiende que opté por degastarme para que no lo hicieras tú, y así no murieras estando sólo conmigo —apartando unos cabellos del rostro de la mujer, añadió—. Tú debes gozar más de este mundo.

Él se dejó caer sentado sobre el sofá que tenía detrás suyo, tomando entre las suyas las manos de la mujer, notando las heridas de sangre seca en ellas. Inclinando su cabeza hacia abajo, mostrando evidencia arrepentimiento, derrotado por sus sentimientos.

—Perdóname —dijo en un hilo de voz audible para ella, y de inmediato dio paso a un mar de lágrimas—. Quería que vivieras, preferí verte sufrir por mí a no verte sufrir por la enfermedad. Hasta te hice creer que no te amaba. ¡Son un tonto, no te merezco! —se culpó.

Milk pudo jurar que casi se desploma allí mismo al verlo así. Su supuesta enfermedad no valía nada comparado a lo que estaba viendo: Goku estaba roto. Pensó que ella misma se había pinchado con un espina de la flor, cuando en realidad él las tenía clavadas por todo su ser, y ella no lo notó, fue egoista.

Se hincó para quedar a la altura de su amado, guió su mano hacia su mejilla alzándole el rostro, acariciándola pese al agua salada escurriéndose en ellas, y sonriéndole pese al dolor por descubrir que nadie la ha derramado más que él.

—No me importa morir si es amando y sintiendo ser amada de verdad —juntó si frente con la contraria—. Prefiero morir de cien tipos de cáncer que vivir sin ti.

—No digas eso —cerró sus ojos, deleitándose de su tacto y aroma—. Te amo, Milk, y mucho. Nunca dejé de hacerlo. Perdóname.

Ella sólo lo besó con desasosiego.

Una vez más la casualidad los puso a prueba, y el destino el que los unió. Imagen mostrada por el rompecabezas terminado, la cual resaltaba que ella le había lastimado primero a él con el filo de la flor.

Y que juntos curarían sus heridas.



Nota de la autor: jelouu, vengo del futuro, estaba editando un poco, y juro que se me aguaron los ojos con esto. ¿Por qué no sigo escribiendo preciosuras como esta? Me odio, bai.

Con el filo de la flor // Dragon Ball AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora