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Capitulo 8. Lo que siempre estuvo ahí.

Draco había oído hablar sobre las madres inoportunas, pero viviendo en una enorme mansión, era rara la ocasión en que Narcissa irrumpiera en su dormitorio. Obviamente vivir en un apartamento de 4x4 no tenía esos privilegios.

Ambos jóvenes se alejaron inmediatamente, jalando bocanadas de aire que sentían perdido en sus pulmones.

—¿Puedo pasar?— preguntó Narcissa con la mano en el pomo de la puerta.

Hermione y Draco se levantaron de la cama con el corazón latiendoles a mil por hora.

—¡Espera!— Malfoy jalo la cortina dándole paso al sol de la tarde y topandose por fin con el rostro estupefacto de Hermione. Todas sus articulaciones estaban tiesas y una mirada desconcertante cruzaba sus ojos.

Por un momento, quiso decirle a su mamá que no entrara, que se alejara, que lo dejara ahí con Granger hasta que él mundo afuera dejara de ser una mierda.

—Abre.— musitó Hermione, mirándolo con cautela. Estaba sonrojada y agitada. Con el paso de luz, la castaña vio el motivo por el cuál Draco no quería que lo viera.

El rubio tenía pequeñas cortadas en la mandíbula. Se había rasurado y cómo principiante en el uso de las navajas, se cortó.

—¿Que pasa?— dijo el rubio abriendo la puerta.

—Debo salir por unos ingredientes, ¿podrías darme el dinero?— Narcissa apenas y asomo la nariz, pero logró ver a una Hermione ida y que parecía petrificada —¿esta todo bien?

—Si, todo bien.

—Voy a tardar un poco en volver, si tienes hambre aún queda un poco de cereal.

—Toma todo el tiempo que necesites. —Malfoy le clavó a su madre, varios billetes y monedas en la mano, y de un portazo la dejó fuera de la habitación.

La señora no hizo más preguntas, no tenía la menor idea de lo que pasaba y sinceramente no quería saberlo, había descubierto la felicidad en la ignorancia y se aferraría a ella para no llorar mas en las noches. Si su hijo tenía algo con esa chica, no le importaba.

—Granger— exhaló con calma.

—No voy a dejar que juegues conmigo de esta manera, Malfoy —susurró Hermione, apretándose los labios e intentando quitar algo de esa sensación que le hormigueaba.

—¿Jugar?— el rubio frunció el seño.

—Debo irme.— la chica apenas y pudo dar unos pasos para ser detenida.

—¡No! ¡Espera!

—Voy a pedir al ministerio que te re-ubiquen. Borra la canción por favor y olvida todo esto. — sentenció Hermione.

—No puedes hacer eso, no quiero borrar nada y no quiero que te vayas.

—¿De qué hablas, Malfoy?— la nerviosa chica se jaló con brusquedad de su agarre, pero solo logró abrir la puerta un poco ya que Draco de un fuerte empujón volvió a cerrarla.

—No dejaremos esto así.

—¡No ha sido nada!

—¡Claro que si! No lo niegues.— Los ojos metálicos de Draco parecían diferentes, con mas brillo. —No me amenaces con ir al ministerio. Enfrentalo de una buena vez.

—No ha pasado nada entiendes, no tengo nada que enfrentar, ahora déjame en paz, Malfoy.— Hermione salió como pudo, pero nuevamente solo llegó hasta la puerta de entrada. El rubio la jaló para que no lograra irse.

Lost City. Mi Nueva Vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora