Capítulo 2.

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La casa era muy grande y linda, pero al igual que la mía, tenía un defecto. La soledad se sentía y olía a kilómetros, y eso no hacía nada para calmarme.
Cerré los ojos fuertemente e intenté respirar calmadamente. No podía parar de pensar en el chico de las cartas, sentía la necesidad de volver a casa, toda una hoja y responder a ésta. Pero no podía hacerlo, tenía que esperar por mi familia.

-¡Alison!- gritó el tío David hacia su esposa.-dónde estás?- preguntó.
-En la cocina respondió la linda y encantadora voz de Ali.
-Vamos- me indicó mientras me tomaba del brazo e íbamos a la cocina.

El lugar era muy espacioso, y a pesar de eso sentía como si el aire me faltara. Era una de las peores sensaciones, y una de las más comunes en mí vida.
Me recargué sobre su brazo y froté mi cabeza en su ancho brazo, sentí como sonreía y seguí haciéndolo 

-Ahora sé que no fallaron cuando te llamaron Cat-Dijo riendo. 
-A veces también lo creo-murmure.
-Hola Cat- saludó Alison- ¿cómo estás?
- Bien- Mentí.
- Me alegro- Sonrió.
-¿Cuándo nacen los bebés?- Pregunté de repente.
- En un mes- Sonrió con un extraño brillo en sus ojos.

Me recargué sobre la mesa de la cocina mientras ella terminaba de lavar los trastes. Observé su silueta y cada uno de sus movimientos. A pesar de ser hermosa, con el transcurso del embarazo había cambiado demasiado. Ahora parecía más feliz, más reluciente. Se miraba más linda de lo normal, más viva. Tomé un suspiro y caminé a su alrededor, me sentía una bestoa acechando a su presa, pero yo solo quería observarla mejor.

- Ten fe- me dijo poniendo una mano sobre mi hombro.
- ¿en serio cree que volverán?- Pregunté aguantando las lágrimas- ¿Crees que sobrevivirán a lo que se sea que les hayan hecho?- dudé.
- Si- Respondió- No se atreverán a hacerles nada, saben a lo que se atienen-Suspiro.

Me tomó de brazo delicadamente y caminó conmigo hasta el sofá. Se sentó junto a mí y prendió la televisión. Cambió los canales repetidas veces y al parecer nada le gustaba. Después de un rato s cansó y se puso de pie algo inquieta. Caminó de arriba abajo durante un rato, después de unos minutos ya me estaba mareando.

-¿Vamos a la plaza?- Preguntó.
-¿Podemos?- pregunté asombrada.
-Claro- Sonrió tomando las llaves del auto.

Condujo por un montón de calles desconocidas para mí, todo era prácticamente nuevo para mí, era fantástico, podía decirse que era la primera vez que me sentía libre aunque sea solo un poco. 
Llegamos a un lugar muy grande que supuse era la mencionada plaza. Las personas iban y venían de un lugar a otro sin percatarse de nuestra presencia. El lugar estaba a reventar, me sentía como una persona ciega que después de toda su vida puede ver por primera vez.
Era libre. Libre al fin. O eso pensaba.

-¿Quieres ir a comer algo?- me preguntó sobando su estómago.- Los bebés mueren por comer- rió.
-Claro.- contesté maravillada por el lugar.

Caminamos hasta un local de comida china, que increíblemente era mi favorito, aunque nunca había visitado uno, mi padre solía llevarnos comida de ahí muy seguido tratando de conformarnos por la horrible y tormentosa vida que llevábamos.
En casa, me sentía como un pájaro enjaulado, extendiendo las alas intentando volar, pero encerrada en enormes paredes de hierro que impedían mi despegue. 

-¿Quieres arroz?- preguntó mientras hacía el pedido a la linda chica de ojos rasgados.
-Poco- contesté- casi no me gusta- hice una mueca y la chica rió.
-Está bien- sonrió Ali mientras terminaba de pedir.

Caminamos hacia la mesa mientras esperábamos nuestro pedido, había demasiada gente, así que tal vez estaríamos un largo tiempo ahí. El lugar estaba rodeado y repleto de locales de ropa, zapatos, accesorios y también había una librería.

-¡Más tarde podemos pasar por la librería?- pregunté ansiosa.
-¿Te gustan los libros?
-Me gusta mucho leer- respondí.- Esa una de las pocas cosas que me gustan hacer.
-Está bien, llegaremos. 

Los platos con comida llegaron media hora después, y comimos todo, la comida era deliciosa y el lugar era muy agradable a pesar de que parecía a punto de reventar por tanta gente. Después de comer, Alison cumplió y llegamos a la librería del lugar.
Cuando entré me quedé maravillada, nunca había visto una y mucho menos entrado. Parecía un lugar mágico, como los que aparecen en los libros. Extraño, ¿no?


-Toma el que quieras- dijo Ali.- Yo te lo obsequiaré.
-Gracias- respondí emocionada.


Recorrí pasillo por pasillo, estante por estante e intenté leer todo los títulos buscando alguno que llamara mi atención. Encontré muchos, pero debía escoger muy bien, hasta que uno llamó mi atención.
Ladrona de libros.

“Érase una vez un pueblo donde las noches eran largas y la muerte contaba su propia historia. En el pueblo vivía una niña que quería leer, un hombre que tocaba el acordeón y un joven judío que escribía cuentos hermosos para escapar del horror de la guerra. Al cabo de un tiempo, la niña se convirtió en una ladrona que robaba libros y regalaba palabras Con éstas se escribió una historia hermosa y cruel que ahora ya es una novela inolvidable.”

Sonreí ante tan peculiar libro y me encaminé hasta el mostrador mientras llamaba a Alison y le decía que ya lo había encontrado.

-Muy buena elección- sonrió el hombre de mayor edad que me atendió.- ¿Has leído el diario de Ana Frank?- preguntó.
-Si- respondí- me gustó mucho.
-¿Y el niño de pijama de rayas?
-Sí, también me gustó, los dos son libros muy buenos y tristes. 
-Si esos te han gustado, este te encantará- sonrió- Disfrútalo- susurró mientras me despedía y salía del lugar muy feliz por mi nueva adquisición.

Había amado el diario de Ana Frank, era como leer prácticamente la historia de mi vida desde otra perspectiva, aunque en otras circunstancias. Al igual que para ella, los libros me hicieron darme cuenta de que no estaba sola. 

-¡Cat!- gritó mamá en el instante que me vio entrar a casa de Ali.- ¿Estás bien?- preguntó asustada
-Estoy perfecta- sonreí.- ¿Y ustedes?
-También- respondió papá.- Sabes que tienes prohibido salir- gruñó
-Alison tenía hambre, y quería salir- tartamudee- lo siento.
-No lo vuelvas a hacer- dijo.- Ahora vámonos a casa. Gracias por todo- se dirigió al tío David y Alison.- Hasta pronto.

Y salimos de ahí muy rápido. Mi hermano ya estaba en el auto, y en cuando lo vi no dudé en lanzarme hacia él y darle un fuerte abrazo. Lo había extrañado, él era la única persona que me alejaba de la locura, el único que me mantenía cuerda en esa horrible prisión que algunos llamaban “hogar”.

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Saludos♥

Querido desconocido . ¡¡TERMINADA!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora