COMPAÑEROS

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Narra Sasuke.

Tengo a Naruto cargado en mis brazos.

Levanto la mirada al cielo con temor, mis manos tiemblan, tengo mucho frió y una de mis heridas me molesta. Naruto se aferra sus manos a mi ropa con tal de no caer, a pesar de todo y para nuestra fortuna, su cuerpo me parecía muy ligero.

-- ¿Sasuke...?

Lo miro durante unos segundos, e intento ignorar la palidez de su rostro. No sé qué tenías en la cabeza cuando lo hiciste, y no se si de verdad intentaste... es que, todavía no puedo creerlo.

Sabía que estabas arrepentido, pero jamás imaginé que harías algo así. Si antes no te odiaba, probablemente ahora lo haré si te mueres.

-- Naruto. Mantén los ojos abiertos...

La lluvia no deja de caer sobre nuestras cabezas. Sigo esperando alguna señal de Sakura.

¿Dónde está, dónde viene? Por favor, apresúrate.

La punta de mis dedos se están congelando por el aire del anochecer. Cada vez es más difícil compensar la perdida de calor que sufre el cuerpo de Naruto.

No puedo imaginar lo que hubiera sido de él si hubiera venido a éste lugar solo. No puedo imaginarlo. 

 

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Narra Sakura.

Tal vez no sea necesario comentarlo, pero gracias a la decisión que mi madre tomó sobre mudarnos ahora puedo sentirme afortunada.

Conocí a cierto par de chicos en un pueblo en donde la lluvia era de nunca acabar.

Cuando cumplí los 10 años descubrí que disfrutaba más la compañía de un hombre que la de una mujer. Eso puede explicar lo brusca que puedo llegar a ser, física y emocionalmente.

Seguramente nuestro primer contacto visual fue en el salón de clases, durante la etapa en que te enseñan caligrafía y números. Por ese entonces, ninguno de nosotros estaba enterado de que compartíamos el mismo salón.

Pero eso no duró mucho.

Casi por obra del destino, los tres nos vimos involucrados en el accidente de un compañero de clase.

Bueno... Fue casi inevitable cruzar palabras entre nosotros después de esa inquietante experiencia. Tal vez la adrenalina, el miedo, y la culpa, tal vez todo eso nos mantuvo conectados en nuestra niñez.

Lo interesante es que después de eso, y con el paso de tiempo, ese tema del accidente produjo una confianza casi fraternal entre nosotros.

Cómo era de esperarse, nos hicimos camaradas. Y puedo afirmar que fuimos grandes amigos a lo largo de nuestras vidas.

Lluvia Eterna /En Correcciones/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora